Mar¨ªa Zambrano pide "un poco de luz y no m¨¢s sangre" para su tierra
La pensadora habla del dolor, los fil¨®sofos y la risa una semana despu¨¦s de volver a Espa?a
Acompa?ada por Julia Castillo, joven poeta a la que Mar¨ªa Zambrano profesa un gran cari?o, flanqueada por las paredes blancas de un piso que acaba de estrenar, la pensadora agota cigarrillo tras cigarrillo, y de vez en cuando r¨ªe y tose; todo en ella es leve, menos la fortaleza de su ¨¢nimo, que le mantiene enhiesta como la ca?a dulce, el fruto que le es m¨¢s querido y cuya nostalgia le lleva a una infancia luminosa. Mezcla el recuerdo del dolor con la necesidad de la risa, y al hablar de este pa¨ªs reclama lo que quer¨ªa Miguel de Cervantes para su tierra, un poco m¨¢s de luz y no m¨¢s sangre.Mar¨ªa Zambrano se confiesa una persona de cualquier tiempo, siempre que ese tiempo est¨¦ relacionado con el sue?o. La lista de sus fil¨®sofos preferidos es un ejemplo de su heterodoxia, que ella subraya con una risa constante que le mantiene l¨²cida y viva: Spinosa y Nietzsche ("aunque ¨¦ste parezca el contrario de aquel"); Cervantes, san Juan de la Cruz ("el m¨¢s grande poeta del mundo"), la filosof¨ªa de los Sonetos de amor de Quevedo, Poeta en Nueva York, Rafael Alberti, Miguel Hern¨¢ndez, C¨¦sar Vallejo... La casa est¨¢ casi sin habitar, pero tiene Mar¨ªa un vecino ilustre, el Guernica de Picasso, que est¨¢ en el Cas¨®n del Buen Retiro. No lo ha ido a ver. "Como no ten¨ªa que pintarlo yo viv¨ª el Guernica en Espa?a". Mar¨ªa Zambrano no explica excesivamente sus iron¨ªas, as¨ª que se queda callada, disimulando su largo sentido del humor.
Pregunta. Mar¨ªa, ?qu¨¦ humor tiene usted en Espa?a hoy?
Respuesta. ?Que si tengo humor? ?Claro! Pero si eso fue lo que nos dejaron. Si llegamos a perder el humor y la risa, la risa buena y la risa y el llanto, es que quiz¨¢ nuestra libertad, que ha sido tan caramente comprada, no exist¨ªa, pues era esencialmente eso: poder re¨ªr y llorar, y poder hablar. La palabra era muy delicada, y hemos atravesado, suponiendo que el verbo sea justo, situaciones muy dif¨ªciles, muy complejas, y adem¨¢s el exilio fue tambi¨¦n di¨¢spora, nos dejamos de ver, de tener comunicaci¨®n, entre otras cosas, porque hab¨ªa muchas bajas, muchas desde el principio. Mi generaci¨®n, por ejemplo, a la que yo llamar¨ªa la del toro, fue sacrificial, fuimos el toro nosotros. Yo he sido toro, y s¨¦ lo que es eso.
P. ?El exilio empieza y termina o no se acaba jam¨¢s?
R. Yo creo que el exilio es un ser, que el ser refugiado es un extranjero, que uno se refugia donde puede y a veces con mucho acierto. Pero el exilio es un ser. Se es exiliado, y quiz¨¢ el exiliado lo es desde el principio. Quiz¨¢ es que uno naci¨® exiliado.
Crear en el exilio
P. ?Y c¨®mo se mantiene dentro del exilio la capacidad de crear?R. Porque quiz¨¢ la capacidad de crear se d¨¦ mejor en un desierto, en un exilio. La creaci¨®n proviene de la revelaci¨®n y las revelaciones se han dado siempre en el desierto.
P. ?D¨®nde ha sentido usted m¨¢s el desierto?
R. No me hizo falta salir de Espa?a para sentirlo. Yo creo que eso va en la capacidad o en esa riqueza que se paga tambi¨¦n, todo se paga, para que se consiga una especie de desierto de soledad sin nombre; y esa soledad aparece quiz¨¢ en los momentos en que se tiene todo, como tambi¨¦n sucede que en el momento en que todo es desagradable llega una onda de felicidad.
P. Usted dijo al llegar a Madrid que no regresaba porque nunca se hab¨ªa ido.
R. Es la verdad. Nunca me he ido. Yo soy de Espa?a. Yo no es que sea espa?ola, soy de Espa?a, y la verdad es que no puedo dejar de serio. Y soy exiliada porque es la ¨²nica forma que he tenido de ser espa?ola.
