Hospitales, ?una escalada hacia el caos?
Espa?a dispone de buenos hospitales y de excelentes equipos humanos en sanidad, se?ala el autor de este trabajo. Pero frente a ello opina que los recursos son insuficientes y no est¨¢n racionalmente utilizados, y que la pol¨ªtica del Insalud es perjudicial y discriminatoria contra los centros privados. Por ¨²ltimo, argumenta que los mayores paladines de la medicina privada en Espa?a son precisamente los actuales dirigentes del Ministerio de Sanidad.
M¨¢s de una vez ha ocupado las paginas de los peri¨®dicos el doloroso espect¨¢culo de enfermos encamados en los pasillos de los hospitales, triste imagen que un pa¨ªs desarrollado como el nuestro no puede ofrecer. Pero sobre esa triste realidad hay que apresurarse a decir que Espa?a dispone hoy de un buen conjunto de centros hospitalarios, donde se est¨¢ realizando una medicina de alta calidad comparable a la de las naciones m¨¢s avanzadas en este terreno; disponemos, pues, de buenos hospitales y buenos equipos humanos. Pero a la vista est¨¢ que no son suficientes.Adem¨¢s de insuficientes, los recursos no est¨¢n utilizados todo lo racionalmente que fuera necesario. En grandes l¨ªneas, la descripci¨®n del proceso ser¨ªa la siguiente:
1. Tenemos un n¨²mero de camas hospitalarias por mil habitantes inferior a la media de los pa¨ªses desarrollados y, desde luego, muy por debajo de las recomendaciones de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS).
2. Existe una muy diferente calidad asistencial, distribuci¨®n geogr¨¢fica, etc¨¦tera, de las camas hospitalarias.
3. Nuestros hospitales, en su inmensa mayor¨ªa de titularidad p¨²blica, tienen una dependencia patrimonial y administrativa muy diversa (Insalud, comunidades aut¨®nomas, diputaciones, universidad, etc¨¦tera).
4. M¨¢s del 90% de los espa?oles son beneficiarios de la Seguridad Social y, por tanto, del Insalud, que ejerce as¨ª una especie de monopolio de la demanda de servicios hospitalarios.
Se?alados estos puntos, veamos c¨®mo se desarrolla din¨¢micamente el modelo. El incremento de la poblaci¨®n asegurada por la Seguridad Social en los ¨²ltimos a?os ha sido muy superior al de camas en centros hospitalarios del Insalud, por lo que ¨¦ste ha tenido que recurrir de forma creciente a colocar a sus enfermos en hospitales ajenos a la red propia. Pero los acuerdos a los que ha llegado con estos hospitales, tanto de titularidad p¨²blica (diputaci¨®n, universidad) como privada (ya fuera ¨¦ste de instituci¨®n sin ¨¢nimo de lucro como de sociedades mercantiles), han sido de car¨¢cter leonino. De tal manera que el Insalud gasta por cama/d¨ªa en sus hospitales aproximadamente el doble de lo que paga a otro ajeno con un nivel asistencial semejante; de ah¨ª la descapitalizaci¨®n y la situaci¨®n de pr¨¢ctica quiebra de un buen n¨²mero de centros, de los que la Cl¨ªnica de la Concepci¨®n, de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz, de Madrid -la famosa Concha-, es el ejemplo m¨¢s reciente.
El Insalud ha venido y viene utilizando la ley del embudo, aprovech¨¢ndose del control sobre sus asegurados (que, por cierto, no han tenido opci¨®n ninguna de elegir su sistema de seguros). Las cosas se plantean as¨ª: o el centro en cuesti¨®n acepta las condiciones del Insalud o ¨¦ste le retira los posibles usuarios. Y a¨²n m¨¢s grave que la econ¨®mica es la discriminaci¨®n que se produce al enviar a los hospitales concertados una mayor¨ªa de enfermos cr¨®nicos, incurables, con enfermedades poco exigentes de esfuerzo diagn¨®stico o terap¨¦utico; es decir, cient¨ªficamente, poco estimulantes, y nada rentables desde el punto de vista socioecon¨®mico.
En el proyecto de la futura ley general de Sanidad se contempla la creaci¨®n de una red ¨²nica de hospitales de titularidad p¨²blica; eso es algo positivo que pondr¨¢ fin, en parte, al proceso descrito. Y decimos en parte porque, a pesar de las insistentes peticiones de la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial, no se ha admitido, por parte del Ministerio de Sanidad, que tambi¨¦n formen parte de la red aquellos hospitales de titularidad no p¨²blica que, reuniendo los requ¨ªsitos asistenciales exigibles, pidiesen formar parte de la misma sin perder la situaci¨®n patrimonial.
Se ha dicho que con esto lo ¨²nico que se pretend¨ªa era favorecer a las cl¨ªnicas privadas con fondos p¨²blicos: no hay peor sordo que el que no quiere o¨ªr; la mayor¨ªa de los hospitales que pudieran integrarse son de instituciones sin ¨¢nimo de lucro (Cruz Roja, Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz, etc¨¦tera), y este pa¨ªs no puede permitirse el lujo de desaprovechar ni un solo hospital que re¨²na las condiciones t¨¦cnico-sanitarias exigibles.
Una vez m¨¢s prima el sectarismo ideol¨®gico sobre los aspectos cient¨ªficos en este sector. Con el sambenito de "defensores de la medicina privada" -cosa execrable por lo que se ve- se pretende cortar de ra¨ªz cualquier petici¨®n racionaliz adora. Y los enfermos siguen en los pasillos..., por mucho dinero que se gaste el Insalud en hacer propaganda de la humanizaci¨®n hospitalaria. Suena a sarcasmo.
Y no teman los que nos acusan de defensores de la medicina privada. ?sta, de momento, se defiende sola.
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