Acuerdo Cuba y EE UU
LA CONCLUSI?N, el 14 de diciembre, de un acuerdo entre Cuba y EE UU sobre cuestiones que estaban en litigio entre los dos pa¨ªses desde hace a?os es una noticia positiva. Lo m¨¢s significativo es, sin duda, el momento en que ha sido firmado. La tensi¨®n en Am¨¦rica Central, si bien ha descendido algo en las ¨²ltimas semanas, sigue siendo alta. Cuba es acusada, en numerosas declaraciones de la Administraci¨®n norteamericana, de armar y ayudar a Nicaragua y a los guerrilleros salvadore?os, y de fomentar actividades subversivas contra los intereses b¨¢sicos de EE UU. En Cuba, por otro lado, se han adoptado medidas de defensa y de movilizaci¨®n de los ciudadanos ante la eventualidad de un ataque armado norteamericano; la propaganda oficial insiste en la gravedad de tal peligro. Que precisamente en estos momentos se haya firmado el acuerdo es muy significativo; es un indicio claro de que ese clima, tan cargado, puede aliviarse. Fidel Castro, en un discurso pronunciado el 8 de diciembre, ha ampliado la cuesti¨®n: se ha referido a una mejora del clima en el mundo, citando como se?ales de ello tanto el futuro encuentro en Ginebra Shultz-Gromiko como el acuerdo cubano-norteamericano.Sin embargo, dicho acuerdo se refiere a temas limitados, que estaban en parte pendientes desde la emigraci¨®n masiva que tuvo lugar en el a?o 1977 desde el puerto cubano de Mariel hac¨ªa las costas de Estados Unidos. Por un lado, Cuba acepta la devoluci¨®n de 2.746 delincuentes y desequilibrados mentales que se hab¨ªan ido entre la masa de los refugiados. Es una prueba evidente de buena voluntad, ya que se trata de personas que decidieron abandonar Cuba; EE UU los acept¨®, si bien fuego les ha encerrado en una c¨¢rcel de Atlanta y en un hospital de Washington. Por otro lado, la Administraci¨®n norteamericana concede la entrada a 3.000 antiguos presos pol¨ªticos y a sus familias; a la vez, autoriza que 20.000 cubanos puedan emigrar a EE UU cada a?o; es una de las cuotas m¨¢s altas en su pol¨ªtica general de inmigraci¨®n. En su etapa presidencia?, Carter hab¨ªa concedido una cuota de 4.000, pero Reagan la hab¨ªa suprimido. Otras medidas complementar¨ªas permitir¨¢n que muchos familiares de personas que ya residen en EE UU puedan reunirse con ellos; se calcula, pues, que globalmente unos 30.000 cubanos podr¨¢n ahora sumarse al medio mill¨®n que constituye un porcentaje elevad¨ªsimo de la poblaci¨®n de Miami. Es evidente que estas medidas ayudan al r¨¦gimen de Fidel Castro a resolver el problema de sectores que, por razones pol¨ªticas o familiares, desean marcharse de Cuba. Por otro lado, comparado con lo que ocurre en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y en otros pa¨ªses de su bloque, resalta la actitud m¨¢s inteligente de Fidel Castro de facilitar, con bastante flexibilidad, que los descontentos se vayan.
Este acuerdo del 14 de diciembre se inscribe en un proceso lento a trav¨¦s del cual EE UU ha ido aminorando su pol¨ªtica de bloqueo y corte total de las relaciones con Cuba: en 1973 se firm¨® el acuerdo contra los secuestros a¨¦reos, que ha tenido gran efectividad; en 1975 se levant¨® en parte el embargo comercial; en 1977, Carter anul¨® la prohibici¨®n de viajar a Cuba para los ciudadanos norteamericanos. Se crearon, a partir de ese a?o, las "secciones de intereses especiales", unas representaciones sin estatuto diplom¨¢tico pero con capacidad para abordar cuestiones concretas Y mantener cierto di¨¢logo. Con cierta frecuencia, c¨ªrculos del Congreso de Washington han cuestionado la l¨®gica de la actitud de EE UU neg¨¢ndose a restablecer relaciones diplom¨¢ticas con La Habana; sobre todo, porque es una actitud excepcional, diferente a la aplicada con respecto a otros pa¨ªses con Gobiernos comunistas, y contra los cuales en ciertos casos las acusaciones de Washington son incluso tan fuertes al menos que contra Cuba. Quiz¨¢ el argumento empleado con m¨¢s frecuencia en los ¨²ltimos tiempos haya sido el de la ayuda cubana a los sandinistas. Pero en Managua hay un embajador de EE UU. No hay ninguna raz¨®n para creer que la no existencia de relaciones diplom¨¢ticas sea una forma eficaz de presionar a un pa¨ªs con el cual existan relaciones dif¨ªciles. Ser¨ªa exagerado, con todo, suponer que el acuerdo es un paso hacia el restablecimiento de relaciones entre; los dos Estados; una serie de aspectos de la situaci¨®n en Centroam¨¦rica augura m¨¢s bien una evoluci¨®n negativa. Es probable que el futuro de las relaciones cubano-norteamericanas est¨¦ pendiente, sobre todo, del proceso m¨¢s general de las relaciones entre el Este y el Oeste.
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