Econom¨ªa y pacifismo / 1
Resulta contundente hacer referencia constante a la crisis econ¨®mica mundial, para sobre ella hacer recaer como ¨²nica expIicaci¨®n la propia crisis econ¨®mica espa?ola, sin explicar ni las causas de la primera ni las peculiaridades de la segunda.Dejando de lado, pero sin olvidarlas, las c¨ªclicas crisis del capitalismo, como consecuencia de sus contradicciones intr¨ªnsecas, que tampoco pueden ser un f¨¢cil refugio para no intentar explicar nada, hay que preguntarse el porqu¨¦ de una dificil situaci¨®n cuando se est¨¢n dando los factores para que, bien al contrario, la econom¨ªa mundial marchara cada vez m¨¢s expansiva y m¨¢s rumbosamente.
El mundo de los consumidores crece y se ensancha, ampliando la demanda de toda clase de bienes y servicios. La posible reducci¨®n de existencias de las cl¨¢sicas materias primas se compensa con la aparici¨®n de nuevos materiales, y las nuevas t¨¦cnicas de fabricaci¨®n permiten absorber el incremento de precios hasta el extremo de producir mejor y m¨¢s barato toda clase de productos cuyo consumo se extiende y populariza.
El proceso cient¨ªfico y t¨¦cnico descubre cada d¨ªa, en su imparable progreso investigador, novedades en todos los campos, sin perjuicio de que el uso que de todo ello se haga sea racional o especulativo.
Y, sin embargo, es lamentablemente cada d¨ªa mayor el n¨²mero de poblaciones marginadas y hambrientas, de pa¨ªses ricos endeudados hasta l¨ªmites inconcebibles, de diferencias de desarrollo entre los grandes pa¨ªses industriales y los pa¨ªses del llamado Tercer Mundo, y cada d¨ªa es tambi¨¦n mayor el abismo entre las clases sociales en que estos pa¨ªses concretan su sociolog¨ªa, as¨ª como progresivamente creciente el grado de dependencia econ¨®mica y pol¨ªtica de los m¨¢s atrasados para con respecto a los m¨¢s evolucionados, porque las viejas estructuras internacionales, y nacionales, que dichas diferencias producen, se reafirman y resisten a ser reformadas.
Consolidar espacios
La b¨²squeda de explicaci¨®n a esta contradictoria situaci¨®n entre progreso y miseria tiene que arrancar de la liquidaci¨®n de la ¨²ltima guerra mundial, de la sustituci¨®n de la confrontaci¨®n anglo-germ¨¢nica, por la nueva situaci¨®n de tensi¨®n Este-Oeste y de la instalaci¨®n de la econom¨ªa de guerra como, el principal factor del comportamiento humano.
Todos los esfuerzos de reconstrucci¨®n pol¨ªtico-econ¨®mica de Europa, todos los programas de cooperaci¨®n solidaria para el desarrollo latinoamericano y norafricano tienden y se orientan, desde el llamado mundo libre y arrancando de la guerra fr¨ªa, a consolidar imp¨²dicamente un espacio econ¨®mico-pol¨ªtico-b¨¦lico en el que asentar la dominaci¨®n norteamericana, o lo que es lo mismo, el mercado de sus t¨¦cnicas, sus capitales y sus industrias, y la clientela de su producci¨®n, principalmente de la armament¨ªstica, y con todo ello, la producci¨®n ideol¨®gica del imperial-capitalismo.
En el com¨²nmente conocido como bloque oriental se reproduce el comportamiento similar para con todos los pa¨ªses ocupados con motivo del avance de sus tropas por Centroeuropa y con la imposici¨®n de los, gobiernos t¨ªteres.
El capitalismo americano-europeo, as¨ª como el estatalismo sovi¨¦tico, necesitan, ante su mutua amenaza, el garantizarse tanto sus, abastecimientos de materias primas como el desarrollo de sus estructuras productivas y los mercados que han de alimentarlas en todas sus ramas.
