El congreso del Partido Reformista
?ES EL Partido Reformista Democr¨¢tico (PRD) una opci¨®n posible o est¨¢ condenada a perecer en la esquizofrenia pol¨ªtica: dos l¨ªderes, dos partidos en realidad dentro de ese mismo, y por si fuera poco dos centros pol¨ªticos concurriendo a las urnas por caminos diferentes? Sea como sea, su primer congreso culmina la llamada operaci¨®n Roca, encaminada a la formaci¨®n de una alternativa de derecha capaz de presentar en el resto de Espa?a una oferta homologable con la f¨®rmula. impuesta en Catalu?a por Converg¨¦ncia. La incorporaci¨®n del grupo liberal fundado por Antonio Garrigues y de antiguos militantes y simpatizantes de UCD, alejados de las luchas entre los barones centristas, establece elementos de continuidad con la transici¨®n.El PRD aspira a recuperar parte del espacio invadido en las ¨²ltimas elecciones por el PSOE, al que se sumaron votos del centro derecha, y por Coalici¨®n Popular, en sus sectores m¨¢s moderados. Se intenta romper el esquema de bipartidismo imperfecto e incorporar a las ofertas pol¨ªticas existentes una opci¨®n inequ¨ªvocamente democr¨¢tica sin renunciar a su car¨¢cter conservador o derechista. Los reformistas propensos al optimismo especulan con la posibilidad de hacer suyos los votos depositados el 28-0 en favor de las opciones centristas (los 2.100.000 sufragios de UCD y del CDS), rescatar algunos de los cientos de miles de votos prestados al PSOE y ganarse la confianza de aquellos que no quer¨ªan el triunfo socialista y respaldaron a Coalici¨®n Popular contra su deseo, por el argumento del voto ¨²til. Esas expectativas no toman en consideraci¨®n que Adolfo Su¨¢rez y su CDS no han querido sumarse a la operaci¨®n Roca.
Las elecciones locales de la primavera de 1983 y los reiterados y coincidentes sondeos de opini¨®n posteriores confirman que Alianza Popular no est¨¢ en condiciones de desbancar en las urnas al PSOE y que s¨®lo una opci¨®n de derecha moderna podr¨ªa aspirar a recibir del centro del electorado votos suficientes para suprimir o condicionar la hegemon¨ªa socialista. El PRD pretende presentarse como la alternativa posible al poder socialista y es desde este punto de vista desde el que resulta m¨¢s interesante su creaci¨®n. La soledad del PSOE frente al poder genera su prepotencia y lo imposible de la alternativa Fraga contribuye a la desesperanza democr¨¢tica de la derecha y, por tanto, a sus coqueteos con maniobras involucionistas.
El PRD instala al "liberalismo progresista" como su ideolog¨ªa b¨¢sica (aunque la expresi¨®n no figure en la denominaci¨®n del partido). La definici¨®n parece excesiva. El liberalismo progresista ha estado hist¨®ricamente en nuestro pa¨ªs afincado en la izquierda, benefici¨® con sus votos al PSOE en las ¨²ltimas elecciones y no se ven signos, ni por sus l¨ªderes ni por su conformaci¨®n social, de que el PRD pueda efectivamente representar esa tendencia en el espectro espa?ol. Pero los quebraderos de cabeza del PRD parecen provenir sobre todo de sus dificultades de organizaci¨®n, su indefinici¨®n de liderazgo y su estrategia de alianzas. El partido desea hacer compatible el car¨¢cter unitario de la organizaci¨®n con su estructura interna federal; afirma su intenci¨®n de actuar en toda Espa?a, excepto en Catalu?a, donde quiere alcanzar acuerdos con Converg¨¨ncia para desarrollar una pol¨ªtica conjunta. Pero Catalu?a no es la ¨²nica excepci¨®n. Sin renunciar en el futuro a desplegar su actividad electoral en el Pa¨ªs Vasco, el partido ha decidido una autolimitaci¨®n" temporal en esa comunidad aut¨®noma. Y las pr¨®ximas elecciones de Galicia, en las que Alianza Popular se juega en buena medida su futuro, enfrentar¨¢n al PDR con la necesidad de aceptar las propuestas de Coalici¨®n Gallega, formaci¨®n hom¨®loga al reformismo que se resiste a integrarse en un partido unitario.
Tampoco el PRD ha resuelto, de manera inequ¨ªvoca, sus problemas de liderazgo. M¨ªrese por donde se mire no deja ser anormal que Miquel Roca, cabeza indiscutible e imprescindible de la opci¨®n reformista, contin¨²e militando en Converg¨¦ncia Democr¨¢tica, sea el portavoz de la minor¨ªa catalana en el Congreso y no pueda aparecer formalmente como el dirigente m¨¢ximo del PDR. Ser l¨ªder de dos partidos a la vez es algo tan dif¨ªcil e impensable que a¨²n contando con las indudables dotes de pol¨ªtico y parlamentario de Roca, mucho nos tememos fracase en tan singular empe?o. Sobre todo si se tiene en cuenta que el car¨¢cter nacionalista de la propuesta de Roca en Catalu?a se viene basando hist¨®ricamente en los agravios recibidos de Madrid y del resto del Estado.
Pero pese a todas esas dificultades, el esfuerzo por crear una alternativa posible al poder debe ser elogiado y es muy de se?alar el valor de Roca al intentarlo. El ¨¦xito depende por lo dem¨¢s, en gran parte, de cual sea la actitud de Adolfo Su¨¢rez. Si la situaci¨®n actual no cambia, los ciudadanos atra¨ªdos por el centrismo tendr¨¢n que escoger entre la opci¨®n reformista y el CDS de Su¨¢rez, que prosigue contra viento y marea la tarea de reconstruir desde la base su carrera pol¨ªtica.
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