Un oficinista que hizo ricos a sus paisanos
ENVIADOS ESPECIALESNadie sab¨ªa ayer a ciencia cierta cu¨¢ntos millones le han tocado a Jos¨¦ Antonio Alonso, el irector de la peque?a sucursal de la Caja Rural del pueblo vallisoletano de Iscar. Algunos dec¨ªan que fueron 40 millones; otros que m¨¢s; Alonso, que "todav¨ªa no he hecho la cuenta". Lo m¨¢s importante, sin emabargo, ha sido que, efectivamente, Jos¨¦ Antonio Alonso, To?o entre sus paisanos, ha repartido 2.500 millones de pesetas en Iscar y las poblaciones vecinas.
Alonso hizo part¨ªcipes de los millones incluso a los compa?eros de profesi¨®n de la competencia. En cuanto a sus debatidas ganancias personales, las explica a partir de una cuesti¨®n de compromiso: "Yo siempre me quedo la ¨²ltima semana con unas 10.000 pesetas de loter¨ªa en la oficina para los compromisos de ¨²ltima hora", 10.000 pesetas que, en este caso, se convirtieron en 100 millones.
Alonso es un hombre de 42 a?os, casado, con dos hijos, natural de Remondo, un pueblito cercano a ?scar, aunque ya en la provincia de Segovia. Dirige la sucursal de la Caja Rural de la comarca desde hace 10 a?os. En Remondo todo el mundo se dedica a la agricultura, pero To?o lleva corbata y es oficista. "Todos los a?os nos mandan desde la oficina de Valladolid la cantidad de loter¨ªa que necesitemos". Del gordo, To?o ten¨ªa en la ventanilla 250.000 pesetas en participaciones de 200, as¨ª que el premio est¨¢ muy repartido. "Eso es lo que m¨¢s me gusta, que le haya tocado a tanta gente", dice.
Jos¨¦ Antonio Alonso, acodado en la barra de uno de los bares de su pueblo, en Remondo, entre amigos que gritan de j¨²bilo, no olvida su calidad de banquero y sabe guardar el secreto profesional. Cuenta que "hay m¨¢s de uno al que le han tocado 100 y 150 millones de pesetas; claro que lo s¨¦, porque conozco lo que he vendido, pero ya esta ma?ana en la oficina, estando all¨ª la televisi¨®n y todo, algunos de los m¨¢s afortunados me han dicho que no dijera nada, que no quieren que se sepa". Para Alonso, "no es que haya miedo a Hacienda; es porque piensan que les van a robar".
Ayer por la tarde To?o quer¨ªa volver a la oficina, "porque esta ma?ana, con tanto jaleo, no hemos podido hacer el trabajo". No obstante, es muy improbable que lo consiguiera. Todos sus vecinos y amigos de Remondo quer¨ªan quemar el pueblo durante la noche, celebrarlo por todo lo alto, a pesar de que muchos estaban ya ebrios de alcohol y emoci¨®n a las cinco de la tarde.
Mientras que la mayor¨ªa de los nuevos millonarios de Remondo pensaban ayer invertir sus inesperados ingresos en la adquisici¨®n de nueva maquinaria para las labores agr¨ªcolas, To?o no sab¨ªa en qu¨¦ gastar el dinero. "De momento", dec¨ªa, le he dado 200 pesetillas a cada uno de mis hijos". Traducido en premios, 2 millones de pesetas.
Al anochecer, Alonso no hab¨ªa logrado dejar Remondo y volver a su oficina en iscar. Cuatro abuelos -boina negra, ropas mil veces cosidas, rostros y manos con surcos profundos- le hab¨ªan enganchado en el bar de Cr¨ªspulo para que jugara una partida de segoviano, variante local del julepe. Junto a la estufa de le?a, con las manos cargadas de naipes sobre un tapete verde, el oficinista de la suerte parec¨ªa al borde del derrumbe.
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