Un rostro para la eternidad
En la mitolog¨ªa de Hollywood, hacia el comienzo de los a?os 20, se auguraba que el cine no soportar¨ªa el envejecimiento de la estrella de estrellas, la gran Mary Pickford, y que este naciente arte se desintegrar¨ªa como el humo en el aire cuando llegara el inevitable endurecimiento de la hasta entonces eterna cara de ni?a de la novia del mundo. Pero Pickford envejeci¨®, las arrugas cercaron su mirada, y para entonces el naciente arte se hab¨ªa convertido en una floreciente y prosaica industria, que se negaba a morir con su reina. Bastaba con buscar sustituta.La busca y captura de los fabricantes de estrellas de jovencitas con rostro candoroso adquiri¨® proporciones de batida y de ella surgi¨® no una nueva. Mary Pickford, sino muchas. La n¨®mina de las actrices de Hollywood se pobl¨® de miradas tristes, suaves y animdas. Una de ellas fue la de Janet Gaynor. Ten¨ªa 19 a?os cuando el cine la rapt¨®. Inaugur¨® su carrera con un filme seg¨²n los cronistas no demasiado bueno, pero un hombre a la caza de un rostro, el director alem¨¢n Friedrich Wilhelm Murnau, la vio. Y el destino de la muchacha se hizo.
Al a?o siguiente, la inexperta actriz, entr¨® en el reparto de Amanecer y su nombre qued¨® para siempre inscrito en una. cumbre del cine, que para algunos incluso es la cumbre por excelencia de este arte. Amanecer, aparte exageraciones, sigue siendo hoy, casi 60 a?os depu¨¦s de realizada, uno de los monumentos sagrados del cine, y el genio visual de Murnau hizo del rostro de Janet Gaynor, en s¨®lo hora y media de poes¨ªa filmada, un ¨ªcono disparado hacia la inmortalidad.
El destino de algunas actrices que alcanzan una gloria de esta especie tiene un lado pat¨¦tico. Comienzan tan alto que luego, durante todo el resto de su carrera, arrastran la sombra de su escalada inicial y no saben ni pueden salir de ella. En efecto, Janet Gaynor hizo despu¨¦s de Amanecer otras pel¨ªculas, algunas tan excelentes como El s¨¦ptimo cielo, que vali¨® a la actriz el primer ?scar concedido en Hollywood a una mujer. Su popularidad fue inmensa, y se prolong¨® en El ¨¢ngel de la calle, otra con Borzage; Los cuatro diablos, de nuevo con Murnau; La feria de de la vida, de Henry King; Contrastes, de Victor Fleming; y finalmente la primera versi¨®n de Ha nacido una estrella, dirigida por William Wellman.
Esta ¨²ltima pel¨ªcula se rod¨® en 1937 y Janet Gaynor intervino en otras pel¨ªculas y obras teatrales, pero ya en abierta decadencia. Hab¨ªa muerto una estrella de fulgurante carrera, que nunca lleg¨® a ser una gran actriz, pero cuya extra?¨ªsima delicadeza cautiv¨® a algunos grandes del cine de aquel . tiempo., Parti¨® de donde otras terminan. Su paso bajo las luces fue tan intenso como fugaz. Luego se escondi¨® en la confortable neblina de quien sabe que nunca se olvidar¨¢ su rostro, sobre el que gravit¨® el cine hecho poes¨ªa, en estado de absoluta pureza: Amanecer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.