P. ?C¨®mo es una persona libre?
R. Cuando puede estar sola, cuando puede pensar. Cuando tiene, sobre todo, tiempo. Quiz¨¢ la libertad se gana y se hace. La libertad es v¨¢lida cuando uno la hace o cuando se hace en colaboraci¨®n, siempre hacen falta las leyes, pero la ra¨ªz de la libertad y el ser de la libertad se hace.
P. Para una mujer como usted debe haber sido dif¨ªcil, tanto en sus tiempos de Espa?a como fuera de Espa?a, ser una mujer libre.
R. Yo no quer¨ªa ser una mujer libre. Si hubiera querido ser una mujer libre, hubiera incurrido en el error m¨¢s grande y destructivo. No hay que querer ser nada. Hay que querer servir y conocer, y sobre todo cuando se es mujer. Ya s¨¦ que estoy diciendo una herej¨ªa para los tiempos de hoy.
P. Mirando hacia atr¨¢s, ?cu¨¢les ser¨ªan las ideas que usted ha aportado, tanto a su generaci¨®n como a las generaciones sucesivas?
R. Yo no he vivido de ideas, sino de experiencias. Yo no he conocido nada que no haya sufrido y padecido al mismo tiempo. Yo he vivido ese saber que aparece en la tragedia griega, en Agamen¨®n, cuando se dice que el mismo Dios ha de aprender padeciendo.
P. Hay una frase que usted dijo una vez y parece que resume mucho su actitud ante la vida; dec¨ªa usted: "No hay que buscar". Todo lo que ocurre ?nos viene naturalmente? ?Qu¨¦ hacemos nosotros para que ocurra?
R. Tener calma, no precipitarnos. No ponernos delante de la realidad. Mire, por ejemplo, hay personas que van a abrir una puerta para que usted pase, pero al mismo tiempo que la abren se ponen delante, y entonces le han abierto la puerta, pero usted no puede pasar.
P. Usted viene de una tierra luminosa, que es M¨¢laga.
R. Bueno, yo, en M¨¢laga, s¨®lo estuve tres a?os; de all¨ª fui a Ja¨¦n, y de all¨ª a Madrid, y de Madrid a Segovia, y de Segovia, a Madrid, y de Madrid al exilio.
P. ?C¨®mo se vive la bruma del exilio y c¨®mo se enfrenta uno con la luz de este pa¨ªs?
R. Viniendo en el avi¨®n desde Ginebra, mi amigo Jes¨²s Moreno me cerraba la ventana con una inmensa delicadeza, y cuando yo me di cuenta de que era la luz de Espa?a la que me trataba de ocultar, entonces me puse de tres cuartos para no verla, porque si yo me quedo prendida de esa luz hoy no estar¨ªa aqu¨ª.
P. Hay quiz¨¢ en este pa¨ªs un desconocimiento b¨¢sico de su obra por culpa de tantos a?os de silencio.
R. Pero mire, es que cuando me hablan de mi obra yo no s¨¦ lo que es mi obra. Yo he ido dando, haciendo lo que he podido. Eso no es nada al lado de lo que tengo; me da verg¨¹enza decirlo, pero tengo kilos de papeles in¨¦ditos.
P. ?Qu¨¦ dice usted b¨¢sicamente en esos papeles?
R. ?Ay, Dios m¨ªo! El n¨²cleo principal son los sue?os y el tiempo, de lo cual he dado poqu¨ªsimo. En El sue?o creador he dado algo, pero de los sue?os y el tiempo tengo... ?Ay, me da verg¨¹enza hablar de estas cosas! Del sue?o, lo esencial est¨¢ dicho: el punto de partida, lo que yo llamo la piedra. Pero hay que seguir, porque luego hay los sue?os que van a la historia, los sue?os que van a la poes¨ªa, los sue?os que son trascendentes.
P. ?C¨®mo en una realidad tan dura como la que ha tenido que sufrir ha podido seguir aunando la reflexi¨®n sobre la realidad con un lenguaje fundamentalmente po¨¦tico? ?C¨®mo ha mantenido usted la frescura del lenguaje?
R. Porque ten¨ªa que hacerlo. Porque yo nunca me he quedado sin patria. Mi patria era el idioma, el idioma espa?ol, y mi patria eran mis amigos.
