Reflexiones econ¨®micas a mitad de la legislatura
La presentaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado para 1985 -los terceros presupuestos que confecciona el actual Gobierno- y la reciente firma del Acuerdo Econ¨®mico y Social para los dos pr¨®ximos han coincidido con la mitad de la legislatura. El autor de este art¨ªculo parte de los balances del Gobierno para valorar lo conseguido en la primera parte y sondear las posibilidades de la segunda, al final de la cual cree posible que se empiece a generar empleo.
Aprovechando la ocasi¨®n, el m¨¢ximo responsable de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola -el ministro de Econom¨ªa y Hacienda, Miguel Boyer- ha efectuado una serie de manifestaciones p¨²blicas -entrevistas, art¨ªculos de prensa, etc¨¦tera- en las que, tras pasar revista a lo conseguido en este primer bienio, anuncia un cambio en la pol¨ªtica econ¨®mica, en el sentido de que lo peor del ajuste ya ha pasado y que ahora ya se puede pensar en una cierta expansi¨®n, bien que controlada y sin bajar la guardia ante: la posibilidad de que se volviera a agravar cualquiera de nuestros desequilibrios b¨¢sicos.La reducci¨®n de nuestra tasa de inflaci¨®n en cinco puntos -del 14% en 1982 al 9% que se anuncia para este oto?o- es un¨¢nimemente presentada como el mayor logro de este Gobierno en materia econ¨®mica, seguida a corta distancia por el espectacular cambio de signo de nuestras cuentas exteriores, iniciado a mediados del a?o pasado y que, por el momento, no da se?ales de extinci¨®n. Ciertamente, no son indicadores econ¨®micos que puedan desde?arse, ya que constituyen, cada uno en su g¨¦nero, dos de las piedras angulares sobre las que debe apoyarse un crecimiento saneado de nuestra econom¨ªa.
Se ha de admitir, sin embargo, que en la reducci¨®n de la inflaci¨®n ha tenido un peso decisivo -junto a la innegable moderaci¨®n salarial pactada entre empresarios y trabajadores- la pol¨ªtica monetaria m¨¢s restrictiva que ha visto aplicar nunca este pa¨ªs. Es puramente acad¨¦mico discutir ahora si la empresa privada ha podido disponer o no de suficiente cr¨¦dito a lo largo de estos dif¨ªciles meses; el caso es que los costes financieros se han llevado por delante a multitud de empresas en los ¨²ltimos tiempos. Yo tampoco soy de los que creen que una reducci¨®n de un par de puntos en el coste del dinero condiciona la decisi¨®n de inversi¨®n, pero es evidente que la empresa espa?ola todav¨ªa no ha llegado a los niveles de autofinanciaci¨®n de sus hom¨®nimas europeas, por lo que sigue siendo extraordinariamente vulnerable en este frente.
La eclosi¨®n de nuestras cuentas exteriores, que arranca de la devaluaci¨®n de la peseta de diciembre de 1982, aunque no comience a sentirse hasta la segunda mitad de 1983, tiene, a mi juicio, tres razones fundamentales: la evoluci¨®n del cambio de la peseta respecto al d¨®lar, la gran adaptabilidad de los exportadores espa?oles ante los cambios en los mercados internacionales, y las medidas de est¨ªmulo y desburocratizaci¨®n de nuestro comercio exterior emprendidas desde la Secretar¨ªa de Estado de Comercio y el Instituto Nacional de Fomento a la Exportaci¨®n (INFE). Ha sido, probablemente, la mejor muestra de lo que puede ser una adecuada colaboraci¨®n entre el sector p¨²blico y el sector privado, asumiendo cada parte su responsabilidad.
Por supuesto, el mayor borr¨®n del Gobierno ha sido la nula creaci¨®n de empleo en este per¨ªodo. Un borr¨®n, dicho sea de paso, creado por las propias autoridades, al fomentar una serie de expectativas que no se correspond¨ªan con la realidad y que, desde luego, son incompatibles -en este y en cualquier pa¨ªs- con la pol¨ªtica de ajuste que ha constituido en estos meses el primer objetivo del Gobierno en materia econ¨®mica. Ahora se espera que el consumo y la inversi¨®n tiren de la econom¨ªa, una vez concluida la fase m¨¢s dif¨ªcil del ajuste.