Mercado Com¨²n y Comecon, Pacto de la OTAN y de Varsovia, son las expresiones econ¨®mico-b¨¦licas de similares comportamientos. Evidentemente, en la llamada ¨¢rea occidental, por su propia estructura, no son de notar tan gr¨¢ficamente las rigideces, y por ello Europa como tal y Jap¨®n representan, dentro de dicha ¨¢rea, comportamientos de competencia en la unidad esencial, tolerables y aceptables al no poner en cuesti¨®n su an¨¢loga identidad con la l¨ªnea vertebradora de dicho bloque.
Las zonas no repartidas en Yalta, en lo ideol¨®gico, lo econ¨®mico y lo defensivo, son la pieza codiciada y sobre la que se desarrolla, y no precisamente de forma pac¨ªfica, el ep¨ªlogo-pr¨®logo, seg¨²n se mire, del nuevo acto de la tensi¨®n entre ambos mundos, sus concepciones y sus necesidades productivas al servicio evidente de dos clases o aparatos de ¨¦stas, instalados en el poder en cada ¨¢rea, sobre cada sometido pueblo.
Manifestaciones de la crisis
Los locales conflictos en Corea, Vietnam, Cuba, Afganist¨¢n, Israel, Angola, etc¨¦tera, son la manifestaci¨®n de directas e indirectas confrontaciones b¨¦licas, y los sucesos de Polonia, Hungr¨ªa y Checoslovaquia son la forma, bien distinta, de mantener una presencia pol¨ªtica, mientras Chile, Argentina, Uruguay, Rep¨²blica Dominicana, etc¨¦tera, son, paralelamente, una m¨¢s h¨¢bil forma de intervenci¨®n por parte de la otra potencia, pero no menos sangrienta. Estas crisis pol¨ªtico-b¨¦licas son la manifestaci¨®n obligada y fatal de la profunda crisis econ¨®mica que la econom¨ªa de, por y para la guerra est¨¢ generando en cada ¨¢rea de sometimiento; porque si el progreso es creciente, la riqueza, que no es inagotable ni se genera a su mismo ritmo, se entierra en la confrontaci¨®n al servicio de la amenaza.
La insaciable necesidad de producci¨®n armament¨ªstica, la progresiva carrera hacia la muerte, tienen que obligar a los pa¨ªses cipayos o dependientes de cada zona a destinar sumas ingentes de riqueza que consumir ciegamente con cargo a los presupuestos de los respectivos Estados, lo que opera l¨®gicamente sobre las econom¨ªas de cada pa¨ªs, sobre sus sistemas tributarios y, en consecuencia, sobre los costos productivos, sobre los precios.
Ello genera inflaci¨®n de una parte, aumento constante del precio de las materias primas, d¨¦ficit exterior de los pa¨ªses menos industrializados, que no pueden descargar estas taras a trav¨¦s de sus exportaciones, y obligando a permanentes medidas de reducci¨®n de la producci¨®n y de congelaci¨®n salarial, en evitaci¨®n de almacenamientos no liberables, en un mercado obligado a la recesi¨®n de su consumo, por tener que destinar su productividad a la hipoteca armament¨ªstica y b¨¦lica, y haciendo recaer los sacrificios sobre las clases menos favorecidas, en sus salarios y en sus impuestos.
Europa-Am¨¦rica pueden desviar en cascada hacia los pa¨ªses m¨¢s pobres esta sangr¨ªa hasta ciertos l¨ªmites, pues los pa¨ªses sufridores de tal actitud tambi¨¦n llegan hasta su borde, acabando por convertirse, m¨¢s que en un mercado aprovechable, en zonas par¨¢sitas que, parad¨®jicamente, tampoco pueden ser abandonadas, so pena de que puedan caer en la ¨®rbita contraria como consecuencia de la situaci¨®n de creciente desesperaci¨®n en que viven sus poblaciones.
El proceso de hipotecamiento de los pa¨ªses por uno u otro bloque, de agotamiento de las posibilidades de los iniciales clientes, los acaba convirtiendo en pa¨ªses a los que verse obligado a ayudar permanentemente para evitar en ellos el estallido desestabilizador. Y todo esto hay que pagarlo retrayendo y retrayendo riqueza que enterrar en la carrera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.