El avi¨®n de Iberia seg¨® un bosque de pinos antes de hacer explosi¨®n
Una de las azafatas acababa de decir las frases habituales tras ser autorizado el aparato para la aproximaci¨®n: "Se?ores pasajeros: dentro de unos minutos tomaremos tierra en el aeropuerto de Sondica, donde la temperatura es de siete grados. Por favor, comprueben que su cintur¨®n de seguridad est¨¢ abrochado, el respaldo de su asiento en posici¨®n vertical, y su mesa plegada. Les rogamos apaguen sus cigarrillos y no fumen hasta que se encuentren en el edificio terminal del aeropuerto. El comandante Pati?o y todos nosotros esperamos hayan tenido un vuelo agradable y confiamos en verles nuevamente a bordo". Poco despu¨¦s, restos humanos pend¨ªan de los ¨¢rboles y quedaban esparcidos entre la maleza junto con trozos de fuselaje, sobre un fondo de dens¨ªsima niebla.
Los miembros de una patrulla de la Guardia Civil fueron los primeros en llegar al fondo de la vaguada en que reposaba, todav¨ªa en llamas, una parte del avi¨®n Boeing 727, que cay¨® con 148 personas a bordo -siete de ellas, tripulantes-, todas las cuales fallecieron. El aparato -que volaba unos 300 metros por debajo de la altitud m¨ªnima- se estrell¨® poco despu¨¦s de las nueve y media de la ma?ana de ayer contra la falda nordeste del monte Oitz -de 1.026 metros de altitud-, a 30 kil¨®metros de Bilbao, tras haber chocado con la antena de un repetidor de la televisi¨®n vasca (de 54 metros de altura).A las 9.15 horas, las condiciones de visibilidad de la zona de Sondica, de unos cuatro o cinco kil¨®metros, sin ser ¨®ptimas, superaban ampliamente los m¨ªnimos.
No era esa probablemente la situaci¨®n en el Duranguesado y en la cima del Oitz en particular, donde todav¨ªa a las 10.30 horas la niebla era dens¨ªsima, especialmente en su parte norte y nordeste. A la altura de la ermita de San Crist¨®bal, a varios cientos de metros de la cumbre, donde se concentraron en un primer momento los equipos de salvamento, as¨ª como los primeros informadores que accedieron al lugar, no se ve¨ªa nada m¨¢s all¨¢ de 10 o 12 metros.
Los grupos de Protecci¨®n Civil desplazados, que contaban con la ayuda de perros rastreadores, dudaban a la hora de decidir por d¨®nde comenzar su tarea, ante las noticias se transmit¨ªan tan incesante como contradictoriamente. Una joven del caser¨ªo Ayabide que asegur¨® haber o¨ªdo "un golpe seco, seguido por el estruendo de una explosi¨®n" afirmaba que el avi¨®n ten¨ªa que estar en la falda del Oitz, no lejos de Arbacegui, pero simult¨¢neamente la radio informaba que un monta?ero del pueblo de Bol¨ªvar situaba el estruendo en otra direcci¨®n.
Los componentes de otra familia, habitantes del caser¨ªo Abaitorre, que hab¨ªan ascendido al monte desde Arbacegui para prestar ayuda, aseguraron, tras observar que la antena auxiliar se hab¨ªa derrumbado en direcci¨®n al nortenordeste, que, sin duda, el avi¨®n hab¨ªa ca¨ªdo por el barranco que se abre a la izquierda de la ermita de San Crist¨®bal.
Hacia las 12.00 horas lleg¨® a las inmediaciones de la cima de Oitz el presidente del Gobierno vasco, Jos¨¦ Antonio Ardanza, pero s¨®lo para volver a descender intentando alcanzar por otra v¨ªa el lugar donde se supon¨ªa que se encontraban los restos del avi¨®n.
Dif¨ªcil acceso
Finalmente, cerca ya de las 12.30 horas se inform¨® que un helic¨®ptero de la Guardia Civil hab¨ªa localizado restos del avi¨®n en las inmediaciones de Muniozguren, un peque?o n¨²cleo de caser¨ªos situado a unos cuatro kil¨®metros de la cima del monte Oitz y a unos ocho o diez kil¨®metros del alto de Trabakua. La abigarrada comitiva se puso de nuevo en marcha, s¨®lo para comprobar que el acceso era imposible, excepto campo a trav¨¦s.
Al irse despejando la niebla pudieron ya apreciarse detalles m¨¢s precisos. Una rueda del avi¨®n, y restos de una de sus alas, eran visibles no lejos de la antena de Euskal, Telebista. Ello parece abonar la hip¨®tesis de un choque, o quiz¨¢ mero roce, con dicha instalaci¨®n. La aeronave se precipit¨® a continuaci¨®n por la ladera nordeste del monte, por encima de los pinares all¨ª existentes, por espacio de unos cuatro kil¨®metros, seguramente ya envuelta en llamas.
