Lo que la OTAN aporta a Espa?a
Es positivo que Alfonso Guerra no mantenga las mismas posturas que defend¨ªa cuando estaba en la oposici¨®n, hace 24 meses. La OTAN est¨¢ dejando de ser anatema para muchos socialistas. El paso del tiempo arregla muchas cosas en pol¨ªtica, y el peso de la responsabilidad se siente cuando se est¨¢ en el Gobierno. Coincido con Alfonso Guerra en que la entrada en la OTAN no condiciona la soberan¨ªa de Espa?a, como ven¨ªamos diciendo hace mucho tiempo. Coincido tambi¨¦n en que es dificil volverse atr¨¢s una vez dentro de la Alianza.La OTAN, como afirma con raz¨®n Alfonso Guerra, no incrementa el peligro nuclear ni crea presiones especiales sobre Espa?a. Nosotros, desde la oposici¨®n, no queremos crear tampoco presiones especiales sobre el Gobierno socialista en un tema que no se debe debatir en funci¨®n de argumentos partidistas. Lo que nosotros no podemos dejar de hacer ante la opini¨®n p¨²blica espa?ola, que creo que comprender¨¢ lo leg¨ªtimo de nuestra postura en una democracia, es defender nuestros criterios guiados siempre por una idea de Estado. Justamente por eso es por lo que no podemos estar de acuerdo con la afirmaci¨®n de que la Alianza Atl¨¢ntica no aporta nada a nuestra defensa.
El argumento del vicepresidente del Gobierno es que la OTAN no aporta nada a nuestra defensa porque Espa?a est¨¢ ya integrada en Occidente, a trav¨¦s de un compromiso de defensa militar, calificado de hipot¨¦tico, con cinco bases extranjeras en nuestro territorio. As¨ª pues, resulta perfectamente claro d¨®nde nos encontrarnos, y a partir de ah¨ª se pregunta Alfonso Guerra si aporta algo m¨¢s a Espa?a el hecho de estar en la estructura militar o en la estructura pol¨ªtica de la OTAN. La clave de la respuesta puede estar en esa calificaci¨®n de hipot¨¦tica que el propio vicepresidente del Gobierno atribuye en sus declaraciones a la defensa militar bilateral concertada con Estados Unidos.
Vaya por delante nuestra afirmaci¨®n de que no existen cinco bases extranjeras en nuestro territorio. Despu¨¦s de la ratificaci¨®n en las Cortes del acuerdo bilateral, modificado por el Gobierno socialista, entre Washington y Madrid, las bases son todas de absoluta soberan¨ªa espa?ola, cosa, por lo dem¨¢s, clara desde los acuerdos Kissinger-Cortina, que fueron elevados a nivel de tratado en la ¨¦poca de Arcilza.
Resulta igualmente claro que entonces se consigui¨® la desnuclearizaci¨®n total de nuestro territorio. Las bases fueron transformadas en la nueva Espa?a democr¨¢tica en instalaciones de apoyo y autorizaciones de usa de las instalaciones de soberan¨ªa espa?ola. Nadie, y menos un vicepresidente del Gobierno, debe: poner en duda lo que se ha conseguido y lo que su propio Grupo Socialista en el Congreso ha ratificado. Abrir cualquier margen de duda a este respecto equivale a fortalecer los argumentos de terceros pa¨ªses, como la URSS, que, sin duda, habr¨¢ tornado buena nota de c¨®mo se interpreta la situaci¨®n actual por ciertos sectores del socialismo espa?ol.
Sectores socialistas
La ofensiva de ciertos sectores del PSOE, que coinciden con las posturas de Izquierda Socialista, se plasma tambi¨¦n en algunos p¨¢rrafos de la ponencia del XXX Congreso del PSOE sobre la pol¨ªtica internacional. As¨ª, se puede leer en dicha ponencia que "sigue siendo la aspiraci¨®n del PSOE la desaparici¨®n de las bases extranjeras" y que "se debe terminar con la situaci¨®n creada en 1953 por el tratado bilateral con Estados Unidos, transform¨¢ndolo en un acuerdo de amistad y cooperaci¨®n". La ponencia se reafirma en el principio de desnuclearizaci¨®n del territorio espa?ol, propiciando la posibilidad de llegar a declarar a la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica zona desnuclearizada, y no acierta a distinguir entre lo ya conseguido, es decir, la desnuclearizaci¨®n efectiva, el no almacenamiento o instalaci¨®n de armas nucleares de otras potencias en territorio espa?ol, el derecho a que Espa?a se dote un d¨ªa de su propio armamento defensivo nuclear, al estilo de Francia, y el no tr¨¢nsito de armas nucleares por territorio o aguas de soberan¨ªa espa?ola con destino a ciertas zonas de batalla.
Resulta interesante destacar que la autorizaci¨®n para el paso, instalaci¨®n o almacenamiento de armas nucleares en Espa?a, que deber¨ªa estar supeditado, como en todo Estado democr¨¢tico, a la autorizaci¨®n del Parlamento, ha quedado en Espa?a, con Gobierno socialista, en manos del Consejo de Ministros, ya que el convenio complementario dos, sobre instalaciones de apoyo y autorizaciones de uso, dice textualmente en su apartado 4.2 del art¨ªculo 4 que "el almacenamiento e instalaci¨®n de armas nucleares o no convencionales quedar¨¢ supeditado al acuerdo del Gobierno espa?ol". Har¨ªa bien la ponencia socialista en mejorar y clarificar estos extremos, devolviendo su competencia al Parlamento, en lugar de complicar m¨¢s la cuesti¨®n con exigencias ut¨®picas y maximalistas.
La estructura militar
Alfonso Guerra sabe que la no pertenencia a la estructura militar de la OTAN dificultar¨¢, por no decir imposibilitar¨¢, la recuperaci¨®n de Gibraltar por parte de Espa?a, al no permitir un mando aliado con jurisdicci¨®n espa?ola en la zona. Es igualmente conocido que la modernizaci¨®n de nuestras Fuerzas Armadas se ver¨¢ gravemente limitada fuera de la OTAN, y que la Alianza pierde inter¨¦s por la proliferaci¨®n de situaciones a la francesa, que, indudablemente, la debilitan. Espa?a tampoco gana en tecnolog¨ªa ni en formaci¨®n, y todos los pa¨ªses miran con recelo la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum cuyo resultado, como muy bien sab¨ªa De Gaulle, es siempre incierto, y bien pudiera llevarse en torbellino al partido socialista por delante.
Creemos por eso que es leal afirmar, cuando a¨²n estamos a tiempo, que la OTAN es algo m¨¢s que un sistema de defensa y disuasi¨®n basado en misiles dependientes de la sombrilla nuclear americana, de la calidad del armamento o de los m¨¦todos de organizaci¨®n y preparaci¨®n de sus soldados. Como bien saben los socialistas de muchos pa¨ªses occidentales, incluidos los espa?oles en su mayor¨ªa, la OTAN constituye un n¨²cleo com¨²n de pa¨ªses dispuestos a defender la libertad, y con ella, la autonom¨ªa de voluntad y los principios de la democracia occidental y pluralista, a la que pa¨ªses como Portugal , Grecia y Turqu¨ªa han vuelto superando sus experiencias antidemocr¨¢ticas. ?jala que los pa¨ªses del bloque contrario pudieran decir lo mismo.
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