Presente de Uruguay, patria de pecados
La literatura, se sabe, nace de las limitaciones del lenguaje. No habiendo una palabra para cada matiz, menester es combinar las que existen para que digan lo que, abandonadas a s¨ª, no dar¨ªan siquiera lugar a que se sospechase. Hay, a veces, que aplastar y entremezclar las palabras en la paleta de modo que den el color justo. "Vagamente viuda de un militar", dice en alguna parte Borges, para comunicarnos el impreciso estado civil de una se?ora. El gran Quevedo, caudillo de idioma, se hab¨ªa valido mucho antes de aquel impecable hacia doncella para ubicar con exactitud la condici¨®n de una muchacha. Y plastificado las ¨ªnfulas y cuna dudosa de un mengano, defini¨¦ndole liquidatoriamente como hacia hidalgo.Mi espa?ol¨ªsima y montevidean¨ªsima abuela materna pertenec¨ªa a la cultura de la prudencia, que empieza como es sabido por no decir lo que no hay por qu¨¦. En su vida formul¨® de gente alguna ni la sospecha remota de que estuviesen mal casados. Alguna inevitable vez, sin embargo, sirvi¨¦ndose de un recoveco verbal usado entonces, pregunt¨® si determinada pareja no estar¨ªa casada por lo de Martorell". (Martorell era el nombre de una chocolater¨ªa que quedaba, hace 100 a?os, en la misma manzana que la catedral, sobre la calle que corr¨ªa detr¨¢s. En aquellos a?os de abanico, guardapelo y novenas a san Francisco Xavier, estar casado por lo de Martorell era, en esta orilla del Plata, estarlo por detr¨¢s de la Iglesia. Para decir estas cosas terribles, mi abuela y mujeres de su tiempo levantaban los ojos en un tenue aspaviento, que ha dejado de circular por completo ahora que las ni?as finas hablan como sargentos turcos).
Lo que intento decir es que llamar presidente de Uruguay al militar que ostente el cargo no pasa de una mera reducci¨®n abusiva. Vagamente Gobierno se le puede definir, a lo m¨¢s, como hacia mandatario. Presidente de la Rep¨²blica, pero por lo de Martorell. (La Constituci¨®n, buena, gracias. El actual presidente fue elegido por un cuerpo electoral de 26 generales, todos con charreteras, pero de los cuales no consta que estuviesen vacunados contra m¨¢s enfermedad que el leninismo).
Patria sin Gobierno (en vez de Gobierno hay, no m¨¢s, mando), Uruguay tampoco tiene nombre.
Llamarse un pa¨ªs Rep¨²blica Oriental del Uruguay (oriental es una referencia; Uruguay, un r¨ªo; rep¨²blica, un g¨¦nero) es tanto como si, desvanecida la palabra Espa?a, esa naci¨®n pasara a conocerse como Reino Meridional del Pirineo.
En este continente americano donde al afilado restallido de las voces espa?olas, con las ar¨¢bigas ra¨ªces, se suma la dulzura de las lenguas de indios (y donde el que no se llama Alc¨¢ntara se llama Sarand¨ª o Huasipungo), nosotros no nos llamamos nada. Pa¨ªs menos que P¨¦rez, en la Am¨¦rica de los motines y deg¨¹ellos, de las dictaduras y matanzas, ¨¦ramos sin embargo el min¨²sculo asilo de la dignidad pol¨ªtica, de la ley acatada, cultura, libertad y nadie m¨¢s que nadie.
Gan¨¢bamos al f¨²tbol simplemente para cobertura legal de la autoestima y, con fingida humildad, simul¨¢bamos aceptar aquella crasa estupidez de la Suiza de Am¨¦rica, emboscando nuestro desprecio por esos monta?eses vendedores de anonimato financiero, que sienten por el chocolate lo que nosotros por las mujeres.
?Qu¨¦ pecado tan grande debe ser el orgullo cuando tan duramente hemos tenido que expiarlo! En pago del envanecimiento, hace ahora tres lustros que estamos tragando l¨¢grimas. Y saliva. Que es peor, porque l¨¢grimas se tragan en la tragedia, y la saliva, en la humillaci¨®n.
De la paremiolog¨ªa espa?ola, sin embargo, aprendimos que no hay mal que dure 100 a?os. Ni cuerpo que lo resista. Ha sonado la hora de que los militares se vayan del, digamos, Gobierno de Uruguay, derrocados por la an¨®nima resistencia interior, metaideol¨®gica y extrapartidaria, de un pueblo sin caudillos que los repudia con la mand¨ªbula apretada, en cada calle y cada casa y cada plaza. Con p¨ªfanos llegaron y con estruendo de ollas y de cacerolas se van. Pero se van.
Arrogancia almidonada
No da aqu¨ª para hablar de lo que dejan. Cuando la incapacidad adviene a calibre de at¨®mica, y la arrogancia, almidonada de botones dorados, le multiplica los megatones, el paso de los incapaces va dejando hiroshimas como huellas en esa suerte de descalabro con vetas de holocausto que es como el halo que rodea a los pinochetismos.
Agotado y aislado en un pa¨ªs que ni los respeta ni los teme, el proceso -como con eufemismo dan en llamar a lo que representan- s¨®lo respira dentro de la pecera autoritaria que habita, porque ha aceptado poner definitiva y cercana fecha a su partida.
