La vidente de El Escorial
Un buen amigo, lector entusiasta de EL PA?S, me dice que se ha publicado en el mismo un editorial calificando de farsa las llamadas apariciones de la Virgen en El Escorial, censurando a Televisi¨®n Espa?ola la informaci¨®n que dio sobre el acontecimiento.Habiendo el que esto escribe estado en dicha localidad el 2 de junio de 1984, me creo obligado, en honor a la verdad y como cat¨®lico, a relatarle a usted lo que presenci¨¦, demostrativo de que no hay tal farsa y que Televisi¨®n Espa?ola obr¨® acertadamente en calificar de serio lo que all¨ª ocurr¨ªa.
Fue un d¨ªa propio de invierno; al pasar por Las Rozas, el term¨®metro marcaba 8?; al llegar al prado en el que estaba la vidente, el cielo estaba plomizo, y la lluvia, persistente y menuda. El lugar me pareci¨® inh¨®spito y estaba encharcado.
Cre¨ª no poder permanecer en lugar tan inc¨®modo. Eran justamente las 5.45 y termin¨® el rosario a las 8.45. No sent¨ª cansancio, ni molestia alguna, ni la humedad de pie, sin darme cuenta del tiempo y sin esperar; nada sorprendente, simplemente rezar el rosario con la vidente.
De repente, a las 6.50 surgi¨® una claridad del suelo, como en los escenarios cuando se enciende la bater¨ªa. Mi situaci¨®n era de espaldas a San Lorenzo de El Escorial. Me volv¨ª hacia ¨¦l y a una distancia de unos 50 metros hab¨ªa unos; ¨¢rboles grandes, y en la copa de los mismos apareci¨® un disco dioble de grande que el del reloj del antiguo Ministerio de la Gobernaci¨®n, blanco brillante, que se pod¨ªa contemplar sin da?ar la vista y que cambiaba de tonalidades, y rozando con el mismo, en sentido horizontal, parte a trav¨¦s de las hojas, vi unas madejas rosadas y anaranjadas, de una gran belleza, que desaparecieron breves instantes despu¨¦s para reaparecer con mayor intensidad. Fueron cinco minutos la duraci¨®n del fen¨®meno: Mi reacci¨®n fue la de sollozar, asombrado por lo que juzgu¨¦ una se?al sobrenatural, ya que humanamente aquello no ten¨ªa explicaci¨®n ni puede calificarse de farsa, como me cuenta mi amigo que han dicho ustedes en su editorial.
Un c¨¢lculo -sujeto a error, naturalmente- de la gente que asisti¨® al suceso nos hizo pensar que ser¨ªan unas 40.000 personas las que asist¨ªan al rosario; entre ellas, gentes muy modernas, que en la Prensa han manifestado lo que vieron, parecido a lo m¨ªo, sin que lo califiquen de suceso natural, y mucho menos de escenografia.
Hay un antecedente que debo hacer constar: unos dos a?os antes, en verano, unos amigos llevaron a la vidente a mi casa de San Lorenzo de El Escorial, y cuando me dio la mano, dej¨® en la misma un indefinible olor a rosas, percibido tambi¨¦n en el ambiente de la habitaci¨®n en donde est¨¢bamos.
Despu¨¦s de una breve charla, la pasamos a la habitaci¨®n de mi mujer para que la conociera ¨¦sta -en absoluto piense usted que iba de curandera-, que estaba en cama por una ligera indisposici¨®n. Mi mujer es al¨¦rgica a los olores, los percibe por tenues que sea; no obstante, al entrar la vidente -a la que no pusimos en antecedentes porque no pensamos en ello- en la alcoba, ces¨® el olor y en la mano de mi mujer no dej¨® olor alguno, reapareciendo ¨¦ste cuando abandon¨® la habitaci¨®n.
Mi ruego al escribirle es que haga p¨²blicas mis manifestaciones en su peri¨®dico, en respuesta a lo de farsa; el juicio de ustedes es libre, desde luego; pero con el natural respeto para los que no coincidimos con sus ideas, que respetamos.
Su entusiasta lector, amigo m¨ªo, me anim¨® a dirigirle esta carta con la seguridad de que usted se har¨ªa cargo de la misma y publicar¨ªa lo que en ella digoFiscal general del Tribunal Supremo, jubilado. Ex teniente fiscal del Tribunal Supremo.
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