Otro tipo de d¨¢logo Norte-Sur
Tras a?os de Celestina diplom¨¢tica, me pregunto si dos pa¨ªses (que no sean lim¨ªtrofes) pueden tener relaciones culturales. Viviendo en Espa?a, llena de relaciones culturales dentro de s¨ª misma, comprobando que la relaci¨®n, f¨ªsica y concreta, se produce entre seres humanos. Y a veces entre formaciones pol¨ªticas/estatales, en la medida en que tales animales puedan tener inquietudes culturales.Para hablar, pues, de relaciones culturales entre suecos y espa?oles deber¨ªa comenzar por la referencia hist¨®rica obligatoria, quiz¨¢ a las visitas poco bienvenidas de vikingos sedientos de cultura o m¨¢s educadamente a la realizada a Santiago de Compostela en 1341 por la santa Br¨ªgida -¨²nico santo de nacionalidad sueca-, pero francamente me resulta m¨¢s interesante lo que se hace hoy en la Espa?a moderna y democr¨¢tica de la transici¨®n y del cambio.
En t¨¦rminos genekales, el sueco culto (que los hay) sabe m¨¢s de la cultura espa?ola que el espa?ol culto (que tambi¨¦n los hay) de la sueca. Esto no sorprende a un espa?ol y tampoco deber¨ªa sorprenderle a un sueco: aparte de que hay 300 millones que hablan castellano y s ¨®lo ocho (o tal vez 20, contand¨® con los pa¨ªses vecinos) que entienden sueco, hay que reconocer que durante largos per¨ªodos Espa?a ha sido el centro de un imperio mundial, mientras el imperio sueco del XVII -que en paz descanse- tuvo l¨ªmites considerables tanto en el ¨¢mbito cultural como en el geogr¨¢fico.
De nuestra ¨¦poca, lo m¨¢s conocido en Suecia es la generaci¨®n literaria de 1927. De los que la presentaron y tradujeron, hoy cabe destacar a Arthur Lundkvist, Lasse S¨®derberg y Francisco J. Uriz. Ese tr¨ªo sigue introduciendo a nuevas generaciones de poetas, a pesar de la conocida reticencia de las editoras ante la poes¨ªa; pero tienen m¨¢s suerte con la prosa, puesto que el boom latinoamericano ha estimulado el inter¨¦s en el mundo entero por todo lo que se escribe en castellano -sin duda lo m¨¢s fecundo de la posguerra mundial-
En Suecia se lee a Cela, Delibes, Matute, Mars¨¦; pronto veremos traducciones de otros muchos. Debo mencionar especialmente a Juan Benet, quien acaba de ser canonizado por el propio Arthur Lundkvist en un art¨ªculo que ha despertado mucho inter¨¦s.
De los suecos todav¨ªa se sabe, poco en Espa?a. Sin embargo, hay buenas traducciones de Selma Lagerl¨®f y P?r Lagerkvist y, m¨¢s recientemente, unas excelentes colecciones de poes¨ªa en la revista Litoral -otra vez por el incomensurable Francisco Uriz, quien tambi¨¦n ha presentado un volumen del gran poeta sueco del siglo, Gunnar Ekel?f-. Por lo dem¨¢s, cabe destacar recientes traducciones de Strindberg (del mismo Uriz y tambi¨¦n de Jes¨²s Pardo) y una colecci¨®n de poes¨ªa, ya no tan reciente, de Justo Jorge Padr¨®n.
Pintura y cine
El a?o pasado se realiz¨® una exposici¨®n en Estocolmo, presentando una excelente selecci¨®n de la nueva pintura espa?ola; seleccion sin duda dif¨ªcil, dado el talento que hay en este pa¨ªs. Como contrapartida, Suecia presenta ma?ana, en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Madrid, una selecci¨®n de nueve pintores suecos.
El cine espa?ol, en auge desde hace varios a?os, ha llegado a Suecia a pesar de la abrumadora competencia de las multinacionales norteamericanas y gracias a la activa Embajada de Espa?a. Se han hecho, varias semanas de cine espa?ol en Estocolmo, y en cuanto al cine sueco en Espa?a, ya no nos contentaremos con la merecida fama de un Ingmar Bergman. A partir del 15 de octubre se organizar¨¢ una semana de cine sueco en Madrid y luego en otras ciudades de Espa?a.
?ltimamente, Suecia se ha destacado en el g¨¦nero documental. No es por casualidad que documentalistas suecos han ganado premios importantes en concursos internacionales de los ¨²ltimos a?os, incluso en Espa?a y tambi¨¦n en RTVE. La televisi¨®n es, sin duda, el gran medio de difusi¨®n para documentales, y la televisi¨®n sueca, al menos peri¨®dicamente, ha sido consciente de ello. Otra especialidad de la televisi¨®n, muy desarrollada en Suecia, pero poco a¨²n en Espa?a, es el teatro para televisi¨®n -no es lo mismo filmar una pieza de teatro que realizarla especialmente para el medio-.
El fervor cultural en Espa?a durante estos a?os de cambio ha atra¨ªdo a muchos m¨²sicos del mundo entero. De Suecia han venido la Orquesta Filarm¨®nica de Estocolmo; el Stockholin Ensemble, de m¨²sica de c¨¢mara; los cuartetos Crafoord y Berwald; cantantes como Ragnar Ulfung, Barbro Eriksson, Ann-Sofi von Otter. Cuando en Madrid presentaron G?tterd?mmerung, tres de los papeles principales fueron desempe?ados por cantantes suecos.
Pasan cosas en el teatro tambi¨¦n. Jos¨¦ Luis G¨®mez y Miguel Narros est¨¢n conspirando con sus hom¨®logos suecos para realizar proyectos de cooperaci¨®n. Sin em.bargo, quiero mencionar un caso tal vez menos glorioso, pero, m¨¢s ejemplar. El teatro regional de Norrbotten, en el norte de Suecia, estuvo en Sevilla y Granada a finales de mayo no para actuar, sino para empaparse de impresiones andaluzas y as¨ª trabajar mejor este oto?o en su puesta en escena de Bodas de sangre. Fue tanto su entusiasmo, que adem¨¢s tratar¨¢n de montar en su provincia norte?a una exposici¨®n cultural sobre Andaluc¨ªa.
As¨ª vuelvo al tema principal. La historia la hacen los hombres, y las relaciones culturales, tan decisivas para su desarrollo, tambi¨¦n. Enti¨¦ndase por hombres seres humanos d¨¦ ambos sexos y de ambas nacionalidades.
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