Alfonso y Mar¨ªa, del anonimato de M¨®stoles al s¨ªndrome del secuestro
Alfonso Mu?oz y Mar¨ªa Villa, uno de los matrimonios que ganaron el domingo 173 millones de pesetas en las quinielasl no juntaban ayer entre los dos ni 1.000 pesetas en los bolsillos. Desde el lunes est¨¢n en Logrosi¨¢n (C¨¢ceres), su lugar de nacimiento, y de momento no les hace falta dinero. Ni salen de casa, por temor a los fot¨®grafos, ni piensan en celebrar de manera fastuosa su fortuna. Les da tanto pavor la publicidad, por miedo a un secuestro de sus hijos, que ni siquiera abandonaron el domicilio de la hermana de Mar¨ªa para ir a comer las migas que les prepar¨® la abuela.
En unos caf¨¦s y unas copas de co?¨¢ emple¨® ayer Alfonso Mu?oz las 1.000 pesetas con las que sali¨® el lunes de Madrid. El matrimonio no se imagina que a partir de ahora pueda vivir de las rentas. Acostumbrado a malvivir, a¨²n no sabe c¨®mo emplear los millones. S¨®lo sabe que no volver¨¢ a M¨®stoles, que se afincar¨¢ con sus cinco hijos en Logros¨¢n. Comprara casas y Maite, su hija de 14 a?os, podr¨¢ volver a la escuela, de donde sali¨® para atender la casa mientras su madre trabajaba como asistenta. Jes¨²s, de ocho a?os, tambi¨¦n seguir¨¢ estudiando, aunque tiene grandes dificultades de salud. Padece un tumor en la cabeza, lo mismo que tuvo su madre.La familia se completa con Alfonso, de 23 a?os, empleado en una cristaler¨ªa, en la que se dej¨® los brazos y el cuello, herido por las lunas; Francisco, de 20 a?os, que cumple el servicio militar en Madrid, y Juanito, de 22, que trabaja con un zapatero.
Estos tres, junto con Maite, nacieron en Australia. Hasta all¨ª se fue el matrimonio hace 23 a?os porque la construcci¨®n, en Madrid, daba para malvivir. Fueron unos a?os felices. Llegaron a chapurrear ingl¨¦s y ¨¦l incluso lleg¨® a ser capataz en la fundici¨®n de hierro donde trabaj¨®.
Un tumor en la cabeza sentenci¨® a Mar¨ªa Villa y ella quiso disfrutar del poco tiempo de vida que los m¨¦dicos presagi¨¢ron en su Espa?a querida. La medicina se equivoc¨® y ella, 10 a?os despu¨¦s, goza aparentemente de excelente salud. Al regreso de Australia, Alfonso Mu?oz encontr¨® trabajo, gracias a una recomendaci¨®n, como ayudante de cami¨®n en el servicio de limpieza de M¨®stoles. Su. ¨²ltimo sueldo fue de 81.000 pesetas, cantidad que no le permit¨ªa tapar todos los agujeros dom¨¦sticos. Debe, por ejemplo, cuatro a?os de contribuci¨®n de la casa.
Mar¨ªa Villa es la administradora de la familia. Dice que es mucho dinero el que les ha tocado, "tanto que hubiera sido tan feliz, incluso m¨¢s, si tambi¨¦n hubieran acertado la quiniela m¨¢s familias tan pobres como nosotros. No sabemos qu¨¦ hacer con los millones. Est¨¢ claro que comprar pisos en Logos¨¢n. De inomento, nada m¨¢s".
El hijo mayor, Alfonso, s¨ª tiene clara su primera necesidad. Este a?o no se ha podido casar por falta de recursos econ¨®micos. Se encuentra entrampado con un piso que compr¨® en M¨®stoles y que a¨²n adeuda casi en su totalidad porque no puede afrontar las 31.000 pesetas de letras mensuales que firm¨®. Ahora quiere celebrar una boda por todo lo alto: "Despu¨¦s quiero seguir trabajando. No s¨¦ qu¨¦ har¨¦, pero yo no s¨¦ vivir sin hacer nada. Desde los 13 a?os llevo empleado y me he acostumbrado a vivir luchando por el duro. Yo s¨¦ lo que es estar sin tener dinero en el bolsillo ni siquiera para tabaco".
El padre, Alfonso, no dice nada. No le gusta el f¨²tbol. La quiniela la rellen¨® su mujer. Ahora se apoya en su cu?ado para evitar en el pueblo el asedio que se le viene encima por parte de periodistas, banqueros y amigos de siempre.
Obsesi¨®n por la salud
Tambi¨¦n, como a su mujer, le obsesiona que ahora, con tanto dinero encima, pueda ser centro de atenci¨®n "de esa gente de tan mal vivir que hay ahora. Si despu¨¦s de todo lo que hemos luchado para sacar adelante a nuestros hijos les pasara algo ahora, m¨¢s valdr¨ªa que no nos hubiesen tocado las quinielas. S¨®lo deseo que ahora se puedan abrir un futuro mejor del que les esperaba y que Maite ya no pueda quejarse de que le duelan los ri?ones despu¨¦s de hacer el trabajo de toda la casa, que Jes¨²s pueda tener la carrera del chollo que tanto quiere y alg¨²n d¨ªa tambi¨¦n pueda dejar de tomar la medicaci¨®n diaria que mantiene su cerebro en funcionamiento y que mi mujer ya no tenga necesidad de hacer m¨¢s jerseis a mil pesetas despu¨¦s de haber estado todo el d¨ªa sirviendo en casas".
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