Los mineros hacen techos bajo tierra
La explosi¨®n que cost¨® tres vidas en una mina resucita el debate sobre la seguridad
"Para bajar a la mina cada d¨ªa hace falta tenerlos bien puestos, pero esto se hace por dinero y porque no hay otra cosa", comenta un parroquiano en el bar Valerio, de Lillo, un pueblo que es como un barrio de Fabero. Hoy, tres d¨ªas despu¨¦s de que el gris¨² -un gas asesino que no es inquilino usual de las minas de esta zona- arrebatara, como un rel¨¢mpago, tres vidas y quemara gravemente a otros nueve compa?eros, los ¨¢nimos est¨¢n sobrecogidos y la zona est¨¢ de luto. Este a?o, Santa B¨¢rbara, la patrona, que se celebra el 4 de diciembre, va a ser un d¨ªa de silencio, rompiendo por una vez la secular algarab¨ªa de estos hombres de las profundidades cada vez que hay que divertirse.El gas acumulado en una galer¨ªa de la mina R¨ªo, que estall¨® el pasado lunes como una bomba a m¨¢s de 300 metros de la superficie, ha sido un aldabonazo que ha resucitado en todas las conciencias una palabra m¨¢gica en estos pagos: la seguridad. La pol¨¦mica, aun en susurros, est¨¢ en boca de todos. Para unos, no se cumplen las normas, y con las suficientes prevenciones la desgracia se habr¨ªa evitado. CC OO ya ha presentado una denuncia, y UGT, seg¨²n el responsable comarcal del sindicato, Eumenio Fern¨¢ndez, est¨¢ dispuesta "a ir hasta el final" una vez se conozca el resultado de las investigaciones ;
En el grupo R¨ªo no hab¨ªa comite de seguridad e higiene, seg¨²n el responsable de CC OO en Fabero, Herm¨®genes Mart¨ªnez, miembro a la vez del comit¨¦ de empresa de la mina siniestrada. "Desde hace dos a?os", asegura, "venimos exigi¨¦ndolo, pero la direcci¨®n siempre ha dado largas". Ahora se recuerda que en una mina hoy abandonada, contigua a la del accidente, ya se registraron indicios de gris¨².
Otros se defienden. Argumentan que la ventilaci¨®n era suficiente y que "la tragedia se ha politizado desde todos los frentes", en opini¨®n de Mario Moliner, consejero delegado de Combustibles de Fabero, la sociedad propietaria.
"A pesar de la violencia de la explosi¨®n", dice, "s¨®lo cinco cuadros (entibaciones met¨¢licas o de madera que soportan la galer¨ªa) cedieron, y el hundimiento fue m¨ªnimo".
La ley no se cumple
Y todo esto ha sucedido en una de las minas mejor equipadas, seg¨²n se?al¨® el propio director general de Minas, Juan Manuel Kindel¨¢n, que la se?al¨® como modelo a conseguir en el a?o 2000 por otras explotaciones de la zona. Pero hay algo que todos parecen admitir: la legislaci¨®n, anticuada, no se cumple estrictamente "porque ser¨ªa pr¨¢cticamente imposible trabajar con todas esas limitaciones". Y todos, trabajadores, t¨¦cnicos y directivos, expresan su esperanza de que esto sirva para corregir las deficiencias, para que las autoridades se sensibilicen del problema.
El gris¨² es m¨¢s escandaloso, pero la mina, con menos estruendo, siempre se cobra un precio caro. Aqu¨ª, en El Bierzo, la amenaza m¨¢s frecuente es el derrumbe, la probabilidad siempre latente de que, a pesar de todas las seguridades, algo ceda y pille a un hombre debajo. En lo que va de a?o han muerto otros 15 mineros, tres de ellos por asfixia en el pozo Frelan.
