La cuenca alta del Manzanares, un parque regional / 1
La existencia de -una amplia franja verde en fase de deterioro entre el norte de la ciudad de Madrid y la zona de La Pedriza obliga a adoptar medidas legales de protecci¨®n, afirma el autor de este art¨ªculo, para quien no cabe esperar de las sabias leyes del mercado un proceso de recuperaci¨®n espont¨¢nea de los valores paisaj¨ªsticos y ecol¨®gicos de esta porci¨®n de la comunidad aut¨®noma.
La discusi¨®n en la Asamblea de Madrid de un proyecto de ley por el que se declara parque regional la cuenca alta del r¨ªo Manzanares ha provocado una viva pol¨¦mica y duras acusaciones al mismo tanto desde posiciones de derechas como de las que se reclaman desde la izquierda.Las primeras centran su ataque sobre la amplitud excesiva del ¨¢mbito protegido, la falta de respeto a la propiedad privada, la limitaci¨®n de la autonom¨ªa municipal y, c¨®mo no, la posible inconstitucionalidad del proyecto de ley. Desde la izquierda, los ataques son casi sim¨¦tricos: insuficiencia del ¨¢mbito, debido b¨¢sicamente a la exclusi¨®n del Monte de El Pardo; excesiva tolerancia respecto a los derechos privados o institucionales; debilidad de una norma auton¨®mica reclamando, por el contrario, un rango estatal con la figura de parque nacional.
M¨¢s que responder uno a uno a los argumentos contrarios al proyecto de ley, pretendemos explicar desde estas l¨ªneas el porqu¨¦, el para qu¨¦ y el c¨®mo de una pol¨ªtica de protecci¨®n y potenciaci¨®n de ese gran espacio rural que, como gran pasillo verde, corre desde Puerta de Hierro a la Cuerda Larga a lado y lado del cauce alto del r¨ªo Manzanares.
Una protecci¨®n necesaria
La adopci¨®n de unas medidas especiales de protecci¨®n sobre un determinado territorio s¨®lo est¨¢n justificadas si en el ¨¢mbito protegido existen recursos de alto valor natural, morfol¨®gico, paisaj¨ªstico, etc¨¦tera, cuya supervivencia y mantenimiento como recursos insustituibles se ven amenazados por agresiones internas y externas no controlables desde la espont¨¢nea reacci¨®n de los agentes privados o institucionales que pugnan por apropiarse de dicho territorio.
Ese gran pasillo verde al que hacemos referencia, articulado en torno al cauce del alto Manzanares, tendido y potenciado entre el Monte de El Pardo y La Pedriza, constituye hoy un aut¨¦ntico parque rural en el, que conviven singulares reservas casi intocadas (La Pedriza, la sierra de Hoyo, El Pardo), con pastizales, cercados, sotos y ca?adas expresivas de una larga, fruct¨ªfera y delicada interacci¨®n del hombre y la tierra capaz, a lo largo del tiempo, de construir un paisaje rural de alto valor ecol¨®gico. Este pasillo que penetra como una cu?a desde la sierra hasta el coraz¨®n de la metr¨®poli se presenta hoy como una pieza estructurante y medular en la dif¨ªcil tarea de reordenar el territorio de nuestra comunidad.
Los crecimientos incontrolados de los n¨²cleos rurales iniciales, la proliferaci¨®n indiscriminada de las urbanizaciones de segunda residencia, las iniciativas m¨¢s o menos legales de nuevos desarrollos, constituyen las agresiones actuales y emergentes que han deteriorado ya, y amenazan con destruir, los valores naturales de este territorio.
Junto a ellos, y como consecuencia del cambio de valores inducido por el irracional modelo inmobiliario que ha hecho que cada prado o dehesa aparezca como un solar expectante, la otra amenaza que puede arruinar este gran espacio rural es el abandono o la expulsi¨®n de la poblaci¨®n y de las actividades agropecuarias tradicionales en su m¨¢s amplio sentido.
Enfrentarse a esta situaci¨®n, reconducirla en sentido contrario, s¨®lo es posible desde- una decidida intervenci¨®n p¨²blica comprometida en la protecci¨®n, conservaci¨®n y potenciaci¨®n de los recursos naturales que encierra la cuenca alta del Manzanares. No cabe esperar de las sabias leyes del mercado, dadas las pautas, valores y prioridades que a¨²n configuran el comportamiento de sus operadores, una recuperaci¨®n espont¨¢nea.
Una protemi¨®n activa
El concepto de vac¨ªo, de espacio rural como bien colectivo, como elemento positivo y estructurante, limitador y condicionante, matriz natural en la que cobra significado el sistema de asentamientos urbanos, supone un cambio cultural a¨²n no difundido cuya consecuci¨®n exige la voluntad de conquistar un nuevo orden cuyos primeros pasos van a suponer roces, cuando no choques violentos, con los valores heredados y a¨²n imperantes en determinados sectores o grupos de intereses, que ven en la promoci¨®n inmobiliaria la ¨²nica fuente de beneficios, aunque en los argumentos en contra del proyecto de ley se vistan con zamarras de pastor.
La declaraci¨®n altisonante de espacio o monumento protegido no ha sido por desgracia, en muchos casos, el anuncio venturoso de una revitalizaci¨®n y recuperaci¨®n colectiva de un patrimonio natural o edificado, sino el anuncio de una miseria o una ruina inminente. Salvar este riesgo obliga a un entendimiento de la naturaleza de los recursos a proteger y de sus potencialidades como riqueza a recuperar.
La utilizaci¨®n, voluntariamente heterodoxa en nuestro contexto legislativo, de la figura de parque regional est¨¢ formulada con la intenci¨®n de dar cabida a normas y mecanismos capaces de un tratamiento diferenciado y sensible a los distintos sub¨¢mbitos que albergan y caracterizan la cuenca alta del Manzanares. La coexistencia de reservas naturales, como La Pedriza o la sierra de Hoyo, con asentamientos urbanos tradicionales o nuevos, embebidos en un continuo rural conformado por una hist¨®rica actividad agropecuaria, obligan a la formulaci¨®n de distintos niveles de protecci¨®n, al establecimiento de diversos gradientes de labilidad frente a posibles actividades, al establecimiento de ordenanzas de uso pormenorizadas y a la programaci¨®n de actuaciones p¨²blicas y privadas con instrumentos adecuados a cada circunstancia.
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