El Rijeka se impuso con autoridad al Real Madrid
ENVIADO ESPECIALLuis de Carlos, presidente del Real Madrid, contaba graciosamente, horas antes de que diera comienzo el partido, que "si en el descanso estamos 0-2, se nos pondr¨¢n por corbata". De Carlos, que hab¨ªa reconocido 24 horas antes que jugar al 0-0 le pare c¨ªa improcedente, pronostic¨® un 1-1 en la porra de los enviados especiales espa?oles. De Carlos, Amancio y todo el Real Madrid debi¨® de tenerlos por corbata en el descanso. De eso no hay duda. A los yugoslavos les sali¨® todo y no metieron m¨¢s goles de verdadero milagro, pues tuvieron otras dos ocasiones de oro en el primer tiempo. Una, a los 8 minutos cuando el sordomudo Desnica perdi¨® su oportunidad al querer driblar incluso a Miguel Angel que, 25 minutos despu¨¦s, hac¨ªa una milagrosa parada a disparo de Fegic, quien, solo, sobre el punto de penalti, pudo haber colocado con adelanto el 2-0 en el marcador.El Rijeka gan¨® ayer con autoridad y merecimiento por diversas razones. Fue m¨¢s equipo que el Real Madrid, estuvo m¨¢s organizado, jug¨® m¨¢s a la europea y fue lo suficientemente listo y tuvo la suficiente suerte como para convertir en gol tres de sus seis ocasiones, ya que a las dos anteriores hay que a?adir el bal¨®n que Chendo sac¨® de la misma raya, faltando 10 minutos para finalizar el partido, despu¨¦s de que Desnica se fuera de una salida a la desesperada de Miguel ?ngel.
Es posible que los jugadores del Real Madrid se quejen de que los yugoslavos jugaron con violencia y que el ¨¢rbitro brit¨¢nico les permiti¨® muchas cosas. Bueno, pues eso no fue del todo cierto. S¨ª es verdad que los jugado res del Rijeka no se andaban con contemplaciones. Jugaron con dureza, pero nunca con violencia y, si fue as¨ª, no con mucha m¨¢s de la que emplearon algunos espa?oles. Fue un encuentro europeo, contundente, de choque, de batalla, en el que los yugoslavos supieron llevar siempre la mejor parte, es decir los balones rebotados, los goles y el triunfo. Y no hay que olvidar que Gracan, su cerebro, tuvo que abandonar el campo a los 16 minutos, lesionado. Claro que hasta en eso los yugoslavos tuvieron suerte, pues Rasmanovic form¨® un t¨¢ndem diab¨®lico con Fegic.
Amancio lleva un buen coloc¨®n. Ayer decidi¨®, de pronto, el regreso de Gallego a esa discutida cuarta plaza del centro del campo, mientras Michel, el titular, se quedaba en Madrid y Mart¨ªn V¨¢zquez, que fue quien jug¨® ante el M¨¢laga, esperaba su oportunidad en el banquillo. Pero no toda la culpa fue de Gallego. Ni mucho menos. Los madridistas, ayer, se asustaron desde un principio y no dieron una a derechas. Tal fue su desesperaci¨®n -s¨®lo crearon la ocasi¨®n que aprovech¨® Isidro en el minuto 79, pues Ravnic no detuvo ni un solo bal¨®n de peligro- que hasta llegaron a perder los nervios en los ¨²ltimos 45 minutos, lo que permiti¨® que los yugoslavos controlaran el partido con mayor sabidur¨ªa, a favor del tanteo y del reloj.
De nada sirvi¨® el coraz¨®n que le echaron algunos, llam¨¦nse Stielike, Chendo, Lozano y San Jos¨¦. No era un asunto de valor, ni siquiera de furia espa?ola, esa que tanto ans¨ªa y defiende Miguel Mu?oz. Era un problema de asentamiento en el centro del campo, de fe en el contragolpe. Por si era poco, los altavoces del estadio pidieron a gritos, un minuto despu¨¦s del descanso, que el p¨²blico siguiera animando a su equipo "porque este 2-0 puede no ser suficiente para superar la eliminatoria", grit¨® el spiker. La verdad es que a los yugoslavos ya no les quedaban demasiadas fuerzas y el ¨²ltimo cuarto de hora fue de dominio madrile?o, pero un dominio sin sentido, sin ilusi¨®n, sin profundidad. S¨®lo hubo coraz¨®n y eso, en ocasiones como ¨¦sta, no sirve m¨¢s que para salir derrotado con honor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.