Extremada prudencia de las grandes potencias y Pakist¨¢n ante la llegada al poder del hijo de la estadista muerta
La llegada al poder de Rajiv Gandhi, delf¨ªn de la asesinada primera ministra india, Indira Gandhi, ha sido recibida con una extremada prudencia por las grandes potencias y por Pakist¨¢n, pa¨ªs ¨¦ste con el que la India ha mantenido una relaci¨®n tensa e incluso b¨¦lica desde que ambos se convirtieron en naciones independientes el 15 de agosto de 1947.
La aparente uniformidad de las f¨®rmulas de condolencia preestablecidas por la muerte de su madre y de felicitaci¨®n por su nuevo puesto que se han ido amontonando sobre la mesa del nuevo primer ministro, Rajiv Gandhi, permitiendo dejar leer, entre l¨ªneas, las claves de un pa¨ªs contra el que act¨²an, adem¨¢s de las consabidas fuerzas internas que tienden a la centrifugaci¨®n, las presiones externas de sus vecinos y de las grandes potencias.A pesar de que pocas horas despu¨¦s de que Indira Gandhi cayera abatida por los disparos de miembros de su guardia personal fuentes oficiales en Nueva Delhi se ocuparon de recordar que las autoridades paquistan¨ªes apoyaban a los rebeldes s¨ªjs, el propio jefe de Gobierno de Pakist¨¢n, el general Zia Ul Haq, fue el primero en llamar por tel¨¦fono a Rajiv para comunicarle su disposici¨®n a reanudar las conversaciones entre ambos pa¨ªses, interrumpidas desde hace cuatro meses, y expresarle su deseo de que se refuercen las relaciones entre las dos naciones. La autorizaci¨®n para que asista a los funerales concedida a Khan Abdul Wali Khan, uno de los jefes de la oposici¨®n paquistan¨ª sobre cuya suerte se hab¨ªa siempre interesado la desaparecida primera ministra de la India, ha sido interpretado tambi¨¦n como un signo de buena voluntad del general.
El mensaje de condolencia sovi¨¦tico hac¨ªa, sobre todo, hincapi¨¦ en la esperanza de que se mantuvieran las mismas relaciones de amistad que hab¨ªa cultivado Indira Gandhi. S¨ªmbolo de esta preocupaci¨®n sovi¨¦tica y de la gran importancia que se le concede al tema es el hecho de que Konstant¨ªn Chernenko y Andrei Gromiko acudieran personalmente a firmar el libro de condolencias en la Embajada india en Mosc¨², acompa?ados por varios miembros del Politbur¨®. El Kremlin teme que el pragm¨¢tico piosovietismo de Indira Gandhi pueda diluirse en las manos de su sucesor, un hombre educado en Occidente que podr¨ªa dar un vuelco al tercennundismo de su madre.
Washington, por su parte, intenta sacar ventajas de la nueva situaci¨®n creada. Tras mostrar su indignaci¨®n por la sugerencia sovi¨¦tica de que la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) pod¨ªa estar implicada en el magnicidio y recordar que hace pocas semanas el presidente Ronald Reagan abri¨® la posibilidad de vender alta tecnolog¨ªa al Gobierno indio, la Administraci¨®n norteamericana nombr¨® ya una comisi¨®n, encabezada por el secretario de Estado, George Shultz, para asistir a los funerales.
La reacci¨®n del otro gran vecino, China, s¨®lo puede calificarse de extremadamente prudente. Zao Ziyang, el primer ministro chino, en su visita a la Embajada de la India en Pek¨ªn, expres¨® su deseo de que la amistad entre ambos pa¨ªses volviera a ser como en los a?os cincuenta. Sin embargo, la representaci¨®n que enviar¨¢ China a los funerales, encabezada por el viceministro Yao Yilin, es, en opini¨®n de los analistas occidentales, una delegaci¨®n de segunda fila.
La prudencia e indecisi¨®n que se desprende de estas reacciones parece debida a las dudas que pesan sobre las intenciones del nuevo primer ministro y su continuidad en el poder. El per¨ªodo legislativo termina oficialmente el pr¨®ximo mes de enero, y el Partido del Congreso (1) se enfrenta, adem¨¢s de a la oposici¨®n interna a Rajiv, a un gran segmento de la oposici¨®n, que incluye a los partidos Dem¨®crata Socialista y Janata (Lok Dal), unidos bajo la presidencia de Charan Singh, que ha empezado ya su campa?a acusando a Rajiv de instituir una monarqu¨ªa.
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