El presidente de EE UU jura ma?ana su segundo mandato
Aire de verbena y excepcionales medidas de seguridad en Washington
No queda una sola limousine en la ciudad, se han alquilado al precio de 2.400 d¨®lares (m¨¢s de 300.000 pesetas) por cuatro d¨ªas, y los hangares del aeropuerto National est¨¢n llenos con los jets privados de los millonarios de Tejas y California que han llegado a Washington para asistir ma?ana a la toma de posesi¨®n de Ronald Reagan (73 a?os) como 40? presidente de Estados Unidos. Las celebraciones, una mezcla de espect¨¢culo de Hollywood y de populismo, comenzaron el viernes por la noche y culminar¨¢n a mediod¨ªa del lunes, cuando el presidente m¨¢s anciano de la historia de este pa¨ªs jure su cargo, tras un cristal blindado, ante la fachada oeste del Capitolio.Reagan llevar¨¢ probablemente un chaleco antibalas ligero, al que llama "mi camiseta larga", bajo su camisa, y no repetir¨¢ la originalidad de Carter, que, rompiendo con la tradici¨®n, recorri¨® a pie la Pennsylvania Avenue para regresar desde el Capitolio a la Casa Blanca. Camiones cargados con arena estar¨¢n bloqueando cada bocacalle del desfile, y tiradores especializados vigilar¨¢n desde los tejados. La revista Time afirma que cerca de Reagan habr¨¢ polic¨ªas que llevar¨¢n al hombro peque?os misiles tierra-aire Stinger.
La Constituci¨®n establece que la toma de posesi¨®n sea el 20 de enero, pero este a?o coincide con el domingo y, lo que es m¨¢s importante, con la Super Bowl, la gran final de f¨²tbol americano entre los Dolphins de Miami y San Francisco 49. Para obviar este problema y cumplir con la Carta Magna, Reagan jurar¨¢ en su despacho oval, junto con el vicepresidente, George Bush, en una ceremonia privada. Y ma?ana repetir¨¢ el juramento ante 140.000 personas en el Capitolio. As¨ª se evita tambi¨¦n que las cadenas de televisi¨®n tengan un conflicto de retransmisiones en el mismo d¨ªa.
A pesar de que la ceremonia de toma de posesi¨®n es un acontecimiento hist¨®rico, el presidente, bautizado como el gran comunicador, no ha querido perderse la oportunidad que le ofrece la Super Bowl. Esta tarde, la cadena ABC televisar¨¢ en directo, antes del partido, el lanzamiento de la moneda al aire realizado por Reagan desde la Casa Blanca. M¨¢s de 70 millones de ciudadanos estar¨¢n vi¨¦ndolo.
El mundo de los grandes negocios se ha volcado en esta fiesta de su hijo predilecto. En s¨®lo 12 d¨ªas, contribuciones de empresas bien situadas en la lista de las 500 m¨¢s grandes de la revista Fortune pusieron ocho millones de d¨®lares, a fondo perdido en muchos casos, y en otros sin intereses, para que la toma de posesi¨®n refleje el esp¨ªritu de este nuevo amanecer americano que representa Ronald Reagan.
La Shell ha puesto 34.000 litros de gasolina a disposici¨®n de la flota de veh¨ªculos de la organizaci¨®n, integrada por los coches m¨¢s largos que a¨²n se fabrican en Detroit, que, naturalmente, han sido cedidos gratis por la industria del autom¨®vil. Incluso los suministradores de material militar al Pent¨¢gono no han querido quedarse atr¨¢s y han contribuido al espect¨¢culo. Esta generosidad del big business ha sido criticada por el peligro que supone la posibilidad de quererse cobrar pol¨ªticamente los peque?os favores.
Austeridad relativa
Para evitar las cr¨ªticas que rodearon la toma de posesi¨®n de 1981, que se convirti¨® en una fiesta de nuevos ricos con tintes de aut¨¦ntica coronaci¨®n, esta vez la Casa Blanca ha querido hacer algo menos ostentoso. En vez de gastarse 16 millones de d¨®lares, s¨®lo emplear¨¢ 12 millones. Pero en esta tierra del beneficio como motor universal es posible conseguir (los republicanos lo han hecho) que estas fiestas se autofinancien, e incluso el comit¨¦ organizador ganar¨¢ dinero.