En cualquier caso, me parece poco realista esperar que la inversi¨®n privada, tras ser negativa en 1983 y haberse probablemente estancado en 1984, crezca nada menos que un 5,5% en 1985, ¨²nica forma en que se producir¨ªa una sustancial creaci¨®n de empleo. Me parece m¨¢s l¨®gico prever, si el Gobierno mantiene sus compromisos de reformar la Seguridad Social y flexibilizar el mercado de trabajo, que comience a crearse empleo a lo largo de 1986, lo que permitir¨ªa al Gobierno -de cara a las pr¨®ximas elecciones generales- mantener que el error de los 800.000 puestos de trabajo fue de timing y no de concepto.
En cualquier caso, el Gobierno tiene ante s¨ª una serie de retos en los que se ha avanzado muy poco a lo largo de los dos ¨²ltimos a?os. No se ha conseguido invertir la tendencia de los aumentos anuales del. d¨¦ficit p¨²blico como porcentaje del Producto Interior Bruto, y, adem¨¢s, como las propias autoridades monetarias han reconocido, la financiaci¨®n del d¨¦ficit ha seguido produciendo dificultades crecientes en la aplicaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria, con las elevaciones de coeficientes de las entidades financieras como prueba m¨¢s evidente de dichas tensiones.
Pocos progresos
Tampoco en los frentes de la reconversi¨®n industrial o de reforma de la Seguridad Social se han registrado progresos evidentes, aunque en el primero, como m¨ªnimo, da la sensaci¨®n de que se ha alcanzado ya el punto de no retomo, al menos te¨®ricamente. Ciertamente, el enorme esfuerzo pol¨ªtico que cost¨® el cierre de la cabecera de Sagunto y la sensaci¨®n permanente de que todo esto en este campo era negociable no contribuyeron a reforzar la solidez de la pol¨ªtica industrial del Gobierno.Por otra parte, la empresa p¨²blica espa?ola sigue envuelta en su tradicional caos, como el reciente relevo al frente del Instituto Nacional de Industria viene a confirmar, aunque en los lanzamientos de los contratos-programa -con especial menci¨®n al de Renfe- quepa albergar alguna esperanza. No se olvide que, como record¨® recientemente el propio ministro Boyer, Renfe pierde m¨¢s que todo el INI junto.
Otro problema, de ¨ªndole estructural e institucional, ha venido a a?adirse a las preocupaciones econ¨®micas del pa¨ªs. El sistema de financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas -y hay que decirlo sin rodeos ni pa?os calientes- no funciona y hay que dise?ar, a la mayor brevedad, un sistema alternativo. La tarea es de tal dimensi¨®n que s¨®lo puede realizarse con ciertas garant¨ªas de ¨¦xito si va acompa?ada por una reforma en profundidad de toda la Administraci¨®n p¨²blica.
Los t¨ªmidos intentos realizados en este sentido parecen adolecer de una visi¨®n global de? problema, y las resistencias corporativistas y de toda ¨ªndole que est¨¢n encontrando no por previsibles suponen una excusa para la inacci¨®n.
Naturalmente, estas pinceladas no pueden agotar la gran complejidad de una econom¨ªa con enormes vicios adquiridos que camina hacia la sociedad posindustrial con el importante reto de su inclusi¨®n plena en Europa a la vuelta de la esquina.
M¨¢s all¨¢ de los clich¨¦s -socialismo de rostro monetario, socialdemocracia avanzada, etc¨¦tera- el pa¨ªs necesita descubrir y desarrollar sus potencialidades en un mundo cada vez m¨¢s interdependiente, en el que un intento de salida de la crisis a la espa?ola constituir¨ªa un ejercicio tan rom¨¢ntico como in¨²til.
No deja de ser sintom¨¢tico que el primer gobernador del Banco de Espa?a nombrado por el Gobierno socialista se?alara recientemente en Washington, con motivo de la asamblea conjunta del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que Espa?a -y toda Europa- deb¨ªa hacer un examen de c¨®mo Norteam¨¦rica estaba solucionando el problema de desempleo.
Jos¨¦ M. Figueras es presidente del Consejo Superior de C¨¢maras Oficiales de Comercio e Industria de Espa?a.
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