Afganist¨¢n es una 'gesta heroica' para la Prensa sovi¨¦tica
Los herederos espirituales de los revolucionarios de 1917, de quienes cayeron luchando contra los nazis en la II Guerra Mundial y de los abanderados del internacionalismo, est¨¢n hoy en Afganist¨¢n. ?ste es el mensaje que se desprende del tratamiento regular que la Prensa sovi¨¦tica da al conflicto b¨¦lico en aquel pa¨ªs, cinco a?os despu¨¦s de la intervenci¨®n de la URSS, que comenz¨® el 27 de diciembre de 1979. Las historias individuales de muertos, heridos y mutilados procedentes del frente no parecen tener un efecto desestabilizador ni provocar sensibles reacciones de malestar entre la gran masa de la poblaci¨®n, seg¨²n coinciden en afirmar testimonios sovi¨¦ticos diversos que rechazan el paralelismo EE UU-Vietnam con URSS-Afganist¨¢n.
Aleksandr Nemtsov, un joven de 23 a?os que qued¨® paralizado por la bala de un francotirador cuando trataba de proteger a su superior, recibi¨® 5.000 cartas de solidaridad despu¨¦s de que el peri¨®dico Komsomolskaia Pravda publicara en febrero uno de los m¨¢s amargos art¨ªculos -si no el m¨¢s amargo- aparecidos en la Prensa sovi¨¦tica sobre los problemas de un veterano de guerra de Afganist¨¢n para reintegrarse a la vida normal.Seg¨²n narraba el peri¨®dico las necesidades de un coche de ruedas, un veh¨ªculo, un apartamento accesible y un garaje se convirtieron en agobiantes problemas ante la desidia burocr¨¢tica mostrada por instituciones como la organizaci¨®n del Komsomol (Juventudes Comunistas) en el municipio y en su antigua f¨¢brica. Junto a las cartas de solidaridad, que el peri¨®dico integr¨® en un art¨ªculo de tono m¨¢s optimista publicado durante el mes de abril, Nemtsov lanz¨® un mensaje en el que, bajo el t¨ªtulo de Gracias, gente, afirmaba que "si estuviera un poco mejor, volver¨ªa otra vez a donde serv¨ª bajo el pabell¨®n rojo de mi pa¨ªs".
La misma idea presid¨ªa el comportamiento del teniente-mayor Valeri Radchikov, nieto de un partisano de la II Guerra Mundial, quien, seg¨²n el ¨®rgano del Ej¨¦rcito Krasnaia Zvezda, perdi¨® ambas piernas cuando intentaba desactivar una mina. Operado y dotado de una pr¨®tesis, Radchikov comenz¨® una larga peregrinaci¨®n por estamentos oficiales, con objeto de que le permitieran volver a Afganist¨¢n, cosa que finalmente logr¨®.
Un 'error' inducido
Los testimonios de Nemtsov y Radchikov no son obst¨¢culos para que medios intelectuales expertos en pol¨ªtica internacional digan en conversaciones privadas que meterse en Afganist¨¢n fue un error inducido por una provocaci¨®n, y admitan que ahora es dif¨ªcil marcharse de all¨ª sin perder la cara, y sin que el Gobierno afgano se vea en una situaci¨®n comprometida. "Es nuestra frontera y, si no estuvi¨¦ramos nosotros, estar¨ªan los norteamericanos", opina, no obstante, un joven ciudadano. Y como ¨¦l se expresan muchos otros moscovitas a t¨ªtulo particular. La guerra en Afganist¨¢n no es un tab¨² en la Prensa sovi¨¦tica, que la aborda hoy, sin embargo, fragmentariamente y de acuerdo con unos patrones que se repiten. El tono es, a menudo, ¨¦pico y carga las tintas sobre el hero¨ªsmo y la elevada conciencia de las tropas afganas leales al r¨¦gimen de Babrak Karmal y de los contingentes sovi¨¦ticos que las apoyan (unos 100.000 hombres, seg¨²n datos occidentales).
