El ex presidente argentino Videla se niega a declarar ante la C¨¢mara Federal de Apelaciones
El teniente general Jorge Rafael Videla, ex presidente de la Junta Militar argentina que derroc¨® en 1976 el Gobierno constitucional de Isabel Per¨®n, se neg¨® el jueves a declarar ante la C¨¢mara Federal de Apelaciones que le enjuicia por sus responsabilidades en el genocidio del pa¨ªs. Tanto Videla como el almirante Eduardo Emilio Massera ya se encuentran recluidos en un establecimiento penitenciario especial, civil, en el centro de Buenos Aires.Videla, en un ataque de fervoroso constitucionalismo, que ya hab¨ªa anunciado previamente, tild¨® de ilegal el decreto 158 del Gobierno radical que enjuiciaba a las tres primeras juntas militares, reclam¨¦ en cualquier caso el regreso de su causa a su juez natural -la justicia castrense- y adujo en su favor la orden del Gobierno de Isabelita Per¨®n a las fuerzas armadas de exterminar la subversi¨®n de la Rep¨²blica. Formalmente respetuoso con la C¨¢mara Federal, se ha negado a declarar y a designar letrado defensor. La C¨¢mara le ha designado uno de oficio.
El almirante Massera presidi¨® declaraci¨®n tras Videla y durante cinco horas, en presencia de su abogado. Sin embargo, objet¨® como "inconstitucional y arbitrario" el pase de su causa a la jurisdicci¨®n civil.
Ambos fueron trasladados, en secreto y entre fuertes medidas de seguridad, desde su centro de detenci¨®n a la sede de la C¨¢mara -edificios muy pr¨®ximos-, vestidos de paisano y en compa?¨ªa de sus defensores. Videla se comport¨¦ de modo correcto y distante; Massera, jovial y dicharachero, bromeaba con sus escoltas. El almirante Massera ha tenido una buena noticia: acusado por ocultaci¨®n de pruebas en relaci¨®n con la desaparici¨®n del marido de su amante, su causa acaba de ser sobrese¨ªda... por falta de pruebas.
Sin l¨ªmite de gastos
Un ej¨¦rcito de abogados civiles y militares, ex ministros de Justicia y altos mandos castrenses de la dictadura trabajan a tiempo completo -y sin limitaci¨®n de gastos- en la preparaci¨®n de la defensa ante la justicia civil de las tres juntas.Ha trascendido la intenci¨®n de las defensas de procurar un juicio mastod¨®ntico y eminentemente pol¨ªtico, anegado de truco procesales. Aunque el Gobierno radical de Raul Alfons¨ªn, por boca de alguno de sus ministros, ya ha anunciado su intenci¨®n de que la vista sea oral y p¨²blica, los primeros interesados en la publicidad del proceso son los encausados; nadie duda de que procurar¨¢n desatar una tormenta pol¨ªtica con el prop¨®sito de desestabilizar la democracia.
Se van a tocar todas las teclas. Videla, fr¨ªo, austero, hombre de comuni¨®n diaria, ha optado por la dignidad del silencio y su aparente indefensi¨®n; Massera, m¨¢s pol¨ªtico, sangu¨ªneo, objeta, pero acepta, la corte civil, y pelear¨¢ ante ella. Con el brigadier Agosti, jefe del arma a¨¦rea en la primera Junta, se juguetear¨¢ con su estado maniaco depresivo y su complejo de persecuci¨®n; del almirante Lambruschini, triunviro en la segunda Junta, se recordar¨¢ hasta la saciedad que su hija fue asesinada por los montoneros en un atentado dirigido contra el marino. No obstante, la principal l¨ªnea de defensa radicar¨¢ en el decreto firmado por el Gobierno constitucional peronista ordenando el combate contra la subversi¨®n "... hasta su aniquilaci¨®n total".
Al margen de los nueve junteros, otro de los principales procesados en aquella barbarie, el general Ram¨®n Camps, ha dado a conocer, desde la prisi¨®n militar en la que espera su proceso, un manifiesto golpista en el que afirma que "... no pasar¨¢ mucho tiempo para llegar a una situaci¨®n que har¨¢ al pa¨ªs ingobernable, configurando una situaci¨®n l¨ªmite que apunta al establecimiento de un sistema socialista de tipo marxista".
El general Camps estima que el informe S¨¢bato no es otra cosa que "el remate de la subversi¨®n que, derrotada en el campo militar, aflora ahora en el campo pol¨ªtico, econ¨®mico y emocional, montada en las estructuras del Gobierno".
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