El entierro de la viuda de Pablo Neruda se convirti¨® en un desaf¨ªo a Pinochet
Miles de admiradores de Pablo Neruda y de militantes del proscrito Partido Comunista desafiaron en Santiago el estado de sitio impuesto por Augusto Pinochet para despedir los restos de la viuda del poeta, Matilde Urrutia, muerta el s¨¢bado a los 70 a?os.
Mientras la multitud cantaba la Internacional con sus pu?os levantados y lanzaba cientos de claveles rojos, su ata¨²d fue introducido en un sencillo nicho de cemento, justo encima del que contiene los restos de su esposo, el premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda, muerto hace 11 a?os. Ambos fueron militantes comunistas.
J¨®venes vestidos con camisas granate ondeaban las banderas del PC, en un abierto desaf¨ªo al estado de sitio dispuesto hace justamente dos meses por el r¨¦gimen militar para combatir al comunismo. Decenas de polic¨ªas armados se desplegaron en torno al cementerio general de Santiago, donde fue el funeral, para impedir que la multitud saliera en manifestaci¨®n, pero no se registraron incidentes, y el grupo calculado en unas 3.000 personas sali¨® pac¨ªficamente tras el entierro.
Doce oradores intervinieron en el funeral, de dos horas de duraci¨®n, celebrado bajo el ardiente sol del mediod¨ªa. Todos destacaron la figura de la viuda del poeta y criticaron fuertemente al r¨¦gimen militar del general Augusto Pinochet.
Neruda y Matilde Urrutia quedaron sepultados en una larga muralla de nichos, frente al patio 29, donde est¨¢n los restos de numerosos muertos no identificados, abatidos por los militares durante la represi¨®n que sigui¨® al derrocamiento de Salvador Allende, en septiembre de 1973.
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