El rompecabezas de la negociaci¨®n nuclear
Una Europa muda asiste al comienzo de unas complejas conversaciones lastradas por la mutua desconfianza entre las dos superpotencias
El objetivo de la reuni¨®n que inician ma?ana en Ginebra los ministros de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, George Shultz, y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Andrei Gromiko, es fijar una agenda y un procedimiento para abrir negociaciones sobre reducci¨®n de armamento nuclear. Por primera vez, todos los temas pueden estar simult¨¢neamente sobre la mesa: misiles estrat¨¦gicos, misiles de alcance intermedio (euromisiles y SS-20) y el proyecto de guerra de las estrellas, es decir, el uso militar del espacio. Los norteamericanos dicen que son conversaciones paraguas (umbrella talks) porque lo cubren todo. Es una buena oportunidad para conseguir un alto en la actual carrera de armamentos y para evitar que se inicie otra de consecuenc¨ªas imprevisibles. Los europeos no estar¨¢n en la mesa de Ginebra, pero ya han hecho o¨ªr su voz: quieren negociaciones entre las dos superpotencias y quieren resultados concretos. La entrevista de ma?ana es s¨®lo el primer paso: si los responsables de Exteriores de ambos Estados se ponen de acuerdo, habr¨¢n logrado simplemente desbloquear un camino largo y dif¨ªcil.
En diciembre de 1983 llegaron a Europa los primeros misiles de crucero (euromisiles) y la Uni¨®n Sovi¨¦tica decidi¨® suspender las conversaciones que se desarrollaban desde hac¨ªa m¨¢s de dos a?os en Suiza para el control y reducci¨®n de armas nucleares de alcan ce intermedio. Adem¨¢s, se acababa de iniciar la larga campa?a electoral norteamericana y Mosc¨² pens¨® que no exist¨ªa ninguna posibilidad real de llegar a acuerdos El portazo hab¨ªa sido anunciado repetidamente y no sorprendi¨® a nadie. Simult¨¢neamente, quedaron rotas las incipientes negociaIciones para la reducci¨®n de misiles ,de largo alcance. Durante pr¨¢cticamente un a?o, Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica se han inantenido de espaldas. Todo el mundo pens¨® que una vez reelegido Ronald Reagan los ¨¢nimos se calmar¨ªan y ambas superpotencias volver¨ªan a negociar. Sin embargo nadie crey¨® que el cambio de actitud, tanto en Washington como en Mosc¨², se produjera tan r¨¢pidamente: el anuncio de la entrevista Schultz-Gromiko lleg¨® pocas semanas despu¨¦s de la victoria de los republicanos estadounidenses.Los dos ministros acuden a Ginebra con objetivos diferentes. Los sovi¨¦ticos quieren, sobre todo, ahogar la militarizaci¨®n del espacio en sus comienzos. Los norteamericanos, lograr que Mosc¨² acepte nuevos tratados sobre reducci¨®n de los actuales arsenales nucleares. Ambos, sin embargo, coinciden en un punto: la compleja situaci¨®n interna en sus respectivos pa¨ªses.
En la URSS es dif¨ªcil saber lo que pasa puertas adentro. Gromiko lleva casi 30 a?os en el Kremlin, pero la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha conocido tres l¨ªderes en tres a?os, Breznev, Andropov y Chernenko, y para colmo acaba de morir tambi¨¦n el influyente ministro de Defensa, general Ustinov. La estrella ascendente parece ser Mijail Gorbachov, un hombre sorprendentemente joven para los h¨¢bitos rusos, 53 a?os, de quien se ignoran sus relaciones personales con Grorniko y que fue mano derecha de Andropov, un presidente que los norteamericanos no recordar¨¢n nunca con afecto.
