GoIpe tranquilo en Mauritania
TODO INDICA que el desplazamiento del poder del presidente Uld Haidalla, mientras asist¨ªa en Bujumbura a la cumbre franco-africana, y su sustituci¨®n por el coronel Ahmed Uld Taya se ha llevado a cabo sin disturbios; muchos de los antiguos ministros siguen en sus cargos. Si se recuerda la historia reciente de Mauritania nos encontramos ante un fen¨®meno que no resulta demasiado sorprendente. Despu¨¦s del largo per¨ªodo que sigue a la proclamaci¨®n de la independencia, de 1960 a 1978, en que gobierna el presidente Uld Daddah, se entra en la etapa de los Gobiernos militares; los cambios, los golpes, se hacen frecuent¨ªsimos. El ahora destituido Uld Haidalla ocupaba la jefatura del Estado desde enero de 1980; nombr¨® al comienzo de su mandato un primer ministro civil, pero lo sustituy¨® en abril de 1981 por el coronel Ahmed Uld Taya, precisamente el que acaba de encabezar el ¨²ltimo golpe. ?ste hab¨ªa desempe?ado en marzo de 1981 un papel decisivo en la derrota de un intento de golpe de Estado fomentado por Marruecos, dato que conviene no olvidar en las actuales circunstancias. Por fin, en marzo de 1984 Haidalla asumi¨® la jefatura del Gobierno junto con la del Estado, y Taya volvi¨® al cargo inferior de jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito.Mauritania es un pa¨ªs que tiene dificultades objetivas inmensas para poder adaptarse a una vida moderna. Las cuatro quintas partes de su superficie, el doble de la de Espa?a, son des¨¦rticas. Su escasa poblaci¨®n, unos dos millones de habitantes, tribal y en gran parte n¨®mada. La supresi¨®n de la esclavitud data de 1980. Estos rasgos explican la extrema debilidad de la estructura estatal y el papel preponderante que el Ej¨¦rcito desempe?a en la direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. Pero pese a su peque?ez y endeble contextura, Mauritania es un pa¨ªs de primera importancia para la pol¨ªtica exterior espa?ola. Tanto por lo que concierne al conflicto del S¨¢hara como por sus relaciones con Argelia y el padrinazgo especial que Francia ejerce sobre el r¨¦gimen; y tambi¨¦n porque nuestros barcos pescan frente a sus costas.
El primer presidente de la rep¨²blica, Uld Daddah, se asoci¨® a Marruecos en el reparto del antiguo S¨¢hara espa?ol, suscribiendo en 1975 los Acuerdos de Madrid. Como consecuencia de ello, el Ej¨¦rcito se vio envuelto en una guerra que le repugnaba y en la que se desgastaba como simple instrumento de las ambiciones marroqu¨ªes. En agosto de 1979 el Gobierno militar mauritano firm¨® la paz con el Frente Polisario y, a pesar de las amenazas de Rabat, denunci¨® los Acuerdos de Madrid. Desde entonces, los diversos cambios de Gobierno no han alterado b¨¢sicamente esa orientaci¨®n general de la pol¨ªtica mauritana.
Es conveniente recordar estos hechos para evitar una interpretaci¨®n excesivamente unilateral del ¨²ltimo golpe. Las tensiones en esa regi¨®n de ?frica se han agudizado en los ¨²ltimos tiempos, sobre todo como consecuencia del pacto de uni¨®n entre Hassan II y el coronel Gaddafl y asimismo por los fracasos sufridos por Marruecos en la Organizaci¨®n para la Unidad Africana (OUA) y en la ONU. Si se recuerda que el ahora dest¨ªtuido Haidalla reconoci¨® en febrero de este a?o la Rep¨²blica ?rabe Saharaui Democr¨¢tica, provocando conello las iras de Rabat, resulta tentador interpretar su desplazamiento como un golpe favorable a Marruecos o una maniobra de Gaddafi. No obstante, una consideraci¨®n objetiva de lo sucedido aconseja una interpretaci¨®n m¨¢s cauta. Por un lado ser¨ªa absurdo desconocer los factores intemos que pueden haber actuado en el cambio del jefe del Estado mauritano. Haidalla hab¨ªa cioncentrado en su persona poderes excesivos. Facilitaba en c¨ªrculos que le eran pr¨®ximos zonas de corrupci¨®n. Medidas de represi¨®n discriminatorias hab¨ªan aumentado el descontento. Este proceso se traduc¨ªa a la vez en una creciente presi¨®n de jefes militares sobre el coronel Taya para que tomase una iniciativa, a lo que en otras ocasiones se hab¨ªa negado. Taya goza de un gran prestigio, porque en los cargos que ha ocupado ha dejado el recuerdo de una persona competente, eficaz e ¨ªntegra.
Estos hechos no descartan, por supuesto, los factores internacionales que pueden estar en el trasfondo del golpe. Pero en todo caso las nuevas autoridades han reiterado que mantienen el reconocimiento de la Rep¨²blica ?rabe Saharaui Democr¨¢tica. El nacionalismo marroqu¨ª considera que Mauritania es un Estado artificial, que deber¨ªa integrarse en el gran Marruecos. Esto no se ignora en Nuakchot. Es incluso uno de los factores del nacionalismo de los militares mauritanos, que se ha afirmado en las diversas etapas. El apoyo a la unidad del Magreb forma parte de la pol¨ªtica mauritana, pero con una consideraci¨®n prioritaria a las relaciones con Argelia y T¨²nez, con las cuales Mauritania tiene un pacto de cooperaci¨®n. El nuevo jefe de Estado, coronel Taya, ha participado activamente, desde cargos muy responsables, en esta pol¨ªtica.
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