Una publicaci¨®n dedicada a la Academia Vasca
Del 25 al 29 de este mes de septiembre se re¨²ne la Real Academia de la Lengua Vasca en Pamplona, la antigua Iru?ea. Poca gente sabe que este tradicional pueblo vasco sigue desconociendo que Pompeyo, en la guerra civil contra Sertorio, pas¨® unos meses (75-74 antes de Cristo) en la actual capital navarra y le dio a ¨¦sta, con una reorganizaci¨®n colonial, su propio nombre: la llam¨® Pompaelo ,Pompaelonis en lat¨ªn, con el ambicioso nombre del que ser¨ªa Pompeyo el Grande y un -ilo -ilonis que perdura en el Ir¨²n guipuzcoano y en ese nombre de Iru?ea, que es todav¨ªa el nombre vasco y prepompeyano de Pamplona.La Academia Vasca se re¨²ne, recordando al eminente vasc¨®logo navarro Arturo Campi¨®n, autor de una extensa gram¨¢tica vasca, para tratar all¨ª de la sintaxis y de otros temas preparatorios para la necesaria gram¨¢tica moderna del euskera.
Mi amigo el doctor Francisco Javier Oroz, navarro, que ense?a el espa?ol en Tubinga, ofrenda a la Academia Vasca con esta ocasi¨®n, bajo hermoso t¨ªtulo latino, un libro pol¨ªgloto, un unicum en las prensas de nuestro tiempo, donde, al modo de las antiguas colecciones de padrenuestros, se re¨²nen traducciones en lenguas de todo el. mundo de un poema vasco que se titula La tasa de mi padre y que adem¨¢s ha sido puesto en m¨²sica, con ritmo de zortziko, por el propio colector y editor de las traducciones.
Gabriel Aresti (1933-1975), autor del poema, es el poeta vasco m¨¢s representativo de su ¨¦poca. Es, en euskera, un paralelo de dos poetas nativos del pa¨ªs que ocupan lugares importantes en la literatura espa?ola en castellano: Gabriel Celaya y Blas de Otero. Del primero tiene Aresti la espontaneidad formal, el estilo directo; del segundo, la admonici¨®n moral, el "redoble de conciencia". Aunque ya en la ¨¦poca de Lizardi, cuando nuestro siglo cumpl¨ªa su primer tercio, la poes¨ªa vasca sali¨® de su ruralismo y tradicionalismo anterior, con Aresti, como con sus contempor¨¢neos F. Krutwig, gran conocedor del vascuence literario, y el vasco franc¨¦s Ion Mirande, se abre a las tendencias modernas que dominan en la poes¨ªa de todo el mundo.
Pero si Blas de Otero, poeta bilba¨ªno, como Aresti mismo, usa en su castellano toda la ret¨®rica de la lengua, y con gran dominio, Aresti, m¨¢s semejante al espont¨¢neo Gabriel Celaya, guipuzcoano, que s¨ª sab¨ªa euskera, escribe en una lengua directa, austera, sin flores, seguramente por ser fiel al genio de la tierra.
Una muestra del estilo po¨¦tico de Aresti es este poema que Oroz ha elegido para su m¨²sica y su libro. La casa de mi padre es una p¨¢gina de especial intensidad, representativa, por cierto, de la tenaz voluntad vasca de salvar, con su lengua, su personalidad como pueblo. He buscado las figuras po¨¦ticas antiguas (y modernas) en el poema, y casi se reducen todos los adornos a an¨¢foras o repeticiones. El esquema del poema son seis defender¨¦, con cuatro contra; siguen dos perder¨¦, con sendas series de tres despojos. El ritmo se acelera y el poeta reconoce la suprema derrota:
"Yo morir¨¦..., / pero la casa de mi padre / permanecer¨¢ / en pie".
Un poema nervioso, como de acero. Una ret¨®rica nativa ha elegido una sola de las figuras de dicci¨®n. Es lo que recomienda la lengua y el estilo personal del poeta.
Las lenguas que ha podido reunir el autor de este libro son muchas y representativas. S¨®lo en las antiguas universidades alemanas, y en muy pocas de las m¨¢s grandes europeas y americanas, se pueden buscar traslados a tantas lenguas, grandes y peque?as, europeas y ex¨®ticas. Los cinco continentes, todas las grandes familias y muchas de las lenguas aisladas entran en estas 150 de que habla el t¨ªtulo latino del Ebro.
Nada falta, ni el esperanto ni los jerogl¨ªficos, ni las escrituras ex¨®ticas, de caracteres misteriosos, que eran el orgullo de las prensas romanas de Propaganda Fide en sus colecciones de padrenuestros.
El ¨ªndice alfab¨¦tico de los comienzos del poema puede sumir al lector en abstrusas meditaciones sobre los centenares de voces y construcciones humanamente posibles para decir lo mismo. ?ste es uno de los no explicados misterios para decir lo mismo. ?ste es uno de los no explicados misterios de ese ser extra?o que es el hombre.
Por eso todo conspira contra muchas, casi todas esas variadas lenguas de la humana espontaneidad. Y por eso la Academia Vasca se tiene que ocupar de estudiar la sintaxis.
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