Izquierda en crisis y periferia europea
Debo confesar, de entrada, que no s¨¦ muy bien si lo que est¨¢ en crisis es la izquierda o la noci¨®n, el conocimiento -y la propia asunci¨®n- de lo que izquierda sea. El uso lo desgasta todo, es sabido, y ello, siempre lamentable, para la izquierda puede tornarse en dram¨¢tico contrasentido esencial. Pero todav¨ªa peor que el desgaste por uso, o por abuso, resulta la desorientaci¨®n por uso indebido y fuera de lugar. Tal vez ah¨ª radique la causa -o una de ellas- de la crisis de la izquierda como problema. Fuera de lugar en el ¨¢mbito espacial -sea geogr¨¢fico o sociocultural- y en el universo de los significantes.En el espacio geogr¨¢fico y sociocultural, primero, porque puertas afuera del continente europeo -perd¨®n: de la Europa occidental- creo que a nadie se le ocurrir¨¢ diagnosticar crisis de la izquierda. Si alguien afirma tal cosa, tendr¨¦ que pensar que estoy, yo al menos, en la luna -tal vez la luna que pretend¨ªa obtener el Cal¨ªgula de Albert Camus- Y entonces, ?por qu¨¦ en Europa precisamente? He aqu¨ª la primera interrogaci¨®n oportuna. Pero ojo: ?en Europa, en la Europa occidental tan s¨®lo, o ni siquiera en toda ¨¦sta? Quiero decir: Europa occidental no es homog¨¦nea, y Dudley Seers, por ejemplo, fue en vida -y en a?os bien recientes- un pionero de la demarcaci¨®n y el an¨¢lisis, en el plano econ¨®mico, de una periferia intraeuropeaoccidental. Ahora bien, los marxistas de formaci¨®n sabemos que no hay heterogeneidad profunda en la base real -base econ¨®mica, si prefer¨ªs- de la sociedad sin correlativa heterogeneidad, aunque no sea calcada, en la esfera superestructural -sea conciencia social, cultura o incluso superestructura juridicopol¨ªtica-. Y habr¨ªa que preguntarse, pues, si en esa periferia intraeuropea existe tambi¨¦n crisis de la izquierda, o esa crisis, caso de haberla, es cualitativamente semejante y homologable con la registrada en el recinto nuclear de su centro -que es de la que se suele hablar, en definitiva, y globalizar por extensi¨®n.
Lo que pasa, ciertamente, es que a esa periferia intraeuropea le cay¨® en suerte lo mismo que a la habitual o propiamente dicha: se la ignora. Quiero decir que no se sabe, en el centro, c¨®mo es. Se la ve -y creo que pocas veces mejor dicho- egoc¨¦ntricamente, tanto por derechas como por izquierdas metropolitanas, por carcas como por progres. Incluso cuando se aborda el problema de las cuestiones nacionales entremedias del mosaico de los Estados europeos-. Galicia es prueba palpable de ello en el recinto del Estado espa?ol. Es raro que cuando en c¨ªrculos de opini¨®n, cen¨¢culos intelectuales o medios de comunicaci¨®n capitalinos -y no s¨®lo de la capital del Estado- se alude a las cuestiones nacionales en Espa?a no se cierre la lista en vascos y catalanes -curiosamente, dos sociedades burguesas de corte europeo central, es decir, desarrolladas-. Esa omisi¨®n o negaci¨®n por desconocimiento, contemplada desde aqu¨ª, en Galicia, nos hace re¨ªr entre nosotros y exclamar: "Deixa t¨ª quexa...". No se sorprendan: lo que en las mentalidades gallegas conservadoras y peque?oburguesas suscita rubor y verg¨¹enza de s¨ª mismo, en los gallegos de izquierda suele suscitar sonrisa o franca risotada.
Pero ya me estoy liando, porque si no se sabe con certeza lo que es izquierda, ?c¨®mo se va a entender a qui¨¦n me refiero cuando digo los de izquierda gallegos? No voy a explicarlo ahora, no escribo aqu¨ª para contarles nuestro caso. Pero tambi¨¦n en Galicia, en la izquierda -la del mapa peninsular y la del mapa ideol¨®gico-, hay de todo, se lo aseguro. Lo importante es que el fen¨®meno al que me refiero tiene existencia, entidad y dimensi¨®n significativas. Es un aspecto del problema de la crisis de la izquierda en Europa, de su ubicaci¨®n y de su morfolog¨ªa. Es un hecho evidenciador de la necesidad de precisar y localizar adecuadamente el t¨®pico de la crisis de la izquierda europea.
