Falta de visibilidad
La incomodidad, el agobio, la tardanza a la hora de salir a escena -55 minutos de retraso en el caso presente-, son detalles que minan el ¨¢nimo de quien decide gastarse 1.300 pesetas en pasar poco m¨¢s de una hora disfrutando de la presencia cercana y de la m¨²sica de su ¨ªdolo favorito. Son contratiempos enemigos del espect¨¢culo en directo. Resultan incomprensibles en otros estilos de m¨²sica, pero se reproducen persistentemente en los conciertos de m¨²sica pop. Y, consecuentemente, alejan del respetable las ganas de reincidir.Pu¨¦s Siouxie consigui¨® a¨²n m¨¢s. Su capacidad de convocatoria hizo que las posibilidades de visibilidad resultaran mermadas en aras de la apretada coexistencia de cuerpos. Hasta las mesas fueron utilizadas como improvisados podios para poder distinguir algo del negro cabello de la mantis del punk.
Siouxie& Banshees
Concierto. Sala Astoria Madrid, 14 de noviembre.
La banda, a tenor de la sobriedad sonora que distingue sus trabajos, hizo un concierto completo, denso y algo mon¨®tono. O tal vez un fr¨ªo producto del exceso de profesionalidad, sin apenas margen para la improvisaci¨®n. No es que tengan que arrancarse a hacer punteos, cosa pr¨¢cticamente imposible dado el desprecio musical que sienten por el instrumento guitarra. Se trata m¨¢s bien del abuso de las posibilidades de protagonismo por parte de la bater¨ªa, sobre todo, y del bajo. Budgie posee un singular sentido de la creaci¨®n de ritmo que desarrolla en toda su extensi¨®n. A veces, las frases de la bater¨ªa sustituyen a la melod¨ªa de la voz. O a las melod¨ªas del bajo, potenciado con efectos. Steve Severin produce con su instrumento el dise?o de las canciones, mientras que la guitarra apenas se mantiene presente.
Sinuosos movimientos
La voz de Siouxie se mantiene solemne y dram¨¢tica, como en los mejores momentos, y su cuerpo se debate entregado a sinuosos movimientos, a esot¨¦ricas danzas como pertenecientes a un ritual m¨¢gico y misterioso que acompasa a los ritmos fren¨¦ticos de Budgie. Los viejos temas, Melt, Cascade, Christine, sirven para conjurar el entusiasmo de los fieles presentes y para pasar las p¨¢ginas de los nuevos temas, Bring me the head of the preacher man, Running town, We hunger y Red light. Es curioso descubrir c¨®mo los grupos de culto hacen reaccionar a su p¨²blico con tanto delirio.Lo mejor, a pesar del cansancio, viene en los bises: Painted bird, Arabian Nights, Spellbound e Israel, canci¨®n Con la que hasta ahora hab¨ªa comenzado sus shows. Y, despues, marcharse a la calle con la convicci¨®n de que Slouxie es un personaje para ver de cuerpo entero. Porque los conciertos no s¨®lo exigen un sonido excelente, sino tambi¨¦n unas inmejorables posibilidades de visibilidad.
Babelia
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