Fuera de la pecera, gesticula una deuda externa gigante y llora el salario real, jibarizado a menos de la mitad que hace 15 a?os. Cruje, en fin, todo el aparato social de un pa¨ªs crucificado en el monetarismo del militarismo, mientras derivan hacia el lastimoso deterioro las estructuras educativas, de salud, de seguridad social y de empleo.
Es verdad que antes de la crisis y de la dictadura las costumbres hab¨ªan cambiado. Muchas gentes primero dejamos de casarnos por la iglesia y, algunas, directamente dejaron de casarse. Nadie recuerda hoy a Martorell. Las propias chocolater¨ªas son una especie que hace d¨¦cadas no existe en Montevideo. (La ¨²ltima que conoc¨ª, hace 30 a?os, estaba en la calle de Andes y era atendida por un mozo peque?ito, nacido en La Coru?a. Se llamaba La Verbena).
Pero si chocolater¨ªas no hay, vitandos discursos militares, en cambio, sigue habiendo. La semana pasada, Uruguay tuvo ocasi¨®n de escuchar uno: aquel en que, por cadena general de televisi¨®n y de radios, el presidente ?lvarez nos amonest¨® y vituper¨® a los uruguayos pecadores.
Timerman observ¨®, hace meses, que a los salvadores castrenses del Cono Sur, antes que acusarlos hay que inducirlos simplemente a que hablen, como mejor manera de que dejen conocer la enajenada visi¨®n que los habita.
As¨ª considerado, el alarde o pieza oratoria del presidente uruguayo, general ?lvarez, fue completo. No le falt¨® ninguno de los esenciales ingredientes. Incluy¨® energ¨ªa, error, agravios, afirmaci¨®n arbitraria de verdad oficial, altaner¨ªa, execraciones, lapsos, confusi¨®n y amenaza. Espa?a, madre y patria, merece conocer un bot¨®n siquiera para muestra de estos modos peculiares de carburaci¨®n que caracterizan a este tipo de mentalidad.
Todos los partidos pol¨ªticos de Uruguay asistieron o apoyaron la reuni¨®n de la Internacional Socialista que acaba de cumplirse. De ello (y ella), por ejemplo, dijo ?lvarez:
"Observamos at¨®nitos c¨®mo l¨ªderes de partidos tradicionales buscan inspiraci¨®n, rinden cuentas y ofrecen explicaciones, sin rubor ni escr¨²pulos, a la Internacional Socialista en R¨ªo de Janeiro. Se integran, pues, a la organizaci¨®n rectora de la expansi¨®n del socialismo en el mundo. Del socialismo internacional y sin patria al marxismo esclavizante y sin alma no hay m¨¢s que un movimiento de ajedrez. Este se da en el momento oportuno y significa eljaque mate a la dignidad, libertad y seguridad de los pueblos. En pocas palabras, se pretende utilizar la actual coyuntura nacional para hacer del pa¨ªs una democracia bastarda.. ".
(Seg¨²n se ve, para el esp¨ªritu zahor¨ª del hacia presidente de Uruguay, la diferencia entre Olof Palme y Laurenti Beria es, apenas, un alfil; por arte de birlibirloque, como dir¨ªa Bergam¨ªn, es posible trasmutar a Felipe Gonz¨¢lez por Stalin: s¨®lo una torre los separa, seg¨²n ?lvarez.)
No es de extra?ar, despu¨¦s de estas visiones, que el presidentegeneral haya agregado que "las Fu rzas Conjuntas, ni arrepentidas ni avergonzadas, sienten que han sido usadas"- O, en un estilo m¨¢s mussoliniano, que mientras "las Fuerzas Conjuntas est¨¦n de pie, la Rep¨²blica no estar¨¢ de rodillas".
Para terminar con la infaltable amenaza: "Tanto desde el Gobierno como desde el llano, seguiremos atentos y vigilantes...".
Mesianismo antidemocr¨¢tico
Advertencia que no s¨®lo es amenaza sino proclamaci¨®n, con chumbo grueso, de legitimidad mesi¨¢nica antidemocr¨¢tica. Esto es: que cuando deje la Casa de Gobierno, el general (y quienes aparezcan englobados en esa primera persona del plural de que se vale) pasar¨¢n a vivir directamente en lo de Martorell.
Para ellos el delirio consiste en que Martorell es leg¨ªtimo; la legitimidad, no. En su visi¨®n, el altar o el registro civil apenas forman concubinatos y bastardos. Martorell, en cambio, uniones sacrosantas, incontaminadas de socialdemocracias o izquierdismos, esos que, ya se sabe, ajedrez mediante, derivan hacia Mosc¨². Para corregir la lisa rotundidad de algunos vocablos, el gran Quevedo no s¨®lo usaba el hacia. Usaba tambi¨¦n elfondo en. De una tela o tapiz decimos hoy que tiene flores rojas sobre fondo azul. En el siglo inconmensurable dec¨ªase en Espa?a que una tela era de flores rojasfondo en azul. As¨ª, de un personaje de su tiempo o de sus libros, observ¨® Quevedo, usando el giro, que era fondo en tonto.
Confiemos que nadie podr¨¢ meter palos entre los radios de la rueda de la democracia que renace en Uruguay. Pero los ojos est¨¢n para ver. Vagamente libre, el presente oriental de Uruguay es un hacia democracia, ardiente combativa esperanza de pueblo, fondo en 23 de febrero. As¨ª.
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