B¨¢rbara Allende, 'Ouka-Lele'
La cotizada fot¨®grafa de la vanguardia madrile?a mezcla modernidad y decadencia en su obra
A pesar de su aspecto de ni?a de cuento, de princesa encantada que se divierte coloreando fotos, B¨¢rbara Allende, Ouka-Lele, de 27 a?os, se ha convertido en la fot¨®grafa de la movida posmoderna. Un retrato con su firma no suele bajar de las 80.000 pesetas. Hace unos a?os, sin embargo, Ouka-Lele era en verdad una ni?a bien que quer¨ªa pintar. La peque?a conoci¨® a unos chicos muy modernos y algo macarras, Ceesepe y El Hortelano, que tambi¨¦n pintaban, y el tr¨ªo se hizo inseparable. Con el tiempo, B¨¢rbara se inici¨® en la fotograf¨ªa y sorprendi¨® a sus seguidores con unos retratos inquietantes, aunque s¨®lo por razones est¨¦ticas. Ahora, los sue?os de Ouka-Lele son m¨¢s ir¨®nicos que terror¨ªficos, y sus personajes parecen estatuas.
A B¨¢rbara Allende, no obstante, las estatuas reales le dan miedo. Descubrir un silencioso e iconogr¨¢fico portal se?orial mientras pasea por la calle le produce sensaciones m¨¢s intensas que las de la realidad, a menudo tan directa, tan aburrida si no se le mete por medio alg¨²n sue?o. Ella misma es una mujer herm¨¦tica, una t¨ªmida que sonr¨ªe hacia adentro. Extra?a fot¨®grafa de moda que cultiva una apariencia exquisitamente antigua, como si no hubiera rupturas entre su c¨¢lida infancia y su zascandileo bohemio hasta dar en artista; como si el ¨¦xito comercial alcanzado la dejara curiosamente intacta. "No soy moderna o posmoderna, aunque no puedo prescindir de mi ¨¦poca. Me influye que haya existido Picasso, la bomba at¨®mica y la televisi¨®n, pero lo que me interesa es lo que se hace fuera de las modas, esa expresi¨®n propia que otro no puede repetir aunque te imite".B¨¢rbara Ouka-Lele parece tan seducida por su infancia que s¨®lo est¨¢ dispuesta a crecer lo justo para fisgonear con ¨¦xito por el mundo adulto. "S¨®lo eres t¨² misma cuando tienes pocos a?os; hasta los cuatro a?os, todos te quieren, te dejan vivir; desde los cinco a los 12 a?os todo cambia, haces lo que ellos quieren. Y ahora ya no sabes lo que quieres realmente, vas a una fiesta y todos est¨¢n de pie con su copa, y quiz¨¢ lo que te apetece es sentarte en el suelo".
Sus primeros a?os los vivi¨® en una casa de la calle de la Montera, y la red de San Luis, con su gent¨ªo, le parec¨ªa a B¨¢rbara la bajada al infierno, es decir, a la vida. Iba entonces a un colegio de religiosas, y el olor a incienso, los velos de tul y las ceremonias monjiles la fascinaban, era como estar continuamente en el teatro. Luego fue a Montealto, un colegio del Opus Dei, y tanta laicidad en las formas le result¨® abrupta, un fraude est¨¦tico. Y cuando parec¨ªa que su vida iba a resultar de lo m¨¢s normal, la chica bien se encontr¨® con la entonces macarrra pandilla de Ceesepe, y la vida real empez¨® a ser una aut¨¦ntica pel¨ªcula. "Me fui a vivir con Ceseepe y El Hortelano, y tuve una etapa muy tirada, pero necesaria; quer¨ªa saber qu¨¦ pasaba por ah¨ª". M¨¢s tarde se cas¨® con El Hortelano y se fueron a vivir a Barcelona, a una casa muy m¨¢gica en la que ten¨ªan hasta gallinas y en la que la hasta hace poco abrigada ni?a rica ten¨ªa que revelar las fotos con guantes porque no hab¨ªa calefacci¨®n. Una ¨¦poca en la que la penuria econ¨®mica les hac¨ªa frecuentar la secta Hare Krisna, donde se com¨ªa gratis. "Pero Barcelona no es mi sitio, es muy provinciana; iba con El Hortelano a las galer¨ªas y le dec¨ªan que la mujer es la ruina del artista, qu¨¦ machismo m¨¢s zafio. Madrid es cosmopolita, vive y deja vivir".
De apariencia flem¨¢tica, Ouka-Lele disfruta m¨¢s encontrando hallazgos imprevistos que busc¨¢ndolos denodadamente entre las piedras. Pero si algo que no ha buscado llega por azar, m¨¢gicamente, entonces s¨ª, eso ya le pertenece. Una pasividad externa que no impide el tes¨®n, que va por dentro. Por fuera, lo que deja traslucir es cierto desd¨¦n. "No soporto los clich¨¦s. Me gusta hacer cosas que no tienen nada que ver con lo que se supone que tendr¨ªa que hacer alguien de mi status". Es la fascinaci¨®n por el contraste: escucha discos de Camar¨®n de la Isla y Police; vive en un ¨¢tico antiguo con ascensor de hierros floridos pero el interior es funcional. Y quiz¨¢ por eso eligi¨® a EL Hortelano, aunque antes fuera novia de Ceesepe: "El Hortelano tiene un lenguaje propio, no habla como un moderno".
Con su lazo al pelo y sus p¨®mulos de manzana, Ouka-Lele parece en ocasiones reci¨¦n salida de una fiesta de Navidad. Pero esa ¨ªmagen de felicidad rectil¨ªnea es enga?osa. La fot¨®grafa ha sufrido hasta hace dos a?os una dura enfermedad que oblig¨® a la pareja a regresar a Madrid. Fue entonces, cuando B¨¢rbara s¨®lo se preocupaba de vivir, cuando sus fotos se pusieron de moda. Ahora, restablecida y famosa, reconoce que "es un privilegio poder vivir del arte. La vida es m¨¢s importante que la obra, pero para m¨ª no existen diferencias entre el arte y la vida". Ella y El Hortelano, un matrimonio que trata de ser una pareja de novios que viven juntos, han logrado hacerse ricos jugando a lo que quieren.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.