El papel de Reagan
George Schultz, por su parte, tiene que hacer frente a fuertes divisiones en el c¨ªrculo de asesores que rodea al presidente Reagan. Los superhalcones, entre ellos Richard Perle, conocido en el mismo Pent¨¢gono como el pr¨ªncipe de las tinieblas; el ministro de Defensa, Caspar Weinberger, y el consejero de seguridad, Robert MacFarlane, querr¨ªan que se nombrara a alguien por encima de Schultz para supervisar el desarrollo de las tres ramas de la negociaci¨®n con los sovi¨¦ticos. El ministro de Asuntos Exteriores ha conseguido parar la operaci¨®n por el momento, pero no debe sentirse muy seguro.
El futuro de las negociaciones depende ahora muy directamente del propio Reagan. Los presidentes de Estados Unidos han tenido siempre un papel personal muy importante en este tipo de acuerdos. Hasta ahora, Ronald Reagan parec¨ªa m¨¢s interesado en los problemas de pol¨ªtica interna que en vigilar estrechamente las relaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, pero tal vez reci¨¦n iniciado su segundo mandato el orden de prioridades ha cambiado y el control de armamento nuclear ha pasado a un primer lugar.
El presidente norteamericano tiene, sin embargo, seg¨²n muchos observadores, un conocimiento personal del tema muy poco profundo, hasta el punto de que se sorprendi¨® cuando la URSS rechaz¨® la primera propuesta sobre reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas, propuesta que beneficiaba netamente a Estados Unidos sin que Mosc¨² obtuviera pr¨¢cticamente nada a cambio. En las ¨²ltimas semanas, su inter¨¦s parece haberse acrecentado y ahora los superhal cones temen que desee pasar a la historia como un presidente pac¨ªfico.
Los hechos, hasta ahora, no dan pie para abrigar ese temor. La llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca y la muerte de Le¨®nidas Breznev fueron el inicio de una de las etapas m¨¢s tensas en las relaciones norteamericano-sovi¨¦ticas desde la II Guerra Mundial. El presidente norteamericano asumi¨® fervorosamente la teor¨ªa seg¨²n la cual los programas de modernizaci¨®n de las fuerzas nucleares occidentales han favorecido siempre, en lugar de impedir, la reducci¨®n de los arsenales.
Reagan apoy¨® el informe de la comisi¨®n presidida por el general retirado Scowcroft, y dio luz verde a los planes de fabricaci¨®n de un nuevo bombardero de largo alcance (B-1) y de un nuevo sistema de misiles bal¨ªsticos (MX). Su mensaje hacia Mosc¨², especialmente a ra¨ªz de la invasi¨®n de Afganist¨¢n, ha sido inusitadamente duro y s¨®lo a partir de su discurso ante las Naciones Unidas, el pasado mes de noviembre, parece haberse flexibilizado.
En su aparente cambio de actitud puede haber intervenido no s¨®lo el hecho de iniciar un nuevo mandato, sino tambi¨¦n la sosteni da presi¨®n de sus aliados europeos, cada vez m¨¢s nerviosos ante al falta de di¨¢logo con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. De momento, Reagan ha aceptado que se plan teen simult¨¢neamente los tres grandes temas pendientes: misiles intercontinentales, misiles y bombarderos europeos y guerra de las estrellas, cuando hasta hace pocos meses consideraba te¨®ricamente posible un acuerdo relativo s¨®lo a los euromisiles y los SS-20 sovi¨¦ticos. El que Schultz y Grorniko tengan en la agenda estos tres apartados, junto con la reducci¨®n de fuerzas convencionales en Europa central (conversaciones de Viena), la prohibici¨®n de fabricar armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas y la creaci¨®n de nuevas medidas de confianza, no quiere decir que todos los temas vayan a ser discutidos despu¨¦s en la misma mesa.
Cuestiones previas
?sta ser¨¢, precisamente, una de las primeras cosas que tendr¨¢n que decidir: ?crear varios equipos de negociaci¨®n?, ?vincular directamente al menos los tres primeros?, ?institucionalizar las entrevistas entre los dos ministros de Asuntos Exteriores como f¨®rmula para coordinar desde arriba las diferentes conversaciones o nombrar un supernegociador que cumpla esa funci¨®n?
