Un m¨¢s all¨¢ en la poes¨ªa
Hay por los menos dos maneras de ver a Espriu que se plantean casi siempre que se trata de un escritor grande: la del creador de lenguaje y la del creador de un mundo de pensamiento. Se ha venido a convenir por la cr¨ªtica, por la filolog¨ªa y hasta por las ciencias de la psicolog¨ªa que son inseparables. Sin embargo, en Espriu, como en otros poetas catalanes o como en los de otras lenguas que se ha intentado proscribir, se ha venido a la consideraci¨®n de la lengua como un valor especial por cuanto tiene de significado propio, en s¨ª misma, capaz de dar un valor de creaci¨®n de grupo diferenciado y en rebeld¨ªa a cualquier expresi¨®n.Es probable que ¨¦l mismo sintiese el valor del idioma catal¨¢n como una situaci¨®n negativa que superar. Comenz¨® a escribir en catal¨¢n, dice ¨¦l, por instinto, "a tientas", sin conocer "un ¨¢pice" de la gram¨¢tica, escolarizado en los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera. Y aqu¨ª nos encontrarnos con dos misterios propios de personajes excepcionales. Uno es el del desaf¨ªo, dentro de esa ley que explic¨® Toynbee para las civilizaciones que, apartadas, reducidas o esclavizadas, por razones geogr¨¢ficas o hist¨®ricas, hacen un esfuerzo suplementario que las sit¨²a mucho m¨¢s all¨¢ de lo posible: Espriu escribi¨® en su idioma mucho m¨¢s all¨¢ de lo posible.
Fil¨®logo nato
El otro misterio es el de la condici¨®n de fil¨®logo nato (que Garc¨ªa G¨®mez atribu¨ªa, por ejemplo, a G¨®ngora), que es m¨¢s excepcional a¨²n. La prueba m¨¢s dif¨ªcil para estos nacidos para un idioma es la capacidad de ser vertidos en otro: cuanto mejor traspasen esa barrera, m¨¢s val¨ªoso y propio, y m¨¢s fuerte, es el idioma original. La pell de brau, de 1960, puede sufl-ir una deterioraci¨®n en la versi¨®n castellana de La pie! de toro (1968), sobre todo para quienes est¨¢n dentro del idioma original y de su multiplicidad de significados y de, cargas hist¨®ricas y af¨¦ctivas; pero sigue siendo la obra de un fil¨®logo nato: como puede serlo un poema de Elliot o de Baudelaire. Dentro del mismo idioma catal¨¢n, y por citar un ejemplo muy reciente, con las dos versiones, en catal¨¢n y en castellano, del Fortuny de Giniferrer, que est¨¢ tambi¨¦n dentro del misterio del fil¨®logo nato, aunque quiz¨¢ no tanpr¨®ximo como Espriu a la noci¨®n de desafio: cuenta otro mundo. La idea de lo intraducible -sobre todo, en poes¨ªa- como expresi¨®n del valor m¨¢ximo de un idioma sabiamente empleado debe sufrir ya alguna revisi¨®n.
En esta cuesti¨®n de la belleza del idioma trascendida sobre la traducci¨®n -contando, evidentemente, con la calidad del traductor; y aun a veces sin ella el aroma persiste- es donde est¨¢ la unidad con el pensamiento. Si el lenguaje de Espriu es dificil y nacido de la noci¨®n del desafio y de la sabidur¨ªa del idioma, no busca, en cambio, el aislan¨²ento o la soledad -otra cosa es el cierre que hizo de su vida personal o la escasez de sus apariciones p¨²blicas: el escritor se manifiesta escribiendo-, ni la reducci¨®n, sino el engrandecimiento de las ideas. Aparte de la generosa entrega de La pell de brau, el lugar denominado por ¨¦l S¨ªnera (Arenys de Mar) no parece consistir en esa operaci¨®n frecuente en otros escritores de n¨²crocosmos, o de la reducci¨®n de la grandeza exterior a la peque?ez del c¨ªrculo habitado, sino en la operaci¨®n precisamente contraria:" en la expansi¨®n hacia fuera de ese c¨ªrculo hasta su entronque con los grandes m¨ªtos, y no s¨®lo con los que parecen haberle sido preferidos -Ariadr¨ªa, Fedra, Ant¨ªgona-, sino hacia una ampliaci¨®n sin l¨ªrnites. Dicho de otra forma: no es una operaci¨®n reductora, de apropiaci¨®n del mundo para hacer de. ¨¦l, de su historia y de su humanidad una cabeza de j¨ªbaro, sino al contrario: una luminosa expansi¨®n, un camino de dentro a fuera.
El tema grande de Espriu apenas comienza en el momento de su muerte. Es el de su conocimiento y el de su comprensi¨®n hasta m¨¢s all¨¢ de los c¨ªrculos sagrados. Hay que admitir que las dos dictaduras no han sido las ¨²nicas enemigas del pensamiento catal¨¢n o del que ha emergido de Catalu?a, sino que han enviciado considerablemer¨ªte grandes sectores de pensamiento en Espa?a, y que est¨¢n todav¨ªa muy lejos de haberse resuelto de una manera satisfactoria. Quiz¨¢ hay signos de que, por encima de los recelos y de las necedades mutuas, comienza a establecerse algo que debe ser m¨¢s que el puente: que debe ser la corriente bajo ¨¦l. La gran obra de Espriu podr¨ªa ser el principio del reconocimiento de que hay un m¨¢s all¨¢ en la poes¨ªa espa?ola.
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