Aplazado en Granada el juicio contra 19 acusados por el asesinato de Maurice Bishop
![Soledad Gallego-D¨ªaz](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F59d0121e-34c2-42ae-9720-96991394acc9.png?auth=9618d8510e6d38fb4af0fc3320ebbd584c15c5aa49a79f467985675046e6d666&width=100&height=100&smart=true)
Casi un a?o despu¨¦s de aquel mi¨¦rcoles sangriento que cost¨® la vida al primer ministro de Granada Maurice Bishop y a un n¨²mero todav¨ªa sin determinar de sus seguidores, los presuntos responsables de la matanza han comparecido ante un tribunal de justicia.
Ayer, y en medio de fuertes medidas de seguridad, 19 hombres y una mujer hicieron frente a los cargos de conspiraci¨®n para el asesinato, que pueden llevarles a la horca. El Juicio qued¨® suspendido poco despu¨¦s, hasta el 1 de noviembre, para dar tiempo a estudiar las acusaciones de inconstitucionalidad planteadas por la defensa. La ciudad amaneci¨® en calma. Los 450 polic¨ªas de otras islas del Caribe y los 400 norteamericanos que todav¨ªa quedan en Granada para "asegurar el orden" tem¨ªan incidentes, como los que se produjeron el pasado mes de febrero, cuando los acusados, entre ellos el ex viceprimer ministro Bernard Coard, su esposa y el general Hudson Austin, ex comandante en jefe del Ej¨¦rcito Revolucionario Popular, salieron por primera vez de la prisi¨®n de Richmond Hill para acudir a la corte y asistir a una audiencia preliminar. Entonces, varios cientos de granadinos se congregaron en los alrededores gritando "asesinos".Los acusados hicieron su aparici¨®n poco despu¨¦s de las nueve de la ma?ana. A medida que entraban en el estrado de madera y formica especialmente construido para ellos, los polic¨ªas les quitaban las esposas. Todos ellos ten¨ªan buen aspecto, salvo la esposa de Coard, Phyllis, que estaba muy p¨¢lida y andaba con dificultad. Al parecer, mantiene desde hace d¨ªas una huelga de hambre que ha debilitado sus fuerzas. Marido y mujer, que no han podido verse desde hace casi un a?o, se fundieron en un apretado abrazo. Uno tras otro, todos los acusados rechazaron la autoridad del tribunal. Coard intent¨® hacer un peque?o discurso, cortado con firmeza por el magistrado, Archibald Netts. Los abogados, todos ellos juristas de otras islas de las Antillas, suscitaron cuestiones previas, y el juez accedi¨® a suspender la vista. En ese momento, Phyllis Coard se desmay¨®.
El juicio puede terminar convirti¨¦ndose en una catarsis para los granadinos, todav¨ªa conmocionados por la matanza del 19 de octubre de 1983 y por la invasi¨®n norteamericana. Los detenidos, que fueron interrogados en los primeros d¨ªas tras la invasi¨®n por los servicios de inteligencia norteamericanos, han permanecido desde entonces en la prisi¨®n de Richmond Hill. El gobernador de la isla, sir Paul Scoon, y el Consejo Asesor (aut¨¦ntico Gobierno ejecutivo) tropezaron con dos problemas. Primero, c¨®mo formar un tribunal legal, y segundo, c¨®mo averiguar qu¨¦ pas¨® exactamente aquel dram¨¢tico d¨ªa. Granada no cuenta con polic¨ªa ni con ej¨¦rcito propio, as¨ª que, ?qui¨¦n iba a investigar lo ocurrido? Finalmente, el Gobierno local consigui¨® la ayuda de la polic¨ªa de Barbados, pero enseguida llovieron las denuncias por malos tratos, que pusieron nerviosos a los norteamericanos. Al fin, sir Paul Scoon convenci¨® a Scotland Yard para que enviara a dos inspectores. El inspector jefe David Price y el detective Robinson estuvieron m¨¢s de un mes en Granada, intentando recoger testimonios y pruebas contra los acusados.
Coard y Austin se han quejado de falta de garant¨ªas procesales. Un abogado brit¨¢nico, lord Griffon, laborista, que intent¨® hacerse cargo de la defensa, fue rechazado. La tradici¨®n quiere que s¨®lo puedan actuar en los tribunales granadinos abogados de otras islas del Caribe, las llamadas Indias Occidentales. Finalmente, el equipo de defensa se form¨® con siete abogados, en su mayor¨ªa jamaicanos. Entre ellos se encuentra la conocida Jaequeline Samuels-Brown, una abogada famosa por su trabajo en pro de los derechos humanos en el Caribe. Samuels se ha quejado repetidamente de no poder ver a sus clientes con la debida frecuencia. Cuando todo parec¨ªa arreglado y el juicio estaba ya convocado para el 16 de octubre, surgi¨® un ¨²ltmo problema: ?qui¨¦n pagaba a los defensores? Las familias no han podido reunir el dinero necesario, y los abogados exigieron el pago por adelantado, seguramente en una maniobra para retrasar el juicio. La iron¨ªa es que Estados Unidos se puede encontrar pagando las minutas de los defensores de unos hombres que mataron a su peor enemigo, Bishop, y a quienes ellos mismos han llevado ante los tribunales.
El juicio se prolongar¨¢ durante meses. La fortuna ha querido que se iniciara justo nueve d¨ªas antes del primer aniversariao de la invasi¨®n de la isla. Nadie conf¨ªa mucho en saber qu¨¦ pas¨® exactamente el 19 de octubre del a?o pasado, d¨®nde est¨¢n los cuerpos de Bishop, de su compa?era, Jacqueline Creft, ministro de Educaci¨®n, o del ministro de Asuntos Exteriores, o qui¨¦n apret¨® el gatillo. Pero quiza el interrogatorio de los procesados sirva para arrojar algo de luz sobre la s¨®rdida historia de las luchas internas que permitieron la invasi¨®n de Granada.
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