Precisarlo y localizarlo asimismo, pues, en el universo de los significantes. E izquierda es un significante ideologicopol¨ªtico que, desde que hist¨®ricamente entra en uso denomin¨® a aquellos sectores ideologicopol¨ªticos de ciudadanos, o representantes suyos electos, que propugnaban dar al traste con el sistema vigente y, sobre todo, imperante. Izquierda es, o entra?a, ruptura, subversi¨®n del orden establecido, revoluci¨®n, mutaci¨®n cualitativa de las relaciones sociales de producci¨®n, abolici¨®n de la explotaci¨®n de unos hombres por otros, liberaci¨®n nacional de los pueblos expoliados, sometidos o colonizados, libertades reales plenas, igualdad de status de los sexos, y as¨ª seguido. En la Europa occidental metropolitana, desde la invenci¨®n del welfare-State y la socialdemocracia en el sentido actual del t¨¦rmino -no en el primigenio de una fracci¨®n de los marxistas de anta?o-, buena parte de la izquierda dej¨® de serlo, dej¨® de propugnar esas reivindicaciones luchando en la pr¨¢ctica por ellas como fuese. Y en esa misma Europa algo m¨¢s tarde, desde la invenci¨®n del eurocomunismo, dej¨®, en rigor, de propugnarlas activamente y de ser izquierda as¨ª buena parte del resto que quedaba. En otras palabras, crudas desde luego: esa izquierda se alien¨®. Si izquierda y lucha contra la alienaci¨®n son consustanciales y carecen de sentido cualquiera de esos t¨¦rminos del binomio sin el otro, bien se alcanza la dimensi¨®n y hondura radical del drama de la izquierda europea metropolitana desde entonces. Se le llama crisis: es un eufemismo piadoso. Tr¨¢tase de desnaturalizaci¨®n.
?Y por qu¨¦ en Europa, en la Europa metropolitana? Por algo que es de cat¨®n, pero del cat¨®n que la ex izquierda no se sabe o no se quiere saber: por las condiciones de la fase hist¨®rica y modalidad evolutiva consiguiente del conglomerado de sociedades clasistas de dominante capitalista y burguesa, y la situaci¨®n y papel de la Europa metropolitana en todo ello, inclu¨ªda la dial¨¦ctica de su relaci¨®n con un nuevo protagonista consolidado y ampliado en dimensi¨®n, potencia y dinamismo hist¨®rico -el conjunto de pa¨ªses y Estados socialistas del continente euroasi¨¢tico, que las d¨¦cadas subsiguientes ver¨¢n ramificarse tambi¨¦n en Latinoam¨¦rica y ?frica-. No me gustan las simplificaciones y abreviaturas de entramados explicativos harto densos y complejos, pero tengo que arriesgarme a parecer simple de mag¨ªn: tan importante cualitativamente y m¨¢s importante en magnitud qu¨¦ la extracci¨®n por las clases dominantes europeas de m¨¢s valor generado por las clases productivas de sus ¨¢mbitos sociales metropolitanos, resulta entonces la acumulaci¨®n de valor excedente producido por los pueblos trabajadores de la periferia: la dial¨¦ctica centro-periferia pasa a desempe?ar en la din¨¢mica planetaria del capitalismo un papel al menos tan importante para la Europa metropolitana como la dial¨¦ctica de clases antag¨®nicas en las relaciones sociales internas -de la que, en el fondo, resulta ser una metamorfosis reforzadora y complementaria-. Con la siguiente particularidad important¨ªsima: que la l¨®gica din¨¢mica de ese proceso tiende a convertir en c¨®mplices del capital metropolitano a sus directos e inmediatos siervos explotados, y en la pr¨¢ctica, no s¨®lo tendi¨® a, sino que en buena medida consum¨¦ su domesticaci¨®n.
