Nicaragua y la democracia
La indignaci¨®n de J. Sol¨¦ Tura (EL PA?S, 16 de noviembre) ante el incalificable acoso a Nicaragua por parte de la Administraci¨®n Reagan la compartimos no pocos ciudadanos. Las elecciones nicarag¨¹enses, con todas sus limitaciones, fueron t¨¦cnicamente correctas y el triunfo electoral de los sandinistas, inobjetable. Observadores directos de los comicios como lord Kennet (porta voz del SDP brit¨¢nico para Asuntos Exteriores) e incluso alguien tan poco predispuesto como David Ashby, diputado del Partido Conservador del Reino Unido, lo han reconocido sin ambages (The Guardian, 7 de noviembre de 1984). A ese respecto, la reticente actitud oficial tan reiteradamente exhibida en Espa?a por el partido del Gobierno es -por qu¨¦ no decirlo- de las que producen verg¨¹enza ajena.-
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