Un pacto de Estado contra el paro/1
La firma del Acuerdo Econ¨®mico y Social es positiva, seg¨²n el autor, pues, en caso contrario, se habr¨ªa planteado un grave problema para la econom¨ªa espa?ola. No obstante, el autor plantea la necesidad de un pacto de Estado, a seis o m¨¢s a?os, en el que intervengan todas las fuerzas (sociales, econ¨®micas, pol¨ªticas y sindicales) para impulsar el grado de desarrollo de la econom¨ªa espa?ola.
Al final de un largo camino, se ha firmado el Acuerdo Econ¨®mico y Social (AES). Felicit¨¦monos por ello, porque no llegar a un acuerdo hubiera supuesto un grave problema para la econom¨ªa espa?ola. Es decir, para el trabajador liso y llano en ¨²ltima instancia. Pero la compleja negociaci¨®n del acuerdo sobre empleo y salarios ha resucitado una necesidad sentida por cuantos han estudiado de finanera rigurosa la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs y de todos aquellos que, como el que suscribe, conocemos de modo espec¨ªfico las perspectivas de la industria espa?ola.La primera conclusi¨®n que se deriva del an¨¢lisis de las variables econ¨®micas es que hace falta una decidida voluntad pol¨ªtica para impulsar la econom¨ªa hacia las cotas de desarrollo de las naciones m¨¢s ricas. Las potencialidades del pa¨ªs y de la industria espa?ola son grandes, si las sabemos explotar y, sobre todo, si somos capaces de superar las diferencias partidistas y, con un sentido de Estado, llegamos, tras un diagn¨®stico realizado en com¨²n, ¨¢ soluciones tambi¨¦n comunes. Para m¨ª, eso significa un gran pacto de todas las fuerzas sociales, econ¨®micas, pol¨ªticas y sindicales, con una duraci¨®n de por lo menos seis a?os, para empezar a crear de verdad empleo, regenerar el tejido empresarial espa?ol y poder abordar as¨ª una entrada en la CEE con alguna probabilidad de ¨¦xito.
Cambio de modelo
Nuestro an¨¢lisis parte de les principios siguientes:
Estamos ante un cambio de modelo de vida a nivel mundial., como consecuencia del desarrollo tecnol¨®gico y de la crisis de la energ¨ªa y de las materias primas. Este cambio se traduce en una menar necesidad de horas de trabajo para el mismo nivel de renta per c¨¢pita, lo que obligar¨¢ en el futuro a una oferta de nuevos servicios y actividades de tecnolog¨ªas de nueva ola y a una paulatina reducci¨®n de los tiempos de trabajo.
El caso espa?ol -en el que se unen un atraso hist¨®rico -en productividad y la necesidad de prepararse para la entrada en la CEE- supone un desaf¨ªo par partida doble, con aportaciones y sacrificios financieros, econ¨®micos y sociales de cuant¨ªas tan elevadas, que solamente una comprensi¨®n total del problema por todas las fuerzas sociales, pol¨ªticas, econ¨®micas y sindicales, traducida en una concertaci¨®n del modelo de sociedad a escoger y de los caminos a recorrer, podr¨ªa conducimos al puerto de destino, a tiempo y sin haber agotado todas las reservas que hoy a¨²n tenemos.
Las nuevas tecnolog¨ªas de todo tipo, y especialmente las ligadas a la informaci¨®n, a la inform¨¢tica, a la bur¨®tica, a la telem¨¢tica, a la electr¨®nica en general, est¨¢n acelerando los procesos de transmisi¨®n de informaci¨®n y mejoran la productividad. Las mejoras tecnol¨®gicas tienen una repercusi¨®n importante porque disminuyen el tiempo de mano de obra necesario por unidad de producto, tanto de mano de obra directa como indirecta, como de empleados y de estructura, y tanto en la industria como en la agricultura, la pesca y los servicios.
En el mismo sentido negativo para el empleo han operado la crisis de la energ¨ªa y las materias primas, al inducir a menores consumos, a hacer durar m¨¢s los bienes y a recuperar m¨¢s todo lo recuperable, hasta ahora desechado.
La disminuci¨®n de los tiempos de mano de obra y de la demanda de bienes se ha traducido se seguir¨¢ traduciendo en el futuro en un menor n¨²mero de personas trabajando para satisfacer las necesidades de la colectividad en los productos tradicionales, tanto industriales, como alimentarios, como de servicios, y, como consecuencia, un aumento del tiempo disponible de las personas.
