El peligro de lo evidente
El espect¨¢culo ofrecido por Scala, el restaurante-espect¨¢culo madrile?o, se encuadra en unas coordenadas concretas f¨¢cilmente definibles: las del cabar¨¦ internacional de lujosa apariencia, rutilantes vedettes, t¨ªmidos desnudos y una millonada en sedas, satenes, lentejuelas, pedrer¨ªas y terciopelos. Algo que tiene poco que ver con El Plata zaragozano, El Molino barcelon¨¦s o el Teatro Chino de Manolita Chen, espect¨¢culos todos ellos que parten de la estructura del cabar¨¦ para llegar a muy distintos p¨²blicos. Madrid, m¨¢gico carrusel nace sin otras pretensiones que hacer entretenidas las cenas con invitados de post¨ªn. El problema consiste ¨²nicamente en si lo consigue o no.El cabar¨¦ puede ser -y a¨²n est¨¢ cercana la magn¨ªfica presencia del grupo sueco After Dark en los escenarios madrile?os para demostrarlo- divertido, inteligente, sorprendente, sofisticado, rico y variado, justo lo que no es en absoluto el espect¨¢culo presentado por los hermanos Riba en Scala, que m¨¢s bien parece un largo ballet de Aplauso con equilibristas, patinaje sobre hielo, tigres y caballos sobre escena incluidos.
Sin embargo, una gota de frescura brilla entre tanta aton¨ªa: la actuaci¨®n del acr¨®bata sobre cama el¨¢stica Duban Nickol, que ofreci¨® un n¨²mero de inteligente confecci¨®n, medida gestualidad y eficaz comicidad.
Por lo dem¨¢s, resulta tan evidente la intenci¨®n de concitar todos los lujos en un sofisticado espect¨¢culo de corte internacional y cosmopolita, tan palpables los trucos y coartadas, que no queda lugar alguno para la sorpresa y, por consiguiente, para la diversi¨®n. Cinco cuadros y 32 escenas diferentes deber¨ªan ofrecer mayor imaginaci¨®n que incluir un n¨²mero de samurais en una fantas¨ªa rusa.
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