Un nuevo crimen
ETA MILITAR -si se confirman las sospechas fundadas de que ha sido esta organizaci¨®n terrorista la autora del atentado- se ha cobrado una nueva v¨ªctima en la persona de Ricardo Tejero, alto directivo del Banco Central. Pocas contradicciones hay tan escandalosas como las que destruyen los discursos de las organizaciones situadas en la orla ideol¨®gica y pol¨ªtica de ETA, dispuestas a apoderarse hip¨®critamente de la honrada bandera de los derechos humanos cuando conviene a sus prop¨®sitos agitadores, pero resueltas tambi¨¦n a negar la atroz naturaleza de los inhumanos cr¨ªmenes perpetrados por los terroristas. Los etarras han terminado por transformar su sistem¨¢tica y repugnante conculcaci¨®n de los derechos humanos en una siniestra actividad profesional. Para los terroristas la vida humana es una simple mercanc¨ªa, sin que exista soluci¨®n de continuidad entre la operaciones de secuestro destinadas a recaudar dinero y el brutal sacrificio del reh¨¦n que no puede ser aprehendido o cuya familia no consigue reunir el dinero suficiente para pagar el rescate.El asesinato de Ricardo Tejero ha golpeado a la opini¨®n p¨²blica, tanto por la actividad profesional de la v¨ªctima como por el contraste existente entre ese audaz crimen -realizado a plena luz del d¨ªa en una c¨¦ntrica calle madrile?a- y el retroceso de las agresiones terroristas durante los ¨²ltimos meses. Aunque las bandas armadas contin¨²an espor¨¢dicamente perpetrando asesinatos y realizando secuestros (todav¨ªa permanece en poder de ETA el industrial ?ngel Urteaga), la acci¨®n combinada de las soluciones pol¨ªticas (en especial la reinserci¨®n social), de las actuaciones policiales y de la colaboraci¨®n del Gobierno franc¨¦s hab¨ªan reducido sensiblemente la libertad de movimientos, la capacidad de fuego y la adopci¨®n de iniciativas de esa organizaci¨®n criminal. En cualquier caso, el asesinato de Ricardo Tejero parece la tr¨¢gica consecuencia de los desesperados intentos de ETA Militar para rehacer su malbaratada hacienda mafiosa, debilitada por las medidas del Gobierno franc¨¦s en el departamento de los Pirineos Atl¨¢nticos y por las crecientes dificultades de la organizaci¨®n terrorista a la hora de imponer con ¨¦xito las extorsiones gansteriles rebautizadas como impuestos revolucionarios.
Siempre que la brutalidad terrorista perpetra un nuevo crimen, el dolor y la indignaci¨®n ante la sangre inocente derramada se mezclan con el deseo y la esperanza de que la v¨ªctima inmolada sea la ¨²ltima. Se ha dicho en numerosas ocasiones que nadie puede estar al amparo de la furia homicida de un asesino suelto. Pero los progresos realizados en los ¨²ltimos meses en la lucha contra ETA dan fundamento para creer que el final de esa pesadilla est¨¢ cada vez menos lejano. No hay razones para suponer que la colaboraci¨®n del Gobierno socialista franc¨¦s, que ha tenido el valor de arrostrar la impopularidad en su pa¨ªs con su pol¨ªtica de detenciones, extra?amientos, deportaciones y extradiciones se detenga o cambie de signo. Las medidas de reinserci¨®n social comenzadas durante la etapa de UCD, y de las que se han beneficiado hasta ahora fundamentalmente los ex militantes de ETA Pol¨ªtico-militar, pueden contribuir al desarine de los sectores vinculados con ETA Militar que no sean responsables de delitos de sangre. Las actuaciones policiales ganar¨¢n en eficacia a medida que la informaci¨®n mejore. Finalmente, el pacto de legislatura suscrito entre el Gobierno del lendakari Ardanza y el Grupo Parlamentario Socialista puede valer para intensificar la toma de conciencia por la sociedad vasca de la imperiosa necesidad de erradicar la violencia terrorista como requisito para lograr que la autonom¨ªa de Euskadi se consolide.
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