La primera consecuencia de esta situaci¨®n es un aumento vertiginoso del desempleo. En Espa?a hay actualmente unos 2,5 millones de parados, y en la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE), cerca de 32 millones. Y la cifra aumenta cada d¨ªa, excepto en Norteam¨¦rica, donde la confianza empresarial est¨¢ haciendo milagros. ?Durar¨¢ la euforia? Mi opini¨®n personal es que no mucho tiempo.
Un elemento a considerar en el caso espa?ol es la baja tasa de productividad global del sistema, que no llega a los dos tercios de la de la CEE. Estamos ante una encrucijada hist¨®rica importante, que puede suponer, en los pr¨®ximos a?os, un empobrecimiento mucho mayor de nuestro pa¨ªs y de sus ciudadanos si no lo hacemos bien. La incorporaci¨®n de Espa?a a la Comunidad Econ¨®mica Europea tendr¨¢ efectos traum¨¢ticos sobre muchas empresas y sectores que no est¨¢n preparados para competir en un mercado mucho m¨¢s duro, cerrado y dif¨ªcil. Algunas cifras macroecon¨®micas referidas a Espa?a son ilustrativas (v¨¦ase el cuadro).
En un estudio realizado hace dos a?os por el gabinete de consulta Check, SA, lleg¨¢bamos a la conclusi¨®n de que las inversiones del pa¨ªs hab¨ªan cambiado cuantitativamente desde 1973, a?o de la crisis de la energ¨ªa, pasando de ser inversiones de expansi¨®n o generadoras de empleo en los 15 a?os anteriores a 1974 a ser inversiones de productividad o eliminadores de empleo por automatizaci¨®n de los procesos industriales, agrarios o de servicios.
Por esto se explica que sin caer ni el producto interior bruto del pa¨ªs ni la inversi¨®n global (FBCF) cayera de tal forma el empleo a partir de 1973: se perd¨ªan de 1973 a 1979, en seis a?os, casi todos los empleos generados en los 15 a?os precedentes, es decir, casi un mill¨®n de puestos de trabajo; pues bien, de 1979 a hoy se ha perdido otro mill¨®n de empleos adicionales, en cuatro a?os, a pesar de que de 1979 a 1983 el ¨ªndice de ganancia de salarios sobre productividad se ha reducido de acuerdo con el cuadro anterior de 134 a 127, es decir, la competitividad de nuestros productos ha mejorado algo desde 1979, aunque todav¨ªa est¨¢ un 27% peor que en 1965.
Productividad y CEE
Dado que nuestra competitividad exterior es reducida, es necesario, pensando en nuestra entrada en la CEE, mejorar en los pr¨®ximos a?os al menos en un 35% nuestra productividad global. Como en los pr¨®ximos a?os nuestra competencia europea va a seguir mejorando su productividad al menos entre un 1% a un 3% anual, habr¨ªa que planificar una mejora de la productividad para 1993 de, por lo menos, un 65% sobre el valor actual (equivalente a absorber el 35% de desfase m¨¢s un 2% anual), lo que significa un incremento anual acumulativo del orden del 5%.
Ese aumento de la productividad tendr¨ªa un reflejo inmediato en el nivel de empleo. Aunque el crecimiento del consumo per c¨¢pita se mantuviese en ¨ªndices del 2% anual, y la poblaci¨®n fuera de unos 42 millones de habitantes, en 1993, fabricando los productos tradicionales de hoy, sobrar¨ªan m¨¢s de dos millones de personas, de los 11 millones que hoy tienen trabajo.
Es decir, no s¨®lo no se crear¨ªan puestos de trabajo para colocar a los j¨®venes que se incorporan al mercado laboral, sino que continuar¨ªa produci¨¦ndose una p¨¦rdida de puestos de trabajo.
Las consecuencias sociales y pol¨ªticas que se derivar¨ªan de esta situaci¨®n ser¨ªan muy graves si no fu¨¦ramos capaces de encontrar una respuesta a este desaf¨ªo.
Por otra parte, mantener los parados en el mismo n¨²mero de hoy costar¨ªa al pa¨ªs inversiones anuales de expansi¨®n, es decir, generadoras de empleo, por encima de los niveles normales de estos a?os pasados superiores a los dos billones de pesetas de hoy. Enunciado el problema hablaremos a partir de ahora de c¨®mo resolvelo.
Jos¨¦ Mar¨ªa de Escondrillas doctor ingeniero industrial, es presidente de Uni¨®n de Explosivos R¨ªo Tinto (ERT).
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