La complejidad de los temas a discutir aconsejar¨ªa crear distintos
El rompecabezas de la negociaci¨®n nuclear
equipos, pero su interrelaci¨®n hace muy dif¨ªcil que se pueda avanzar en un campo mientras otro queda bloqueado, especialmente en el caso de las armas nucleares y la militarizaci¨®n del espacio.El mayor desacuerdo inicial se plantea en el caso de las armas nucleares de largo alcance, conocidas tambi¨¦n como intercontinentales o estrat¨¦gicas. Hasta ahora, los arsenales intercontinentales de las dos superpotencias se encontraban m¨¢s o menos controlados a trav¨¦s de los acuerdos SALT II, que no fueron ratificados por el Senado norteamericano, pero que han sido respetados en su esp¨ªritu tanto por Washington como por Mosc¨².
Seg¨²n estudios independientes, existe actualmente un equilibrio estrat¨¦gico. Mosc¨² posee m¨¢s mis?les, pero el n¨²mero de cabezas nucleares es muy similar (unas 8.000 por cada uno de los lados). Los norteamericanos propusieron reducir el n¨²mero de cabezas a 5.000 (m¨¢s que suficiente para destruir varias veces a su adversario), haci¨¦ndolo, adem¨¢s, de forma que S¨®lo la mitad estuviera colocada en misiles instalados en tierra. Estos misiles, llamados bal¨ªsticos, son los m¨¢s peligrosos e inestables, porque al ser vulnerables (es decir, los dep¨®sitos o silos pueden ser localizados y destruidos por el enemigo) tienen que ser disparados a la primera alarma. Para la URSS la oferta era inaceptable porque la mayor¨ªa de sus misiles est¨¢n instalados en tierra y no en submarinos, como en el caso norteamericano.
Un dif¨ªcil control
Muchos problemas plantear¨¢ tambi¨¦n el sistema de verificaci¨®n de los acuerdos a los que se pueda llegar. Washington afirma que las actuales medidas de comprobaci¨®n son insuficientes y exige mayores controles, mientras que Mosc¨² se niega a autorizar m¨¢s mecanismos de vigilancia. Las negociaciones ser¨¢n complicadas y largas, no s¨®lo por los diferentes puntos de vista, sino tambi¨¦n por la enorme dificultad que hay para comparar y equiparar arsenales sofisticados en los que intervienen muchos elementos.
Los dos grandes temas de negociaci¨®n (INF y estrategia) est¨¢n interrelacionados, porque a los ojos de Mosc¨² los euromisiles desequilibran la balanza intercontinental aunque est¨¦n instalados en Europa y no en Estados Unidos. Con los SS-20, explican, nosotros no podemos llegar a Nueva York, pero los misiles de crucero llegar¨ªan muy f¨¢cilmente a la capital sovi¨¦tica, e incluso, detr¨¢s de los Urales.
En el fondo, las dos superpotencias parten de teor¨ªas distintas. Para Estados Unidos y sus aliados las armas nucleares son un escal¨®n m¨¢s en los sistemas de defensa (respuesta flexible en caso de ataque), mientras que para la URSS el uso de cualquier arma nuclear llevar¨ªa a un enfrentamiento total y absoluto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- ISD
- George Shultz
- Andrei Gromiko
- Espacio a¨¦reo
- Escudo antimisiles
- Pol¨ªtica defensa
- Pol¨ªtica exterior
- Ej¨¦rcito aire
- Seguridad a¨¦rea
- URSS
- Estados Unidos
- Guerra
- Tratados desarme
- Fuerzas armadas
- Bloques pol¨ªticos
- Bloques internacionales
- Eventos
- Conflictos
- Transporte a¨¦reo
- Relaciones exteriores
- Armamento
- Transporte
- Defensa
- Sociedad