Lagarto, lagarto
Desde su aparici¨®n como g¨¦nero, los telefilmes han sido uno de los principales veh¨ªculos de propaganda norteamericana. El ¨²ltimo producto de la televisi¨®n norteamericana acaba de llegar a nuestros hogares.V plantea una aparentemente sencilla trama basada en la llegada a Estados Unidos de unos lagartos antrop¨®fagos que poseen un avanzado desarrollo tecnol¨®gico y una buena capacidad de camuflaje para hacerse pasar por ciudadanos. Frente a ellos se re¨²ne un sector de resistencia b¨¦lica que utiliza t¨¦cnicas de guerrilla urbana.
Los visitantes, de los que no se aportan m¨¢s datos ideol¨®gicos que su maldad intr¨ªnseca y la fuerte jerarqu¨ªa con la que se organizan, visten todos ellos con uniformes rojos y escriben en sus ordenadores en un idioma que, curiosamente, recuerda de inmediato a los caracteres cir¨ªlicos de la caligraf¨ªa del ruso.
Su estructura militar tiene serias lagunas. La corrupci¨®n interna es evidente. Todas las mujeres que ocupan altos cargos en la organizaci¨®n parece que deben al sexo su posici¨®n. "Yo no tengo el mismo rango que t¨²", le dice la malvada Diana a la comandante jefa de su ej¨¦rcito, "pero tengo el inter¨¦s especial del l¨ªder, que es m¨¢s importante". La conversaci¨®n, M¨¢s digna de celebrarse en una verduler¨ªa que en el cuartel de un poderoso ej¨¦rcito invasor, contrasta con la decencia en la que se mueve el bando opuesto, en el que hasta las m¨¢s criticables acciones son justificadas.
En el ¨²ltimo cap¨ªtulo de V s¨®lo muere uno de los buenos. Hab¨ªa mostrado un cierto malestar al conocer el hecho de que su novia deb¨ªa acostarse con un humano colaborante con el enemigo, con el fin de extraerle informaci¨®n. Ya se lo hab¨ªa comentado uno de sus compa?eros: "Tienes que comprenderlo, esta maldita guerra es dura para todos nosotros". No lo entendi¨® y, aunque al final pareci¨® dar s¨ªntomas de arrepentimiento, era ya demasiado tarde. Hab¨ªa que pagar el delito.
La composici¨®n del grupo de resistencia es, eso s¨ª, de lo m¨¢s heterog¨¦nea. Los jefes son una pareja de j¨®venes que al parecer son capturados alternativamente, semana a semana, por los lagartos travestidos. Junto a ellos se agrupa toda clase de luchadores. Uno de ellos, el m¨¢s experto, es Tyler, un mercenario que, a pesar de haber luchado en Laos y El Salvador, es perfectamente integrable en una buena acci¨®n.
En una ocasi¨®n el periodista Mike Donovan, jefe del grupo, que ya le conoce al haber trabajado como reportero de guerra, tuvo que recordarle que ¨¦l era el jefe, porque le apoyaba el total de las fuerzas de la resistencia. A Tyler le cost¨® trabajo entender el argumento, pero al final lo comprendi¨®. Pese a todo, es un gran muchacho.
Apenas quedan 20 semanas para llegar al final de la serie. ?Alguien apuesta sobre qui¨¦n ganar¨¢?
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