La sombra de Pablo Porta
La era del anterior presidente no concluye con la llegada de Roca a la federaci¨®n
, Los socialistas han cambiado por decreto unos dirigentes, pero las estructuras se mantienen. El decreto y las normas de su desarrollo tienen su precio: m¨¢s de cuatro millones de pesetas abonadas con dinero del erario p¨²blico a juristas especializados. Dirigentes de la Administraci¨®n han reconocido en privado el error del decreto porque con ¨¦l no han conseguido acabar con la secta portiana. Uno de los candidatos a sustituir a Pablo Porta lleg¨® a comentar que "han acabado con el Caudillo, pero se mantienen los jefes del Movimiento".
"Yo hubiera acabado con Pablo Porta de otra forma. Una vez ganadas las elecciones generales, el ministro de Cultura tendr¨ªa que haber llamado a su despacho al presidente de la Federaci¨®n y decirle: 'Mire usted, lo siento mucho, pero se tiene que ir del f¨²tbol. Escoja la medalla que quiera para conced¨¦rsela", confes¨® un alto cargo de este ministerio que prefiri¨® silenciar su identidad. La experiencia ya demostr¨® que a Porta no se le pod¨ªa echar de la Federaci¨®n ni a ca?onazos. Jes¨²s Hermida, antiguo secretario de Estado para el Deporte, pretendi¨® acabar con Porta con la auditor¨ªa de las cuentas de la Federaci¨®n de 1978, pero fue ¨¦l quien sali¨® antes de su cargo.
"Hay que sacarle bajo palio", indic¨® Vicente Calder¨®n, presidente del Atl¨¦tico de Madrid" cuando tambi¨¦n presidi¨® el Comit¨¦ Ejecutivo de la Liga Profesional, a altos representantes de la Administraci¨®n al poco tiempo de acceder al poder. No le hicieron caso y, cansado, dimiti¨® de su cargo de la Liga Profesional. Los dirigentes socialistas prefirieron entonces poner precio a la cabeza de Porta. Confiaron en que los dirigentes de los clubes se la presentar¨ªan en bandeja como contrapartida por el dinero de las quinielas. Pero al final reconocieron que ese era el palio que pretendi¨® Porta para salir como m¨¢rtir inmolado.
Varios presidentes de clubes de Primera Divisi¨®n, desilusionados por la elecci¨®n de Jos¨¦ Luis Roca, en la misma sala en la que se celebr¨® la votaci¨®n se quejaron de la Administraci¨®n. "Dan un 5% de los votos a la Liga Profesional y, claro, tienen lo que se han buscado. ?Para qu¨¦ hicieron el decreto?
Para echar a Porta, y ahora se encuentran con su sombra", confes¨® un alto dirigente de la Liga Profesional. De poco sirvieron los mensajes cifrados, pero m¨¢s claros que el agua, de la Administraci¨®n cuando alguno de sus representantes asegur¨® a los dirigentes de la Liga Profesional c¨®mo iban a negociar el dinero de las quinielas con "un personaje bajito y feo". Quien as¨ª habl¨® a?adi¨® por su cuenta: "Y, adem¨¢s, baturro".
Los presidentes de las federaciones territoriales han sido los verdaderos secuaces del clan Porta en el territorio -nacional. Ellos son los aut¨¦nticos continuadores del bunker que se mont¨® Porta a lo largo de los casi 25 a?os que permaneci¨® en la Federaci¨®n Espa?ola, primero, como vicepresidente, y despu¨¦s, como presidente. En la mayor¨ªa de los casos, con raras excepciones, han actuado como virreyes y constituyeron el continuismo a nivel regional. Las elecciones eran un riesgo.
Las prepararon de tal forma que un compa?ero, Jos¨¦ Luis Roca, presidente de la Federaci¨®n Aragonesa, se convirti¨® en el sustituto de Porta. Comenzaron por copar las representaciones de los clubes por cada autonom¨ªa, y despu¨¦s, por asegurarse su elecci¨®n como miembros del pleno federativo que elegir¨ªan al presidente.
Al frente de la Federaci¨®n Vizca¨ªna se encuentra actualmente un ex jugador del Athl¨¦tic, Villar, uno de los presidentes m¨¢s j¨®venes de federaciones territoriales. Tanto se quiso asegurar los votos de los representantes de su federaci¨®n para Jos¨¦ Luis Roca, que utilizaron dos sistemas de votaci¨®n por si fallaba alguno de ellos. Primero emitieron su voto por correo, por si alg¨²n elector no pod¨ªa asistir al pleno. Pero todos ellos se presentaron f¨ªsicamente a votar en Madrid, por lo que sus votos por correo quedaron anulados, pero no su apoyo incondicional a Jos¨¦ Luis Roca.
Pablo Porta cre¨® tantas comisiones de trabajo como necesidades tuvo para colocar a sus hombres de confianza, ganados por medio de promesas, concesiones y otras d¨¢divas. Baste como ejemplo el del ex presidente de la Real Sociedad. Jos¨¦ Luis Orbegozo coloc¨® a la Federaci¨®n Espa?ola en una dif¨ªcil situaci¨®n con la denuncia del caso de los falsos oriundos. La Real Sociedad y su equipo filial, el Sanse, fueron los ¨²nicos clubes que en las primeras eleciones democr¨¢ticas de Pablo Porta no le votaron.
El 'cambio' de la Real
La Real Sociedad, al poco tiempo, recibi¨® 100 millones de pesetas a fondo perdido del Consejo Superior de Deportes, presidido por Benito Castej¨®n, para iniciar las obras de Zubieta, actualmente paralizadas, y el equipo donostiarra no s¨®lo defendi¨® la pol¨ªtica portiana, sino que gan¨® los dos ¨²nicos campeonatos de Liga que figuran en sus vitrinas.
Los presidentes de las federaciones territoriales, los aut¨¦nticos triunfadores de estas elecciones, siguen ostentando el poder futbol¨ªstico establecido. Quieren el dinero de las quinielas, y ya en su d¨ªa remitieron a la Liga Profesional un escrito por el que piden una tercera parte de lo que ingresa por ese concepto. La carta, firmada, entre otros, por el nuevo presidente, Jos¨¦ Luis Roca, no ha tenido respuesta por ahora.
Algunos de estos presidentes, adem¨¢s, pretendieron dar un golpe de tim¨®n entre los m¨¢ximos funcionarios de la Federaci¨®n Espa?ola para controlar el poder a todos los niveles. No est¨¢ confirmado que algunos de esos presidentes, los considerados m¨¢s rebeldes, condicionara su apoyo a Roca si ¨¦ste, por escrito, se compromet¨ªa a prescindir del secretario y asesor jur¨ªdico de la Federaci¨®n, Agust¨ªn Dom¨ªnguez y Fernando Vara de Rey, respectivamente, si resultaba elegido.
En la Federaci¨®n Espa?ola se vivieron d¨ªas de nervios por parte de aquellos funcionarios que desempe?an cargos de confianza, precisamente ante la duda del candidato al que apoyar. Un funcionario de la Federaci¨®n Espa?ola a punto estuvo de ser expedientado por sus superiores, bajo la sospecha de haberse vendido a un candidato a la presidencia, y no precisamente a Roca. Los empleados de la Federaci¨®n respiraron cuando un hombre considerado como continuista de Porta es su sustituto. El continuismo de Roca es tambi¨¦n el suyo, y el de sus puestos de trabajo.
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