Los asesinos del padre Popieluszko
LA PETICI?N fiscal contra los cuatro oficiales de las fuerzas de orden p¨²blico de diversa graduaci¨®n -un coronel, un capit¨¢n y dos tenientes- acusados de haber asesinado al padre Popieluszko es el desenlace l¨®gico del proceso que se viene desarrollando en la ciudad de Torun, con un nivel de informaci¨®n que, a pesar de ciertas limitaciones, ha permitido a la poblaci¨®n polaca y a la, opini¨®n p¨²blica internacional conocer las declaraciones que se han ido sucediendo. El inter¨¦s suscitado por el proceso se explica, en primer lugar, por la personalidad de la v¨ªctima: uno de los sacerdotes que defend¨ªa al sindicato prohibido Solidaridad con m¨¢s ardor y valent¨ªa, y que se hab¨ªa convertido en un s¨ªmbolo de esa causa. Fue secuestrado el 19 de octubre, extendi¨¦ndose una ola de inquietud y angustia por todo el pa¨ªs. A los 11 d¨ªas fue hallado su cuerpo sin vida. El Gobierno Jaruzelski se apresur¨® a prometer medidas r¨¢pidas y efectivas para descubrir y condenar a los asesinos. En realidad, la investigaci¨®n dur¨® 52 d¨ªas; el juicio empez¨® el 27 de diciembre y est¨¢ a punto de concluir.Los fiscales han pedido pena de muerte para el capit¨¢n Piotrowski, el acusado que llev¨® a cabo la materialidad del asesinato, y, penas de 25 a?os para los dos tenientes asesinos y para el coronel Pietruszka, culpable de instigaci¨®n y asistencia al asesinato. Sin la ayuda de este coronel, dijo uno de los fiscales, "el crimen hubiese sido imposible". Es indiscutible que el asesinato del padre Popieluszko, torturado antes de morir, es uno de los cr¨ªmenes m¨¢s repelentes que cabe imaginar. Que se haya requerido la pena m¨¢s alta del c¨®digo polaco contra el principal asesino es l¨®gico. Sin embargo, la pena de muerte, en todos los casos, incluso en ¨¦ste, es algo intolerable para la conciencia contempor¨¢nea. Una de las conquistas de la democracia espa?ola ha sido precisamente la supresi¨®n de la pena de muerte. Es significativo que entre las demandas de Solidaridad para la democratizaci¨®n de Polonia figure la supresi¨®n de la pena de muerte; un motivo m¨¢s para pensar que tal pena, si bien el fiscal la ha pedido, no ser¨¢ aplicada.
Los discursos pronunciados por los fiscales ante el tribunal tienen aspectos no s¨®lo jur¨ªdicos, sino pol¨ªticos. Han reconocido incluso que el asesinato fue una provocaci¨®n dirigida contra el Gobierno Jaruzelski. En realidad, ¨¦ste tuvo que tomar una decisi¨®n pol¨ªtica seria cuando se descubri¨® que los asesinos pertenec¨ªan a los servicios de polic¨ªa. Si hubiese consentido cierta protecci¨®n de los asesinos por parte del aparato policiaco, hubiese quedado prisionero del sector duro que, en el partido, y en el sistema estatal, quiere volver a una pol¨ªtica de represi¨®n implacable contra los hombres ligados a Solidaridad. Ello hubiese sido el fin de su pol¨ªtica. Jaruzelski se esfuerza por seguir una pol¨ªtica en medio de la corriente, a partir de un equilibrio, sumamente dif¨ªcil, entre un poder sostenido sobre todo en el Ej¨¦rcito y la sociedad civil. Con el proceso que est¨¢ a punto de concluir, Jaruzelski se coloca en unas condiciones favorables para el di¨¢logo con la Iglesia, incluso con sectores de la oposici¨®n. Sin embargo, otra faceta de la acusaci¨®n fiscal y recientes campa?as de Prensa muy duras contra la Iglesia denotan el temor, del Gobierno a que las condenas de los polic¨ªas asesinos estimulen las actitudes cr¨ªticas en el seno de la Iglesia. Sin duda, adem¨¢s de las condenas en el juicio, algunas destituciones han tenido lugar entre altos cargos de la polic¨ªa. Pero todo indica que el general Jaruzelski, a pesar de que necesita mantener cierto margen de tolerancia con respecto a la oposici¨®n para que su pol¨ªtica sea viable, se encuentra con grandes dificultades para anular a los sectores incrustados en el Estado que quieren volver a las medidas de represi¨®n t¨ªpicas de ¨¦pocas anteriores.
En todo caso, el juicio de Torun pone en evidencia hasta qu¨¦ punto, tras la experiencia de Solidaridad, Polonia se ha convertido en un caso completamente at¨ªpico dentro del llamado socialismo real. A pesar del golpe militar del 13 de diciembre, el peso de la sociedad civil es considerable. Con casi todos los dirigentes de Solidaridad y del KOR en libertad, con cientos de publicaciones clandestinas, pero que se distribuyen p¨²blicamente, el Gobierno est¨¢ obligado a tener en cuenta la presi¨®n de un pueblo que conserva, por encima de todo, una conciencia pol¨ªtica despierta y una voluntad de libertad indoblegable.
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