Los meritos del general
LA DESTITUCI?N por el Consejo de Ministros del capit¨¢n general de la V Regi¨®n Militar tras sus intervenciones en unos coloquios p¨²blicos organizados en Zaragoza por la agencia estatal de noticias, no es una anecdota pese al hecho de que hubiera sido sustituido de todas maneras el pr¨®ximo 4 de noviembre, al cumplir la edad reglamentaria. Precisamente lo cercano de su pase a la situaci¨®n B dio fundamento para imaginar que sus declaraciones pudieran formar parte de una de las despedidas a bombo y platillo a que algunos generales nos tienen acostumbrados. El teniente general ?lvarez Zalba se lament¨® ayer de que la agencia Efe transcribiera, fuera de contexto, y como si fueran declaraciones dadas en una conferencia de prensa, unas expresiones coloquiales emitidas en una charla distendida de sobremesa. Pero las opiniones de un capit¨¢n general, distendidas o no, y expresadas en p¨²blico son siempre de inter¨¦s cierto para los ciudadanos.La destituci¨®n estuvo precedida por una nota de su superior jer¨¢rquico, el Jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito, que rechazaba, "tanto en sufondo como en suforma", sus intervenciones en el coloquio de Zaragoza. Las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas no dejan resquicio para la duda en lo que se refiere a los aspectos de forma. El art¨ªculo 178, a la vez que garantiza la libertad de expresi¨®n al militar, establece taxativamente que ¨¦ste necesitar¨¢ autorizaci¨®n previa para el ejercicio de ese derecho "cuando trate de cuestiones que pudieran perjudicar a la debida protecci¨®n de la seguridad nacional o utilice datos que s¨®lo pueda conocer por raz¨®n de su destino o cargo en las Fuerzas Armadas". Las opiniones del teniente general sobre Ceuta y Melilla y nuestra pol¨ªtica de defensa entran de lleno en ese ¨¢mbito.
Pero las palabras del destituido general resultan tanto m¨¢s rechazables por razones defondo. Incluso despu¨¦s de su simulacro de rectificaci¨®n, queda ¨ªntegramente en pie, para regocijo de los ide¨®logos de la autonom¨ªa militar la pretensi¨®n de que el capit¨¢n general de una regi¨®n, dependiente del presidente del Gobierno, el ministro de Defensa y sus superiores m¨¢s inmediatos en la l¨ªnea de mando, podr¨ªa en p¨²blico criticar la pol¨ªtica de defensa del Gobierno, impartir lecciones de estrategia de caf¨¦ sobre los frentes de una futura guerra mundial, alertar a la sociedad espa?ola -y en especial a las poblaciones de ambas ciudades- con temores acerca de la insuficiente protecci¨®n de Ceuta y Melilla y realizar superficiales digresiones en torno a Gibraltar, la OTAN y la pol¨ªtica de alianzas norteamericana. La estrategia antiterrorista del Ministerio del Interior, la salud mental de Milans del Bosch y sus secuaces en el equ¨ªvoco enjuiciamiento de la rebeli¨®n del 23-F ("un golpe de Estado muy mal planteado"), el funcionamiento de los servicios de informaci¨®n y la reforma de la ense?anza militar tambi¨¦n fueron distinguidos por las opiniones -no por ignorantes menos agresivas- del teniente general ?lvarez Zalba. A esa retah¨ªla de desprop¨®sitos se unieron la disparatada conjetura de que el progreso de Espa?a ha sido perjudicado por el desarrollo de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco (al parecer, territorios de otro Estado soberano) y la hip¨®tesis grosera de que a Euskadi s¨®lo le quedar¨ªa "el verde para pastar" si se le quitaran sus industrias.
Vistas las pruebas de inteligencia y habilidad de este militar profesional no faltar¨¢ quien se pregunte cuales han sido sus m¨¦ritos para ser nombrado capit¨¢n general. Por lo dem¨¢s que esos comentarios hayan podido ser saludados con enfervor¨ªzados aplausos desde medios cons6rvadores muestra ¨²nicamente las superficiales ra¨ªces democr¨¢ticas de la derecha autoritaria y la afici¨®n a la caverna que esta tiene. Pero tambi¨¦n ha servido para dejar al descubierto el instinto pol¨ªtico de Enrique Curiel, vicesecretario general del PCE, que no ha perdido comba para criticar una correcta decisi¨®n del Gobierno, simplemente encaminada a dejar sentado el principio de la supremac¨ªa del poder civil en una sociedad democr¨¢tica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.