Los mineros hacen techos a 30, 50 o m¨¢s de 100 metros bajo tierra, y a veces los costeros (rocas), a pesar de entibados, bulonajes o cementos inyectados para suprimir las fisuras, se dejan llevar por la fuerza de la gravedad. Valent¨ªn Guti¨¦rrez lleva 24 a?os, m¨¢s de la mitad de su vida, atado a una silla de ruedas. El 11 de octubre de 1960, en la mina Valdeguiza, un costero le parti¨® la columna y le seg¨® la medular. Entonces era vagonero. Ahora, de cintura para abajo, Valent¨ªn es hombre muerto.
En esta zona las minas son un lugar vecino, donde estos hombres vieron a sus abuelos ganarse el pan. ?ste es un trabajo duro que, si lo piensas, da miedo, pero al final uno se acostumbra. "Los primeros d¨ªas llor¨¦ en la mina. Verme all¨ª dentro... Lo aceptas por narices, porque ves que los dem¨¢s lo hacen", comenta en el corrillo Florencio Quiroga, 33 a?os, que lleva dos de baja por enfermedad. La muerte de un compa?ero reaviva el miedo, y "ahora, cuando se entra, uno tiene el presentimiento de que pueda sucederle lo mismo". Para Herm¨®genes Mart¨ªnez, un dirigente sindical de 25 a?os, "todo minero tiene miedo; quien diga que no, miente".
Los pulmones se hacen de piedra
Trabajar en la mina es tambi¨¦n tener una vida a cr¨¦dito, cuyo plazo no se sabe. Existe un temor menos fuerte, pero m¨¢s persistente en la memoria. Se trata de la silicosis, que es ponerse enfermo porque los pulmones se te hacen de piedra y casi no puedes respirar. Aunque los sistemas de irrigaci¨®n, las mejoras en las ventilaciones, han reducido una parte del da?o de ese polvo de s¨ªlice, todos saben que en 10, 15 o pocos m¨¢s a?os de trabajo ser¨¢n hombres enfermos. No se puede hacer mucho m¨¢s, porque "un picador con mascarilla no puede trabajar, se asfixia". Eumenio Fern¨¢ndez, l¨ªder de UGT y minero desde hace 18 a?os, denuncia casos de compa?eros que Ilevan 15 a?os clasificados (primer grado de contaminaci¨®n, que no da derecho a retiro), y en las revisiones de cada a?o se les dice que pueden seguir en el tajo". El sindicato exigir¨¢ que se revisen las juntas clasificatorias y los tribunales m¨¦dicos.
Cuando se toca el tab¨² de la enfermedad profesional del minero s urgen los ejemplos excepcionales, como aquel que Ilevaba 20 a?os en el interior y ten¨ªa los pulmones como la leche". Pero Daniel Guti¨¦rrez tiene 38 a?os. Estuvo 18 picando y lleva cuatro retirado. Cobra 50.000 pesetas. Daniel cuenta que cuando le dieron el retiro estaba desanimado. "Lo peor es que no sabes si vas a durar cuatro, si cinco. Esto mata poco a poco, y puedes llegar a echar los pulmones por la boca. Yo, de momento, tenga fuerte la sangre".
Una mina es un traj¨ªn constante, un repetido vaiv¨¦n de materiales, personas, escombros y mineral. El plano es una gruta construida esencialmente para dar cabida a una cinta sinf¨ªn o a los carriles por los que circulan las vagonetas, instrumentos vitales para sacar el mineral. Por ¨¦l se desciende progresivamente, con pendientes en torno al 15%, hasta el fondo.
En la mina Maur¨ªn, tambi¨¦n propiedad de Combustibles de Fabero, hay que recorrer 800 metros para llegar a una profundidad algo superior a 100. En una penumbra de luces oscilantes, la temperatura cambia, y hay lugares de humedad fr¨ªa y otros que producen un calor como de atm¨®sfera abotargada. A ambos lados, y perpendiculares al piano, se construyen las galer¨ªas, que dejan al descubierto las vetas de carb¨®n a la altura de un hombre, con un grosor que aqu¨ª es de 60 cent¨ªmetros. Las galer¨ªas se hacen a base de dinamita.