Krasnaia Zvezda publica fotos de oficiales sovi¨¦ticos junto a oficiales afganos, sonriendo todos ellos en un escenario que, como tel¨®n de fondo, puede presentar, seg¨²n el caso, cohetes, un tanque o un cami¨®n militar. Otras instant¨¢neas muestran a sovi¨¦ticos en compa?¨ªa de ni?os o ciudadanos afganos tocados con turbantes. Las informaciones, firmadas a veces por oficiales, mencionan bajas sovi¨¦ticas en situaciones concretas, nunca cifras globales o estad¨ªsticas de v¨ªctimas.
A los sovi¨¦ticos -oficialmente el contingente limitado- se les describe participando en tareas de vigilancia (v¨ªas de comunicaci¨®n e infraestructura energ¨¦tica) o aprovisionamiento, pero nunca directamente en combates.
En ocasiones se procede a una comparaci¨®n -m¨¢s o menos perfilada- de la situaci¨®n en Afganist¨¢n hoy, con la que exist¨ªa en las rep¨²blicas asi¨¢ticas de la URSS durante la consolidaci¨®n del poder sovi¨¦tico. En Komsomolskaia Pravda (10 de octubre) dos soldados uzbekos de la regi¨®n de Samarcanda se preguntan: "?es posible que hubiera sido as¨ª en nuestro pa¨ªs? ?Es posible que la gente pueda vivir sin cl¨ªnicas, sin escuelas, sin cine, sin casa de cultura, sin garaje, sin casas, sin correo, sin nada?". Ante las tropas regulares afganas y sus aliados sovi¨¦ticos, la poblaci¨®n rural tiene actitudes diversas y en ocasiones contradictorias. La desconfianza se refleja en el testimonio del traductor Aleksandr Karpenko, publicado en el suplemento de diciembre del peri¨®dico Komsomolskaia Pravda. Karpenko, que trabaj¨® con un batall¨®n afgano, afirmaba que, entre las tareas de ¨¦ste, se encontraba el de registrar "cada casa, cada cobertizo, cada construcci¨®n" en una determinada zona. "Los dushmanos", (palabra que significa bandido, y ha sido acu?ada para designar a la oposici¨®n armada afgana) escrib¨ªa, "pueden esconderse, esperar a que pase el peligro en la parte de la casa reservada a las mujeres, camuflados en el s¨®tano, y pueden atacar si deciden que la situaci¨®n les es favorable, o fingirse amables anfitriones. ?Vete a saber qui¨¦n es qui¨¦n! Todo el tiempo esperas un disparo a bocajarro o por la espalda".
La t¨®nica, sin embargo, son los casos en que la poblaci¨®n colabora con los hombres del Gobierno. En un art¨ªculo publicado por Krasnaia Zvezda (28 de enero), un muchacho afgano advierte a los soldados que est¨¢n en inferioridad de condiciones frente a los enemigos que les han tendido una trampa en una aldea.
Mientras la actitud de las tropas leales se caracteriza por la conciencia del deber -el soldado que quiere vengar a su familia muerta por los dushmanos es disuadido por el oficial-, la oposici¨®n armada se describe con rasgos de crueldad y apoyada desde el exterior, especialmente por EE UU. "Taca?os cuando se trata de las necesidades de sus propios pueblos, los Gobiernos de EE UU, pa¨ªses de Europa occidental, Pakist¨¢n, Ir¨¢n y China, no escatiman millones para pagar a la chusma de bandoleros con cuyas manos se intenta ahogar la revoluci¨®n democr¨¢tica en Afganist¨¢n", escrib¨ªa Krasnaia Zvezda (27 de septiembre).
La guerra de Afganist¨¢n se convierte en la Prensa sovi¨¦tica en un motivo que une generaciones en una causa com¨²n y sirve para elogiar el patrimonio de los j¨®venes sovi¨¦ticos. Un comentario aparecido en Komsomolskaia Pravda (28 de abril) se?alaba que el valor del hombre se oculta "tras esos requetemalditos jeans" y "bajo las aficiones de los j¨®venes, tan poco parecidas a las nuestras".
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