El desconocido perfil de una cabeza
El 30 de agosto de 1926, Jacobo Sureda escribe a su madre desde Selva Negra, en Alemania. Est¨¢ intemado en un sanatorio, y para conseguir el dinero de su cuota mensual distribuye entre los enfermos un peri¨®dico que ¨¦l mismo confecciona y en donde se ridiculiza a los m¨¦dicos. "Es posible" escribe, "que en la imprenta de los amigos Weissenberger de St. Blasien editemos mis poes¨ªas en un peque?o librito". Sureda aprende la pericia del cajista y, en octubre de ese mismo a?o, anuncia a su madre la impresi¨®n de 300 ejemplares del Prestidigitador de los cinco sentidos. "Todo el plomo de las formas", cuenta en los 'Preliminares', "ha pasado letra a letra por mis inanos".Borges estaba al corriente de este proyecto y en varias ocasiones menciona el libro: "Corrige las pruebas deletre¨¢ndolas: las erratas entristecen, y aunque son una especie de peaje para pasar mercader¨ªas a la gloria, hay que pagar lo menos posible".
Pero Jacobo Sureda, que amonton¨® durante a?os cientos de manuscritos, no alcanz¨® nunca lo que nunca persigui¨®. En uno de sus papeles escribi¨® esta meditaci¨®n esencial: "Desconf¨ªa de las grandes dichas. No tengas voluntad de nada. La voluntad falsea la naturaleza".
Lloren? Villalonga, escribi¨® en la Prensa local la necrol¨®gica, de Sureda: "Fue cr¨ªtico, heterodoxo y original. Contrariamente al sentir de Spengler, los revolucionarios surgen de las elites. S¨®lo en ciertas esferas se cosecha ese humorismo corrosivo que las masas desconocen y que les asusta. Han sido tres d¨ªas de tristeza deliciosa. Jacobo, en un curso pr¨¢ctico, ha desarrollado la gracia de morir". Ernilia Sureda recuerda la ¨²ltima conversaci¨®n entre Jacobo y el escritor autor de Bearn: "?Cu¨¢ndo ser¨¢, Lloren?, cu¨¢ndo?". "Hoy". "Pero ?cu¨¢ndo?, ?de madrugada?". "S¨ª, ser¨¢ de inadrugada".
La disposici¨®n primordial de Sureda era la de ignorar las potencias de su talento: "?Cu¨¢ndo asumir¨¢s", le pregunta Borges, "tu rol de general de los jesuitas y derramar¨¢s el aceite de tus palabras maquiav¨¦licas sobre este mundo desorbitado y sin ra¨ªles?".
Pero el "capit¨¢n general de los sarc¨¢sticos l¨ªricos", recordado por sus pocos familiares como un hombre bueno, hab¨ªa decidido ya y anotado cu¨¢l ser¨ªa su ¨²nico modo: "No hay desdicha a la que no me acomode y el sabor ¨¢spero que encierra eleva la tensi¨®n de rr¨²s nervios, hincha mis m¨²sculos, comba mis miembros: me preparo a jugar mi papel".
En su Ebro Jacobo Sureda responde la pregunta que indaga sus 33 a?os: "Yo no ver¨¦ nunca el verdadero y completo perfil de mi cabeza".
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