En las faldas de Sierra M¨¢gina
Al este de Ja¨¦n se levanta el ¨²ltimo reducto de la Espa?a musulmana
Baja Huelma de las rocas al llano, haci¨¦ndose amplio y an¨®nimo en su crecimiento, empinado y hermos¨ªsimo en su n¨²cleo alto, el primitivo. Las calles siguen las fatigosas formas de las estribaciones de la Sierra M¨¢gina, monta?as peladas, parajes olvidados, extensiones rocosas api?adas al este de Ja¨¦n, en los l¨ªmites de la provincia con Granada. La carretera nacional que viene de Guadix y, m¨¢s all¨¢, de Almer¨ªa, lo cruza en su ensanche y deja a¨²n lejos plazas y piedras agrupadas en torno al que fuera famoso castillo. Hablan los libros con igual insistencia de su antig¨¹edad y de los sufrimientos que a todos costaron -moros y cristianos- sus sucesivos asedios. Hoy unas cuantas piedras que recuerdan la forma de la antigua fortaleza que tomara al enemigo el m¨¢s conocido de los Mendoza, el marqu¨¦s de Santillana, siguen vigilando la poblaci¨®n. Pero sin duda alguna lo m¨¢s hermoso de Huelma es su iglesia, soberbia, que construy¨® el gran Vandelvira, nacido ¨¦l tambi¨¦n a la sombra de otra sierra, la de Alcaraz. Fiel a los c¨¢nones renacentistas, toda ella de siller¨ªa, se levanta solemne a los pies del castillo, en lo alto del pueblo.Se hace la sierra pura piedra, precipicio rocoso, desolaci¨®n cortada de sorpresa. La carretera se introduce levemente en ella dejando a mano derecha territorios intocados, manchas de carrascas y un persistente olor a tomillos y romeros. Curvas y m¨¢s curvas, 17 kil¨®metros lentos que desembocan como de milagro en Cambil, un pueblo blanco materialmente escondido entre dos grandes pe?ascos, el Enge?o y el Achuelo, y dividido al mil¨ªmetro en dos partes iguales por el r¨ªo Villanueva. Un caser¨ªo de cuento, defendido en su oculta entrada por dos fortalezas trepadas en cada uno de los cerros, la de Cambil y la de Alhabar, que se abre nada m¨¢s traspasar la disimulada garganta en plazas y calles, en casas que cuelgan en las mismas aguas del r¨ªo. Un pueblo tan intrincado que se mantuvo en manos musulmanas hasta los ¨²ltimos a?os de la reconquista, con densa historia de sitios y asedios. Y con una ¨²ltima sorpresa: el precioso retablo que guarda su iglesia parroquial.
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