Una gran frustraci¨®n
Toda la tecnolog¨ªa de la primera superpotencia del mundo no ha podido contra los elementos, desatados en forma de una ola de fr¨ªo ¨¢rtico que ha congelado la capital de la naci¨®n a una temperatura de 15 grados bajo cero. La primera decisi¨®n que ha tenido que adoptar Ronald Reagan en su segundo mandato ha sido la suspensi¨®n del desfile que, siguiendo la tradici¨®n que iniciara George Washington en 1789, recorre la Pennsylvania Avenue, desde el Capitolio a la Casa Blanca, tras las tomas de posesi¨®n presidenciales. Es la primera vez que esto ocurre en la historia de Estados Unidos.
Fue necesario que el domingo por la noche un equipo de m¨¦dicos civiles y militares aconsejara al presidente la suspensi¨®n de los actos en la calle, "ante el peligro para la salud de los participantes, ya que la exposici¨®n durante m¨¢s de cinco minutos a temperaturas tan bajas puede causar congelaci¨®n en las partes expuestas del cuerpo". Ronald Reagan, disgustado, accedi¨®, sin embargo, y dio ¨®rdenes para que su toma de posesi¨®n como 40 presidente de EE UU se celebrara en el interior del Capitolio en vez de en el exterior ante 140.000 personas como estaba previsto.
Horas antes de tomar esa decisi¨®n hist¨®rica -solo William Howard Taft, en 1909, no prest¨® juramento en la calle frente al edificio que alberga al Congreso y se retir¨® al interior debido a una fuerte nevada- un coro de 100 personas estuvo a punto de perder para siempre sus voces en los ensayos al ser barrido por un viento glacial que imped¨ªa la respiraci¨®n.
Fallaban tambi¨¦n los instrumentos de las m¨¢s de 40 bandas de j¨®venes que hab¨ªan llegado desde todos los rincones del pa¨ªs para celebrar el gran d¨ªa.
El desastre de 1841
El sentido com¨²n de Reagan har¨¢ al menos que no se repita el desastre de 1841, cuando su antecesor, William Henry Harrison, de 68 a?os, desafi¨® el viento helado sin un abrigo ni sombrero en su toma de posesi¨®n. Un mes despu¨¦s mor¨ªa v¨ªctima de una pulmon¨ªa.
"Me gustar¨ªa llorar", coment¨® ayer Ron Walker, presidente del comit¨¦ organizador de los festejos, que han costado 12 millones de d¨®lares (unos 2.100 millones de pesetas). M¨¢s de 60.000 personas llegadas desde todos los puntos del pa¨ªs se sintieron ayer inmensamente frustradas por la suspensi¨®n. Han tenido que conformarse con ver los actos por televisi¨®n desde los cuartos de sus hoteles.
La organizaci¨®n, que pensaba ganar dinero con los actos, est¨¢ rehaciendo los n¨²meros y ya ha prometido que devolver¨¢ el dinero a los que pagaron entre 25 y 75 d¨®lares (entre unas 4.400 y 13.000 pesetas) por ver el desfile desde una tribuna en la calle.
Para los poderosos y ricos amigos californianos y tejanos de los Reagan llegados a Washington, la frustraci¨®n es menor, aunque tampoco pudieron entrar en la rotonda del Capitolio, donde solo ante 1.000 personas Reagan prest¨® juramento y pronunci¨® su discurso. Sin embargo, se consolaron asistiendo a alguno de los nueve bailes de gala que se celebraron anoche en la ciudad, con fugaces apariciones de Ronny y Nancy Reagan.
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