Disenso sobre becas a la Universidad
Las becas-donaci¨®n para hacer una carrera universitaria s¨®lo se justifican en algunos casos y exclusivamente desde el punto de vista del bien de la sociedad o de la instancia que act¨²a por la sociedad en este campo, que es la misma Universidad.Este tipo de becas no se justifica de ninguna manera desde el punto de vista de la situaci¨®n econ¨®mica y social del aspirante a la Universidad. La carrera universitaria es todav¨ªa en nuestro tiempo -aun con paro y todo- un importante activo de capital, capital humano en este caso, que va a generar durante la vida laboral del titulado universitario un flujo de ingresos considerables.
Por ejemplo: el valor presente descontado de un flujo de ingresos anuales que comience con 1,5 millones y vaya aumentando al ritmo de la inflaci¨®n durante 40 a?os es de 60 millones de pesetas (usando una tasa de descuento igual a la de inflaci¨®n).
Este valor presente es el valor del activo que la sociedad facilita en una beca al regalar el coste directo de la producci¨®n del activo al estudiante que entra en la Universidad. Ahora la cuesti¨®n es c¨®mo se justifica que el Estado regale a los relativamente pocos que llaman a las puertas de la Universidad un activo de 60 millones de pesetas, que les asegura el porvenir, y no se lo regale a otros j¨®venes que no han podido completar la educaci¨®n secundaria. Me imagino a un joven que haya tenido que ponerse a trabajar a los 16 a?os y no tenga ya acceso posible a la Universidad que vaya al Ministerio de Educaci¨®n y, solicite que le instalen, por ejemplo, un taller de reparaciones por el valor de lo que vale la educaci¨®n universitaria. Esto no es una broma. Porque regalar un valioso activo a los j¨®venes que han llegado a la Universidad y no regal¨¢rselo, de distinta naturaleza pero con igual monto, a todos los j¨®venes espa?oles me parece elitista, discriminatorio e injusto. Apelar a la igualdad de oportunidades exigir¨ªa eso, igualdad para todos, no solamente a la elite intelectual que termina el COU y no se ve obligada a trabajar.
Para tener claridad en este punto hay que considerar no de d¨®nde vienen los aspirantes a la Universidad, sino a d¨®nde van; no lo que ganan sus padres, sino lo que van a ganar ellos y la capacidad que van a tener de devolver a la sociedad los costes de su carrera universitaria. El principio de facilitar la entrada en la Universidad a los j¨®venes provenientes de familias de pocos ingresos s¨®lo lleva a justificar pr¨¦stamos, retornables al acabar los estudios y comenzar a ganar con la profesi¨®n. Estos retornos alimentar¨ªan un fondo rotativo de becas en principio inagotable.
Las incertidumbres del ¨¦xito
Alternativamente, al nacer se podr¨ªa entregar a todo ni?o y ni?a espa?oles un bono educativo que les garantizara, por lo menos econ¨®micamente, el acceso a todos los niveles de educaci¨®n. No siendo esto viable por m¨²ltiples causas, el beneficiar exclusivamente a quienes con m¨¦rito propio o sin m¨¢s m¨¦rito que el tener medios econ¨®micos han llegado a las puertas de la Universidad es una flagrante conculcaci¨®n del principio de la igualdad de oportunidades. A no ser que los titulados universitarios ganaran lo mismo que los mec¨¢nicos, enfermeras, alba?iles, oficinistas, dependientes, etc¨¦tera, en cuyo caso no habr¨ªa la problem¨¢tica que hay hoy en torno a las becas. A quien se vea impedido del acceso a los estudios universitarios por falta de medios econ¨®micos la sociedad debiera facilitarle el acceso por medio de becas-pr¨¦stamo en unas condiciones suficientemente favorables para tener en cuenta las incertidumbres del ¨¦xito durante los estudios y del empleo remunerado al final de los mismos. Pedir m¨¢s es oportunismo y parte de esa tendencia generalizada de sacarle al Estado todo lo que buena -o no buenamente- se pueda.
M¨¢s a¨²n, incluso la otorgaci¨®n de las becas-pr¨¦stamo no est¨¢ libre de discriminaci¨®n, porque tambi¨¦n el joven que se ha quedado sin posibilidad de entrar en la Universidad podr¨ªa pedir al Ministerio de Educaci¨®n un pr¨¦stamo hipotecario para poner el taller de reparaciones. En el ministerio se reir¨ªan de ¨¦l, aunque no le asista menor derecho que al joven que pide una beca para la Universidad.
Pero las becas-donaci¨®n tambi¨¦n deben existir, porque la sociedad tiene el derecho y la obligaci¨®n de fomentar talentos, de formar bien en las disciplinas cient¨ªficas y t¨¦cnicas. a sus mejores elementos, a aquellos que puedan contribuir m¨¢s al progreso de la sociedad y al bienestar de todos. Esto es claro. Pero en estos casos la concesi¨®n de becas-donaci¨®n debiera llevar garant¨ªas de que el joven de talento beneficiado por la beca dedica el capital humano que la sociedad le regala para el bien de la sociedad y no exclusivamente para enriquecerse y disfrutar privada y ego¨ªstamente sus beneficios.
En fin, que en esta cuesti¨®n de las becas para la ense?anza universitaria hay mucho gato por liebre: nadie tiene derecho, un derecho personal, a que el Estado le regale un activo de capital de 60 millones de pesetas. Pretender lo contrario con argumentos de justicia distributiva es una mixtificaci¨®n encubridora de intereses ego¨ªstas. Los estudiantes universitarios, o los aspirantes a serlo, forman un grupo social m¨¢s con intereses econ¨®micos espec¨ªficos, que, como sucede siempre, est¨¢n en conflicto con los intereses de otro grupos -y no solamente de los militares, como dicen con alguna raz¨®n- sino de los intereses de los ni?os y ni?as de ense?anza primaria, de los desempleados y otros grupos mucho m¨¢s indefensos, menos articulados y sin voz en la sociedad. Los estudiantes luchan por lo suyo; la sociedad y el Estado tienen que velar por lo de todos. Y las personas que sean lo suficientemente l¨²cidas para ver d¨®nde est¨¢ el bien m¨¢s com¨²n y general, tambi¨¦n.
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