Destruir la ciudad
La destrucci¨®n de los centros urbanos de las ciudades espa?olas est¨¢ directamente vinculada a las m¨¢s recientes etapas del desarrollo econ¨®mico que, junto a la elevaci¨®n del nivel de vida de la sociedad en su conjunto, ha ido aparejado a la incorporaci¨®n de nuevos modelos de asentamientos urbanos y a la implantaci¨®n de un sistema territorial radicalmente diferente de los precedentes.Las masivas migraciones de poblaci¨®n operadas a lo largo de los a?os cincuenta y sesenta han vaciado buena parte de las residencias urbanas en las regiones m¨¢s deprimidas, lo que ha generalizado un proceso de destrucci¨®n por abandono de parte de las ¨¢reas urbanas, paralelo al de pueblos y aldeas.
Junto a ello se ha venido produciendo un auge inusitado del sector inmobiliario, cuyo c¨¦nit se alcanza, a mitad de la d¨¦cada de los sesenta, y que ha permitido la producci¨®n masiva de viviendas colectivas, levantadas seg¨²n la l¨®gica economicista del desarrollo y al, margen o en franca oposici¨®n a todo intento racionalizador.
La difusi¨®n de im¨¢genes de aparente higienismo ha acompa?ado la elevaci¨®n de los niveles de renta de estas equ¨ªvocas "d¨¦cadas prodigiosas" de tal modo que el abandono de las ¨¢reas centrales tradicionales se convirti¨® en una propuesta vinculada al ascenso social.
La destrucci¨®n de los centros urbanos ha sido algo m¨¢s que f¨ªsica. Tambi¨¦n la trama social que los ocup¨® durante d¨¦cadas ha sido destruida: las actividades tradicionales han venido desapareciendo lenta e inexorablemente, ligadas a la industrializaci¨®n. Y las posiciones urbanas preferentes, de m¨¢s elevada rentabilidad, han sido ocupadas por actividades en todo ajenas al soporte urbano hist¨®rico, lo que ha venido generando interminables procesos de modificaci¨®n de las tramas urbanas.
Frenar este proceso es no s¨®lo una tarea de racionalizaci¨®n econ¨®mica, sino una apuesta cultural. Resulta inadmisible de todo punto sostener el despilfarro que supone no tener en uso ingentes cantidades de viviendas. La ciudad elaborada durante siglos, precipitado hist¨®rico de culturas, no puede ser destruida en pocos a?os. Y mucho menos puede ser planteada su eliminaci¨®n bajo apariencia racionalizadora e higienista.
Babelia
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