El ejemplo de los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles volver¨¢ a repetirse. Las tiendas de la ciudad est¨¢n llenas de recuerdos de la toma de posesi¨®n, desde camisetas a cinco d¨®lares con la efigie de Reagan hasta la exclusiva ¨¢guila del escudo presidencial a 1.750 d¨®lares, pasando por matr¨ªculas especiales de la inauguration y paraguas Reagan-Bush. Pero el super¨¢vit se lograr¨¢ sobre todo con la venta de espacios publicitarios en televisi¨®n, a 300.000 d¨®lares el minuto, en las galas.
Los viejos amigos de Reagan, los representantes de la Am¨¦rica de la nostalgia de los a?os cincuenta, no han abandonado al actor que ha realizado la mejor carrera de Hollywood. Frank Sinatra, Sammy Davis Jr., y Dean Martin est¨¢n ya en Washington y entretendr¨¢n en alguno de los nueve bailes de gala a los personajes del mundo de la jet-set, la pol¨ªtica y las finanzas que han conseguido una codiciada entrada. Su precio no es alto, por 125 d¨®lares se puede ver bailar un vals a los Reagan, que saltar¨¢n de baile en baile, pero es imposible lograrlas desde hace semanas. Habr¨¢ un baile especial para los j¨®venes, ya que Reagan no olvida que el 60% de la poblaci¨®n entre 18 y 30 a?os le vot¨® el pasado noviembre. Es un electorado que no quieren perder los republicanos.
Este fin de semana no se habla en Washington de c¨®mo va a quedar la Casa Blanca tras la partida de los californianos, ni de qu¨¦ har¨¢ el Congreso con el d¨¦ficit de 200.000 millones de d¨®lares. Lo que entretiene los comentarios es el vestuario de Nancy Reagan para la toma de posesi¨®n. La primera dama, conocida por su gusto por los art¨ªculos exclusivos y muy caros, reaccion¨® airada cuando The Washington Post inform¨® que los vestidos que ha encargado para la toma de posesi¨®n a los modistas de moda en EE UU, Galano y Alfredo, costaban 25.000 d¨®lares. La Prensa ha conseguido demostrar que el vestuario de Nancy cuesta en realidad 46.000 d¨®lares. Es comprensible, porque uno de los trajes lleva m¨¢s de 200 horas de mano de obra, explican los allegados de la esposa del presidente.
Seis americanos medios
Para rebajar el tono de corte del rey Midas, Ronald Reagan ha decidido que, por primera vez en la historia, seis americanos medios compartan pan y manteles con el presidente, el vicepresidente y los l¨ªderes del Congreso en el almuerzo que sigue en el Capitolio a la toma de posesi¨®n. Joe Petronella, un inspector de polic¨ªa de la brigada antidroga de Buffalo, es uno de los elegidos, y a¨²n no se lo cree. "Yo s¨®lo trato con gente corriente de la calle, normalmente con delincuentes, y ahora me voy a encontrar a personas que no se drogan y son normales", ha dicho Petronella, a quien acompa?ar¨¢n un funcionario, un bombero de San Antonio, un conductor de cami¨®n de Alabama, un granjero de Kansas y una ex campeona de esqu¨ª que est¨¢ paralizada en una silla de ruedas.
Manifestaciones de protesta paralelas est¨¢n preparadas ma?ana para denunciar la pol¨ªtica de Reagan en Centroam¨¦rica o su insensibilidad hacia los m¨¢s desheredados de esta sociedad rica. Cuando el presidente y sus invitados regresen a la Casa Blanca desde el Capitolio no ver¨¢n en la plaza de Lafayette a la larga fila de pobres, en su mayor¨ªa negros, que todos los d¨ªas se congregan all¨ª para recibir una taza de sopa que reparte una furgoneta fletada por una Iglesia protestante. El reverendo Jesse Jackson, frustrado candidato a la presidencia por el Partido Dem¨®crata, proyecta estar en la plaza -en uno de cuyos bancos muri¨® de fr¨ªo el otro d¨ªa un mendigo- animando una manifestaci¨®n contra la pol¨ªtica social de Reagan.
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