Los mendrugos del sistema
No hay as¨ª una mayor¨ªa de izquierdas, actuante pol¨ªticamente como tal, en los Estados eu ropeos centrales del sistema porque buena parte de las bases sociales de esas izquierdas reciben, por filtraci¨®n, en contextos de welfare economics y welfare States, mendrugos o raciones enteras, seg¨²n los casos, del excedente sorbido por sus burgues¨ªas respectivas a costa de los pueblos de la periferia del sistema. Incluso el proletariado aborigen se ve liberado de los trabajos m¨¢s penosos y del confinamiento en las franjas salariales m¨¢s leoninas por ej¨¦rcitos de fuerza de trabajo inmigrada de la periferia -sean marroqu¨ªes, turcos o gallegos- es decir, de las colonias, s¨ª se?or, que en rigor siguen existiendo en nuestro siglo, con Estado propio o sin ¨¦l, con soberan¨ªa pol¨ªtica formal o sin ella.Bomberos del capitalismo se ha dado en llamar en el argot pol¨ªtico a los socialdem¨®cratas europeos contempor¨¢neos. Capataces de sus esclavos perif¨¦ricos actuales vienen siendo m¨¢s bien, o tambi¨¦n, en rigor gestores del sistema, con aire a veces de vendedor de biblias a lo don Jorgito el ingl¨¦s redivivo -no izquierda, no rupturistas, no revolucionarios, no parteros de la historia niportadores de la libertad para las clases explotadas y los pueblos expoliados del planeta ni del interior tampoco de los Estados que regentan-. Y digo bien, sabiendo lo que digo, cuando explotados en un caso y expoliados en el otro -valga el intencionado galimat¨ªas.
Pero ?por qu¨¦ -acabemos- me ci?o a la Europa metropolitana, al hablar de crisis de la izquierda, domesticaci¨®n de la izquierda, alienaci¨®n de la izquierda, y al expresar algunos de los fen¨®menos cardinales que explican a mi entender el problema? Obviamente porque en el recinto de esa Europa occidental en la que la izquierda est¨¢ en crisis, la sustancia social no es s¨®lo centro el sistema: hay periferia en ella tambi¨¦n, periferia intraeuropea, periferia pr¨®xima, cierto, pero esencialmente periferia al fin y a la postre. Y esto es fundamental para entender el problema pol¨ªtico europeo y el problema de la izquierda en Europa, o su ubicaci¨®n y morfolog¨ªa. Tambi¨¦n para arrojar luz sobre muchos est¨¦riles debates -cuando no petulantes peroratas o pol¨ªticas alucinantemente represivas- protagonizados por sectores de la izquierda europea, en tareas de gobierno o fuera de ellas, sobre los nacionalismos centr¨ªfugos.
Porque casualmente ocurre que la mayor parte de esos nacionalismos florecen en recintos sociales europeos que son periferia en este continente, sean Irlanda, C¨®rcega o Galicia. S¨ª: Galicia -han le¨ªdo ustedes bien-. Es pintoresco que se silencie Galicia y se mencione Catalunya cuando cualquier observador l¨²cido e ilustrado se percata de que en Galicia el nacionalismo est¨¢ hoy m¨¢s vivo que en Catalunya, y es m¨¢s inequ¨ªvoco; o si prefieren, no posee en grado alguno el cariz de equivocidad o ambivalencia sociopol¨ªtica e ideol¨®gica que presenta en Catalunya, al menos a ojos de algunos que parecen haber olvidado la diferencia conceptual, que el marxismo estableci¨® hace ya tiempo, existente entre nacionalismo -siempre liberador socialmente- y chovinismo -reaccionario y defensor de posiciones de privilegio para una clase social o para un Estado en funci¨®n de una clase dominante-. Y ello es as¨ª porque el nacionalismo, en un pueblo expoliado -en una periferia- es siempre objetivamente progresista. Marx lo entendi¨® hace ya un siglo para el caso de Irlanda, y rectific¨® su inicial posici¨®n al respecto. Algunos -demasiados- intelectuales progresivos actuales no se han enterado todav¨ªa al cabo de 100 a?os, ni con respecto a los fen¨®menos que Marx auscult¨® en vida, ni con respecto a los que ellos mismos est¨¢n viviendo en su circunstancia existencial espec¨ªfica. Mala suerte para ellos: a los que estamos en la m¨ºl¨¦e no nos desorienta ni nos sumerge en crisis.
En la periferia la izquierda no est¨¢ en crisis. Mejor dicho: en la periferia s¨®lo est¨¢ en crisis la izquierda de obediencia metropolitana.
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