El ejemplo de Onaind¨ªa
MARIO ONAINDIA ha renunciado a ser reelegido secretario general de Euskadiko Ezkerra -que celebr¨® el pasado fin de semana su II Congreso- y ha apoyado la designaci¨®n de Kepa Aulestia -cuyo hermano Joseba, ex dirigente de la autodisuelta ETA VII Asamblea, acaba de regresar a Espa?a al amparo de las medidas de reinserci¨®n social- para desempe?ar ese cargo. Desoyendo las presiones y los argumentos encaminados a hacerle desistir de esa decisi¨®n, anunciada hace m¨¢s de un a?o, la firmeza del ex secretario general de Euskadiko Ezkerra para mantener su palabra ofrece un ejemplar contraste con el habitual apego de los pol¨ªticos a las dignidades. Sin embargo, Mario Onaind¨ªa, una de las personalidades m¨¢s imaginativas y valerosas de nuestra democracia restaurada, permanecer¨¢ en el comit¨¦ central de ese partido y seguir¨¢ siendo el portavoz de su grupo parlamentario en la C¨¢mara vasca.Faltan analog¨ªas significativas en el resto de Espa?a, incluida Catalu?a, para encontrar alg¨²n equivalente que sirviera para explicar el papel desempe?ado por Euskadiko Ezkerra en el Pa¨ªs Vasco. Su n¨²cleo original, el Partido para la Revoluci¨®n Vasca (EIA), estaba formado por militantes de la izquierda nacionalista -entre los que figuraban antiguos miembros de ETA acogidos a la ley de amnist¨ªa de 1977, y aspiraba a desarrollar la estrategia de la doble via, en cuya elaboraci¨®n hab¨ªa participado el malogrado Pertur. Las reflexiones te¨®ricas y el arrojo pr¨¢ctico de Mario Onaind¨ªa, legitimado por su historia personal para condenar la violencia y preocupado siempre por erradicar del debate pol¨ªtico la descalificaci¨®n personal y las condenas inquisitoriales, resultaron decisivas en la evoluci¨®n de una generaci¨®n formada en la oposici¨®n a la dictadura franquista, el culto a la sangre y el doctrinarismo ideol¨®gico. En el momento de la fusi¨®n de ElA con el sector mayoritario de los comunistas vascos -que provoc¨® la purga de los renovadores del PCE en el oto?o de 1981-, Euskadiko Ezkerra hab¨ªa fijado ya sus nuevas se?as de identidad. Su inicial ambig¨¹edad respecto a las v¨ªas alternativas de la lucha pol¨ªtica dej¨® paso a un resuelto compromiso con las reglas de juego democr¨¢ticas, el rechazo del terrorismo, la aceptaci¨®n del pluralismo pol¨ªtico y cultural del Pa¨ªs Vasco, la defensa de la tolerancia y la necesidad de la negociaci¨®n. El apoyo de Euskadiko Ezkerra al Estatuto de Guernica en el refer¨¦ndum de octubre de 1979 permiti¨® incorporar al proyecto auton¨®mico a un cualificado sector del nacionalismo de izquierdas. La autodisoluci¨®n de ETA VII Asamblea y la reinserci¨®n social de los poli-milis en la Espa?a democr¨¢tica -concluida durante estas ¨²ltimas semanas- fueron posibles gracias al coraje moral y al talento pol¨ªtico que mostraron, despu¨¦s del golpe de Estado del 23-17, Mario Onaind¨ªa y Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s, por parte de Euskadiko Ezkerra, y Juan Jos¨¦ Ros¨®n, el m¨¢s templado, eficaz e inteligente ministro del Interior de la democracia espa?ola.
Ante las urnas, Euskadiko Ezkerra ha tenido que competir con el nacionalismo radical de Herri Batasuna y con la cultura pol¨ªtica del socialismo vasco. Que su modesta implantaci¨®n electoral -alrededor del 8% de los sufragios emitidos en 1982 y en 1984- no guarde proporci¨®n con su notable influencia -como ocurri¨® durante la II Rep¨²blica con Acci¨®n Nacionalista Vasca- se explica en buena parte por la racionalidad, imaginaci¨®n y sentido del largo plazo que Mario Onaind¨ªa -condenado a muerte en el hist¨®rico juicio de Burgos de 1970- ha sabido dar a sus planteamientos pol¨ªticos. Nadie est¨¢ en condiciones de reclamar el monopolio de los esfuerzos para erradicar la violencia terrorista y lograr la reconciliaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco. Sectores del nacionalismo moderado y del socialismo vasco y algunas fuerzas sociales han luchado valerosamente en favor de la convivencia democr¨¢tica, frente a las amenazas de las bandas armadas y frente a quienes propugnan el terrorismo de Estado. Cuando esta etapa de sangre, visceralidad y odio sea tan s¨®lo un terrible recuerdo en la historia de los vascos, la figura ejemplar de Mario Onaind¨ªa ocupar¨¢ un lugar destacado entre los que hicieron posible la paz y la reconciliaci¨®n.
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