A continuaci¨®n, tras remontar una peque?a loma, el avi¨®n se detuvo al fondo de una vaguada, tras segar a su paso los ¨¢rboles de un pinar, abrir un corredor de varios cientos de metros, y esparcir por un extenso ¨¢rea restos de los ocupantes.
El siniestro espect¨¢culo que se ofreci¨® a los informadores que lograron finalmente acceder al lugar era dantesco: cad¨¢veres mutilados pendiendo de los ¨¢rboles; otros, la mayor¨ªa, esparcidos por la maleza, con la cabeza seccionada del cuerpo, sanguinolentos trozos de an¨®nima carne humana.
Miembros de Protecci¨®n Civil, agentes de la polic¨ªa vasca, de las unidades rurales de la Guardia Civil, y de las polic¨ªas municipales de las localidades pr¨®ximas, junto con voluntarios, trataban a partir de las 13.00 horas, con la ayuda de perros de rastreo, de localizar su pervivientes, si bien pr¨¢cticamente sin esperanza. En las tareas de b¨²squeda participaron cerca de 700 peronas.
Hasta media tarde no fue encontrada la caja negra, nombre con que se conocen los dos recipientes de color naranja-cromo (para localizarlas mejor) que alojan la cinta del registrador de vuelo de un avi¨®n y los registros de las conversaciones de cabina. Estas cajas servir¨¢n para reconstruir los datos de vuelo e intentar descubrir las causas del accidente.
Del levantamiento legal de los cad¨¢veres se ocup¨® el juez Luis Javier Murgoiti. El titular del juzgado de Durango lleg¨® al lugar del accidente a las 13.45 horas, acompa?ado de tres forenses. Tras la primera inspecci¨®n del lugar, convertido en un escenario de horror, el juez orden¨® el levantamiento de los restos, "porque no se puede hablar de cad¨¢veres" y solicit¨® la coordinaci¨®n de todas las fuerzas.
"Habr¨¢ que recoger los restos con palas e introducirlas en bolsas de pl¨¢stico, otra cosa no tiene sentido. La identificaci¨®n", dijo, "ser¨¢ dificil¨ªsima, tarea casi imposible. De ah¨ª que hayamos pedido ayuda al gabinete central de identificaci¨®n, algunos de cuyos efectivos han salido ya de Madrid".
Tras el levantamiento de los cad¨¢veres, efectivos de la Guardia Civil y de la Ertzantza (polic¨ªa aut¨®noma), provistos de guantes de pl¨¢stico, iniciaron la tarea de reunir los restos en bolsas de pl¨¢stico, que eran introducidas en cajones y envueltas en serr¨ªn, y transportadas a remolques de tractores.
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Los restos destrozados de los ocupantes del avi¨®n -esparcidos en un radio de dos kil¨®metros- fueron trasladados a los hangares del aeropuerto de Sondica, en una penosa tarea.
Ol¨ªa a queroseno y a carne quemada. Mientras, fuerzas del Ej¨¦rcito de Tierra allanaban con palas un terreno para posibilitar enlazar la carretera con un camino vecinal.
Controles en carreteras
La noticia del accidente moviliz¨® a primera hora de la ma?ana a centenares de familiares de las v¨ªctimas, que trataron de acceder al lugar del suceso. Muchos fueron interceptados por efectivos policiales en las proximidades de Durango y en otros controles situados a lo largo de la carretera que conduce a Trabaleku, distante 10 kil¨®metros del lugar del accidente, donde la polic¨ªa imped¨ªa sistem¨¢ticamente el paso a todos los veh¨ªculos particulares.
Una vecina del caser¨ªo Kortaguren, situado a un kil¨®metro de la vaguada en la que se precipit¨® el avi¨®n, Mar¨ªa Teresa Astorki, es, probablemente, la ¨²nica testigo directo del accidente. "Fue como un trueno largo, un enorme estampido; ser¨ªan las 9.30 o algo as¨ª, me asom¨¦ a la puerta y vi al avi¨®n en el aire con mucho fuego, luego cay¨® por la ladera abriendo una pista en el pinar Ure-Mendi. Entonces, se oy¨® el segundo estampido, supongo que fue al chocar el avi¨®n con el fondo de la vaguada".
El aeropuerto de Sondica estuvo cerrado hasta la noche de ayer, debido a que sus servicios de rescate y bomberos se hab¨ªan trasladado al lugar del suceso. Los vuelos fueron desviados a Vitoria. El funeral por las v¨ªctimas ha sido fijado para las siete de la tarde de hoy, en la bas¨ªlica de Nuestra Se?ora de Bego?a, en Bilbao.
El monte Oitz permanec¨ªa anoche acordonado por la Guardia Civil, para evitar que nadie intentase buscar restos del avi¨®n o cometer actos de pillaje.
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