El equipo de Amancio convenci¨® ante el Feyenoord
S¨®lo tres minutos fueron suficientes para que Jorge Valdano presentara su tarjeta de visita goleadora a una parroquia madridista que, por fin, respir¨®: no se han equivocado en un fichaje. Los 45 minutos del primer tiempo bastaron para confirmar el nacimiento de una estrella: Michel. El Buitre necesit¨® volar siete sobre el c¨¦sped para desequilibrar con su gol la igualada que manten¨ªa el rocoso Feyenoord. Y hasta El Soso, Gallego, quiso dejar clara su calidad con un golazo de ¨¦poca.Amancio est¨¢ en pleno proceso de creaci¨®n de un equipo ambicioso, inteligentemente situado sobre el campo y con f¨²tbol de recursos aunque, al menos ayer, s¨®lo a r¨¢fagas. Pero Amancio a¨²n no ha acabado el molde. Tiene que corregir todav¨ªa los peligrosos vac¨ªos que se producen en determinadas fases del juego y un cierto descontrol defensivo por el lado de Bonet Pero se puede permitir el alarde deconceder ventajas al rival: Michel y Butrague?o no llegaron a coincidir sobre el c¨¦sped.
El Feyenoord se mostr¨® como un equipo cori¨¢ceo, f¨ªsicamente impecable y sorprendente en su estrategia. Gullit, aquel defensa libre-centrocampista-delantero que a punto estuvo de dejar a Espa?a fuera de la fase final de la Eurocopa, apareci¨® anoche como extremo nato y le cre¨® problemas a Camacho. Como Rep a Bonet. El campe¨®n holand¨¦s exhibi¨® dos variantes t¨¢cticas, de un 3-5-2 inicial a un 4-3-3 cuando se encontr¨®, a los tres minutos, con el gol de Valdano. Fue un rival complicado, lo que aumenta la cotizaci¨®n del triunfo madridista.
Amancio puso en liza su equipo presumiblemente titular. Se han acabado los extremos cl¨¢sicos, est¨¢ticos, y se busca la penetraci¨®n por las bandas en las combinaciones lateral-medio (Chendo-Sanchis y Carnacho-Michel); Lozano fluct¨²a con libertad y anoche exhibi¨® sus conocidas virtudes t¨¦cnicas, pero de forma irregular; Santillana y Valdano se sit¨²an como doble ariete en busca del remate de cabeza y se abren por los extremos para propiciar las entradas desde atr¨¢s de Lozano, San Jos¨¦ y Stielike. Pero la diferencia comenz¨® a marcarla Michel.
Un viejo aficionado crey¨® ver en la figura elegante del ocho la reencarnaci¨®n de don Manuel Vel¨¢zquez Villaverde. Michel controla como primer enlace, templa, manda, env¨ªa balones a cuarenta metros con precisi¨®n y, para colmo, tapona al rival que se le encomienda. Una aut¨¦ntica joya. Para la selecci¨®n nacional, por supuesto, descerebrada desde la retirada del b¨¦tico Carde?osa.
La entrada de ?ngel, Gallego, Butrague?o y Pineda no descompens¨® al Madrid porque cada jugador realiza, exactamente, la misma funci¨®n del sustituido en un esquema trazado con la misma habilidad con la que Amancio salvaba las tarascadas de sus marcadores. S¨®lo sirvi¨® para confirmar que tener en el banquillo a jugadores como El Soso o El Buitre es un lujo. Un lujo al alcance de Amancio. Y su principal problema.
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