Mendigos
Leo en la prensa que, seg¨²n informes municipales, la mayor¨ªa de los que piden limosna en Madrid han profesionalizado la mendicidad. "?Ya lo dec¨ªa yo!", exclamar¨¢n los miles de ciudadanos que opinan que los pobres no son de verdad pobres, sino unos canallitas que se enriquecen despampanantemente a golpe de limosna y desparpajo.Esto me recuerda un suceso de har¨¢ cosa de un mes. A una anciana mendiga le robaron sus ahorros: m¨¢s de dos millones de pesetas. Unos dineros que la mujer hab¨ªa reunido f¨¢cilmente en el a?o y pico que llevaba viviendo de la caridad urbana. Antes hab¨ªa sido una simple ama de casa, mujer de un barrendero. Luego su marido muri¨®, y ella se ech¨® a la calle. Seguramente jam¨¢s hab¨ªa logrado reunir en su vida una suma tan grande. Nunca debi¨® ser tan rica como cuando ejerci¨® de pobre. Quiz¨¢ todo empezara como una vulgar rutina de miseria. Es probable qu¨¦, al enviudar, la mujer se viera, obligada a pedir limosna para sobrevivir. La sorpresa fue descubrir que as¨ª ganaba mucho m¨¢s que su difunto marido barriendo las porquer¨ªas del asfalto. Y as¨ª sigui¨®, andrajosa y paup¨¦rrima como buena mendiga, durmiendo en los bancos, comiendo mendrugos, guardando sus pesetas en una bolsa de trapo, palpando su creciente tesoro, sus ganancias intactas. Hasta que un d¨ªa se las robaron, Las llevaba siempre encima, porque carec¨ªa de casa.
Hubiera podido vivir muy bien con esos dos millones, no necesitaba maldormir al fr¨ªo en un portal. Oh, s¨ª, la mendicidad le reportaba unos ingresos fuertes, en eso tienen raz¨®n los suspicaces. Pero ella met¨ªa todo en su bols¨®n. Quiz¨¢ estuviera ahorrando para comprarse un piso, o para entrar en un asilo. Pero lo m¨¢s probable es que guardara el dinero por puro miedo, como previsi¨®n ante un futuro tenebroso. Anciana y mendiga como era, no s¨¦ qu¨¦ mayor calamidad pod¨ªa depararle el porvenir. Pero la entiendo. Es un miedo ancestral, una indefensi¨®n de siglos marcada como un tatuaje en la memoria. Es el miedo del pobre en quien la pobreza ha hecho costumbre. Qu¨¦ importan los supuestamente ping¨¹es beneficios, qu¨¦ importan los dos millones de pesetas: hay muchas formas de miseria.
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