El milagro ante el Osasuna no alivia el estr¨¦s del Madrid
Santillana, uno de esos jugadores que merecen respeto profundo, incluso cuando est¨¢ fuera de forma, logr¨® lo que parec¨ªa imposible: avivar la pol¨¦mica entre los que opinan que milagros como el de Lourdes existen y los esc¨¦pticos en el tema. Pero no alivi¨® con su gol el estr¨¦s de un equipo, el Madrid, que anoche sonroj¨® al m¨¢s ac¨¦rrimo de sus hinchas. Amancio, el entrenador, al menos podr¨¢ recordar un hito sin precedentes en el f¨²tbol espa?ol: el p¨²blico abronc¨® a su equipo segundos despu¨¦s de haber respirado con el tanto de Santillana y le demostr¨® al t¨¦cnico que no basta con ganar en el ¨²ltimo minuto aunque sea con un gol legal y no de penalti injusto. Van Himst, entrenador del Anderlecht, pr¨®ximo rival en la Copa de la UEFA, presenci¨® el partido. Sonriente.Las jugadas m¨¢s aplaudidas fueron aquellas en las que el bal¨®n rebot¨® involuntariamente en la espalda del ¨¢rbitro y provoc¨® dos acciones de ?ataque? madridista. En la vida, aunque tambi¨¦n de esto hay que dudar ya, tendr¨¢ Osasuna ocasi¨®n m¨¢s f¨¢cil de humillar al Madrid en el Bernab¨¦u. Los navarros, que hasta visten de rojo, como el Liverpool, dieron imagen de equipo experto en cientos de batallas europeas; afortunadamente para Amancio, s¨®lo en lo relativo a la cl¨¢sica flema brit¨¢nica. Demasiada tranquilidad. Seguramente se dijeron que ah¨ª enfrente ten¨ªan un flan de nervios y se limitaron a observarlo sobre el plato, sin atreverse a degustarlo.
En la ruleta rusa que aparece en el vestuario o la sala del hotel antes de que Amancio facilite la alineaci¨®n -lo hace como Miguel Mu?oz, el seleccionador, dos horas antes del partido- ayer sali¨® esto: Sanchis, que era un buen medio para jugar por delante de la zaga y que se ha pasado la temporada como extremo derecho, actu¨® de defensa central en lugar de Fraile; Gallego, que con sus virtudes y defectos ten¨ªa una forma propia de enlazar en la media y al que Amancio ha convertido en un jugador desquiciado y al borde de la camisa de fuerza, piensa ahora m¨¢s en tener la mala leche que le ha pedido el t¨¦cnico que en jugar con tranquilidad el bal¨®n, y, claro, ya ni lo juega; Santillana, que est¨¢ inquieto porque considera que las cr¨ªticas no son justas con ¨¦l, parece un novato cuando entrega el bal¨®n; Valdano se pas¨® anoche pensando, posiblemente, en alg¨²n libro de Borges; Mart¨ªn V¨¢zquez, a la izquierda, no dio una a derechas; y Butrague?o, que sali¨® tras el descanso, quiere convertirse en el flautista de Hamel¨ªn y alterna melod¨ªas brillantes con abuso del instrumento.
Por lo dem¨¢s, todo sigue como siempre, es decir, Stielike y Michel. Por riguroso orden de aparici¨®n. El alem¨¢n es el ¨²nico que no ha perdido la fe en s¨ª mismo. Todo un m¨¦rito, tal como est¨¢n las cosas por el vestuario. El centrocampista parece haberla recuperado, aunque nunca se sabe qu¨¦ ocurrir¨¢ ma?ana. Los dem¨¢s se miran y no se encuentran, se desesperan, se intercambian reproches, levantan los brazos y arrastran los pies. Agust¨ªn, el meta que volvi¨® a la titularidad, lo tiene muy claro: "Aqu¨ª hay un problema de confianza. Hace falta un psic¨®logo". Que lo fiche Molowny.
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