La visita papal
El Norte de CastillaAunque, como se insiste, la estancia del papa Juan Pablo II en Zaragoza tiene una exclusiva raz¨®n de ser religiosa, es siempre muy dif¨ªcil separar en estos viajes papales -puesto que el Papa al fin y al cabo es un jefe de Estado y la cabeza visible de una instituci¨®n como la Iglesia, con su dimensi¨®n social y pol¨ªtica- los aspectos religiosos y de otro orden de cosas.Su majestad el Rey y el Gobierno en pleno acudir¨¢n a dar la bienvenida al Santo Padre, tanto en nombre propio como en nombre del pueblo espa?ol, y el episcopado espa?ol ser¨¢ recibido a puerta cerrada por el Papa. ?Se tratar¨¢n all¨ª los eventuales contenciosos, como se dice, entre la Iglesia y el Estado espa?ol? Cabe imaginar que s¨ª.
Estos contenciosos son, sin embargo, escasos y, a poca buena voluntad que siga funcionando en ambos lados, pueden ser supera dos en poco tiempo. Est¨¢ sin duda una cuesti¨®n como la de la despenalizaci¨®n del aborto en los casos que la ley se?ala y un asunto oomo el de la LODE o la ense?anza libre y no estatal sobre los que la Iffiesia ha reiterado su opini¨®n y su magisterio con relaci¨®n a sus fieles, pero tambi¨¦n en relaci¨®n con lo que estima son deberes del Estado y, en este plano, no va a haber transacciones evidentemente. Pero s¨ª puede haberlas en otros aspectos en los que los choques, o roces,o disgustos han sido fruto de desdichadas conductas de autoridades o bur¨®cratas instalados en las administraciones regionales o municipales, o se dan en el ¨¢mbito de ese reino de aparente propiedad particular de un prepotente grupo que es la televisi¨®n. Asuntos como, los de Teledeum, que una clara e ilustrada pol¨ªtica cultural del Gobierno y del partido socialista y, por tanto, de sus miembros con papeles directivos en los organismos de poder regional o municipal hubieran descartado de antemano, dada la menos que mediocre calidad in telectual y est¨¦tica del texto y su car¨¢cter provocador son en s¨ª cuestiones menores; aunque los sentimientos que pueden herir y las sonoridades de todo tipo que pueden levantar aconsejar¨ªan a cualquier Gobierno evitarlos y, desde luego, no otorgarlos ese car¨¢cter de tr¨¢gala que a veces parecen adoptar. El buen sentido se opuso en meses pasados a una eventual guerra de los catecismos: un verdadero accidente de circulaci¨®n administrativa, y este mismo buen sentido es el que debe actuarse ahora en todos esos otros planos de cosas.
En cualquier caso (...) la Iglesia espa?ola ha cuidado muy mucho de no politizar en modo alguno ni dejar que otros instrumentalicen pol¨ªticamente sus propias quejas en esos aspectos se?alados o incluso en los temas fundamentales, as¨ª que este cuidado y escr¨²pulo no hace sino facilitar una corriente de entendimiento y de voluntad de convivencia y colaboraci¨®n estrechas para fines comunes en la potenciaci¨®n de los intereses colectivos y especialmente en el plano de los problemas sociales. 10 de octubre
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