Trabajo para la zurcidora

Estaban los novillos con el talante mustio, a caerse y no embestir; principalmente los dos primeros. Pero cuidado con los novillos que no embisten. Cualquiera de ellos te puede pegar un tabacazo, en cuanto te descuides. A los tres novilleros se los pegaron, les desgarraron los trajes y ahora la que tiene trabajo es la zurzidora.Andr¨¦s Caballero, a quien la gente del toro llama Andres¨ªn, recibi¨® un formidable pitonazo en la cara y cay¨® fuera de combate. A Juan Antonio Carretero el novillo le rasg¨® el pantal¨®n de abajo arriba, y se pudo ver que llevaba calzoncillo reglamentario, de los largos. El porrazo que sufri¨® Jos¨¦ Andr¨¦s Gonz¨¢lez fue en los mism¨ªsimos, con lo que duele. Tuvo que retirarse a la enfermer¨ªa, qu¨¦ menos.

El tercero a¨²n se ca¨ªa m¨¢s, me dio puyazo lo dej¨® agonizante, y la presidencia accedi¨® a devolverlo al corral. Salieron los cabestros, y pues se ponen a hacer el mariquita por el ruedo pegando cabriolas, con desdoro para su digno oficio de cabestro, hubo de suplirles el mayoral, que es don Ferm¨ªn Mondaray Masul¨¦n; los programas de mano jam¨¢s le omiten el don. Ejerc¨ªa la suplencia cuando el novillo le hizo hilo, es decir, que lo corri¨® a pelo y estuvo a punto de cogerle. Pero se cruz¨® Andres¨ªn, que adem¨¢s de hacer el quite asumi¨® la segunda suplencia y se llev¨® al novillo hasta chiqueros, a cuerpo limpio.

Alguna otra vez hemos dicho que este Andres¨ªn es una especie de Luis Francisco Espl¨¢, aunque no le imita en nada. Andres¨ªn se afana, bulle, hace de todo; hasta torear. Y torea bien. Es un torero extravertido y con garra, cuya voluntad de agradar prende en el p¨²blico. Sin embargo no es torero para la galer¨ªa, porque va a lo suyo, se emplea en la lidia con valent¨ªa y voluntad firme de dominio. Defectos se le aprecian un mont¨®n a Andres¨ªn, igual que a sus compa?eros de tema, y es normal que as¨ª sea en novilleros. Son defectos subsanables, casi siempre fruto de la precipitaci¨®n, porque estos toreros con hambre canina de gloria tienen prisa por exhibir sus habilidades y pretenden que el p¨²blico los catalogue figuras nada m¨¢s pisar la arena.

Lance¨® bien de capa Andres¨ªn al sobrero, que era res seria, fuerte y violenta; reuni¨® muy bien en banderillas e hizo una faena de muleta en ascendente progresi¨®n, citando de frente y embarcando con enjundia al natural. En uno de ellos el novillo le derrib¨® de un pitonazo en la cara.

Con el agua del botijo le reanimaron y cuando volv¨ªa al toro pudo apreciarse que el traje estaba desgarrado pero que no hab¨ªa perdido el color. Y ¨¦sta es se?al, nada desde?able, de torero con el coraz¨®n bien templado para afrontar estos y otros sinsabores. En el sexto mejor¨® las ver¨®nicas, los pares de banderillas y unos ayudados de castigo que instrument¨® con hondura. El fr¨ªo de la tarde, que ya hac¨ªa inc¨®modo al p¨²blico permanecer en la plaza, m¨¢s que el desacierto con la espada, le impidi¨® redondear el triunfo.

Los taurinos, con ese peculiar sentido de la promoci¨®n del espect¨¢culo que les caracteriza, suelen descalificar las escuelas de tauromaquia argumentando que todos sus alumnos "salen cortados por el mismo patr¨®n". No es verdad. Andres¨ªn en nada se parece a Jos¨¦ Andr¨¦s Gonz¨¢lez, ni ¨¦ste a Jos¨¦ Antonio Carretero, como ninguno de ellos se parece a Joselito, El Fundi y el Bote, ni ninguno de estos entre s¨ª.

El gran acierto de las escuelas es que ense?an a torear, en tanto respetan escrupulosamente el temperamento y el estilo de cada cual. Jos¨¦ Andr¨¦s Gonz¨¢lez luci¨® ayer temple en su primero, hasta que le lleg¨® el percance de los cataplines. Carretero ejecut¨® las suertes con una especial preocupaci¨®n est¨¦tica en los tres que mat¨®. Posiblemente los citaba demasiado en corto y por esta raz¨®n le embest¨ªan con media arrancada. Si fue defecto, ¨¦ste es defecto f¨¢cil de corregir.

El festejo inaugural de Las Ventas se plante¨® en plan festival, con los toreros vestidos de corto, y nadie entend¨ªa la raz¨®n. Ahora se sabe: la zurzidora cobra menos por remendar la franela de un pantal¨®n cl¨¢sico que los golpes, sedas y lentejuelas de un complicado traje de luces.