Los picadores se abren hueco y, arrastrados, con los martillos compresores, extraen como por tiras la capa de mineral que queda entre dos galer¨ªas. Entonces, a muchos metros bajo tierra, queda un hueco, que se mantiene a base de s¨®lidos castilletes de madera hasta que ese queso de antracita ha sido arrancado totalmente. Cuando un hombre est¨¢ all¨ª metido no puede evitar pensar, de cuando en cuando, que algo puede ceder y ya est¨¢ atrapado. Una vez que ese trozo de unos 6.000 metros cuadrados de superficie est¨¢ explotado, se abre otro frente y, con el tiempo, el hueco es absorbido por el peso de la tierra.
En El Bierzo hay unas 60 empresas mineras, m¨¢s si se cuentan las cuencas adyacentes, que tienen una fuerte ligaz¨®n comercial con la comarca, en las que trabajan 6.000 personas. Los picadores, los mejor pagados, pueden cobrar entre 100.000 y 200.000 pesetas al mes, raramente m¨¢s, porque el baremo es el destajo, y el salario guarda relaci¨®n directa con el fruto del esfuerzo personal de cada d¨ªa. Este sistema propicia imprudencias por parte de los propios trabajadores, afanados en restar m¨¢s metros a la veta.
Lo peor son los chamizos
Pero lo peor son los chamizos, de los que se cuentan m¨¢s de 30 s¨®lo en la zona de Bembibre. El chamicero es un empresario de fortuna que busca un negocio r¨¢pido y de poco riesgo obteniendo el carb¨®n f¨¢cil. Esto impide una explotaci¨®n racional del yacimiento, porque son pozos que se cierran cuando los costes empiezan a subir como la espuma. Son empresarios piratas que emplean sin seguro, s¨®lo con p¨®liza de accidentes, a retirados y gente sin papeles. En El Bierzo hay 4.000 extranjeros (portugueses, paquistan¨ªes y otros de pa¨ªses africanos), la mitad ?legales, presa f¨¢cil de estos aventureros del carb¨®n.
Un facultativo de minas, el director responsable de un pozo, considera que los mineros de all¨ª abajo son nobles, pero exigentes y, sobre todo, solidarios. Estos hombres, que trabajan arrastrados entre agua y polvo, son a veces indomables. El Bierzo no es zona de graves conflictos, pero algunos quedar¨¢n, imborrables, para la historia. Hace cuatro a?os, en una explotaci¨®n de Antracitas de Gaiztarro, la empresa mayor de la comarca, se produjo un conflicto. Seis productores fueron detenidos y procesados, acusados de secuestro por un ingeniero retenido en el encierro dentro de la mina. El 25 de abril de 1980 muchos bajaron a Ponferrada a exigir la liberaci¨®n de los detenidos. Joaqu¨ªn S¨¢enz, de 34 a?os, que trabajaba en otra mina, no pudo resistirlo: se roci¨® de gasolina y se prendi¨® fuego en la plaza del Ayuntamiento. El juez decret¨® la libertad de los detenidos, que contin¨²an en la mina. El ingeniero se march¨® de la comarca. Joaqu¨ªn muri¨® meses despu¨¦s en la unidad de quemados de Baracaldo. Hoy casi nadie quiere hablar de aquello.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Accidentes laborales
- Comarcas
- El Bierzo
- RIO
- Ayuntamientos
- Administraci¨®n comarcal
- Enfermedades laborales
- Provincia Le¨®n
- Administraci¨®n local
- Riesgos laborales
- Castilla y Le¨®n
- Enfermedades
- Accidentes
- Seguridad laboral
- Espa?a
- Medicina
- Empresas
- Condiciones trabajo
- Trabajo
- Sucesos
- Salud
- Econom¨ªa
- Administraci¨®n p¨²blica
- Siniestralidad laboral