P. ?Tiene una historia como la suya rinc¨®n para el recelo, para el resentimiento?
R. No. Si lo tuviera, el resentimiento ser¨ªa enteramente destructor, y no, no tengo rencor. Se dice de m¨ª, o se ha dicho de m¨ª, que soy fiel a la Rep¨²blica. Pero yo he aceptado no la Monarqu¨ªa, pero s¨ª a este Rey y a su esposa. Y eso ya lo he dicho cuando acept¨¦ el Premio Pr¨ªncipe de Asturias. Yo me enter¨¦ de que exist¨ªa el premio cuando me lo dijo el presidente del jurado, mi amigo de siempre el fil¨®sofo Jos¨¦ Ferrater Mora; cuando me ofrecieron el galard¨®n dije que estaba de acuerdo, y ¨¦l me dijo que don Juan Carlos es el primer Rey republicano. Hay un momento en que lo que cuenta es que Espa?a subsista. Si en la Rep¨²blica, como siempre he dicho, asom¨® su rostro m¨¢s bello y verdadero, hay que ser fiel a eso, y no a los hombres, a los que tambi¨¦n lo soy. Pero, ?es que pueden ahora los republicanos seriamente intentar una restauraci¨®n republicana? El problema no es el mismo, es la convivencia, es que Espa?a subsista sin nacionalismos, de acuerdo con ella misma, ?no le parece? Entonces yo soy fiel a la Rep¨²blica, yo soy fiel a Espa?a. Si los Reyes de hoy lo son tambi¨¦n, coincidimos.
Personajes vivos
P. En su juventud han figurado personajes de la trascendencia creativa de Ortega, de Zubiri, de Garc¨ªa Morente, de Salinas. Usted, ?los recuerda o los vive?R. Yo los vivo. Y si no est¨¢n vivos, pues peor para ellos que se tienen que dejar.
P. ?Usted ha seguido el pensamiento espa?ol m¨¢s reciente?
R. He le¨ªdo algunos, pero confieso que todo ello ha venido a mi vida cuando estaba en per¨ªodo francamente de sufrimiento. Yo no quiero hablar de mis dolencias y tampoco del ¨²ltimo per¨ªodo de la muerte de mi hermana. Fueron tres a?os de sufrimientos muy grandes.
P. ?Qu¨¦ es el dolor?
R. Pues ?buena cosa pregunta usted, amigo! Yo dir¨ªa que hay que saber sufrir, y cuando se sabe sufrir aparece el dolor, y si no se sabe sufrir, entonces el sufrir nos aplasta, nos hunde. Hay que sostenerlo. La condici¨®n humana es eso, tener que sostenerse a s¨ª mismo.
P. ?Usted es consciente de que se le considera la ¨²ltima exiliada?
R. Bueno, s¨ª, pero eso me extra?a un poco, porque, ?y si hay otros? Es un poco como decir: el ¨²ltimo caballero, el ¨²ltimo rom¨¢ntico...
P. Ginebra ha sido la ¨²ltima etapa de su exilio, ?c¨®mo calificar¨ªa usted cada una de esas etapas, las ciudades en que usted ha vivido? ?Hasta qu¨¦ punto se han quedado en usted?
R. Mire, lo m¨¢s indeleble es mi estancia en La Pi¨¨ce, a 14 kil¨®metros de Ginebra. Aquello estaba intacto. Qu¨¦ felicidad sent¨ª, junto con mi hermana. Aprend¨ª de nuevo los nombres, los colores, por d¨®nde iban a salir las pr¨®ximas margaritas, por d¨®nde saldr¨ªan las violetas blancas. Primero nacen las blancas, despu¨¦s las azules, despu¨¦s las violetas, y all¨ª se producen como acordes musicales. All¨ª donde nac¨ªa una hierbulaja con flores amarillas sal¨ªa al lado otra con flores violeta. Y fui aprendiendo muchas cosas, y fui muy feliz. Pero, sin duda, como de todo para¨ªso, hay que salir...
P. ?C¨®mo se mantiene la alegr¨ªa, esa capacidad de asombrarse que usted tiene?
R. Pero eso no se mantiene, llega solo. Ya se lo dec¨ªa antes. En momentos en que todo est¨¢ tan mal, tan triste, tan lloviznoso, en que se est¨¢ esperando un tranv¨ªa que no llega y cuando llega va a tener que subir uno a empujones, esperando nada, llega una inmensa felicidad, llega, hay que dejarle sitio.
P. Usted ha hablado a veces de la ausencia de generosidad de los espa?oles.
R. Mire, yo creo haber hablado m¨¢s de la crueldad, de la crueldad. Muchas veces, bueno, pues los espa?oles estamos acusados de crueldad, y las personas se quedan sin saber c¨®mo reaccionar. Cuando dicen algo con un tono de reproche y el reprochado incluso dice: es verdad. Somos muy crueles, de muchas maneras. ?Por qu¨¦ hay que matar? ?Por qu¨¦ hay que matar al toro para divertirse? ?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ tiene que oler a sangre? Bergam¨ªn ha citado mucho esto de Cervantes en El coloquio de los perros, la frase en la que Cervantes pide un poco de luz y no m¨¢s sangre. Yo tambi¨¦n lo pido.
P. ?Usted tiene capacidad para la nostalgia?
R. No mucha, me la prohib¨ª. Cuando sal¨ª de Espa?a me la prohib¨ª. Era un lujo el ensue?o.
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