El retorno triunfal de la Virgen Mar¨ªa
Te saludo, Mar¨ªa, el filme de Godard, siempre atento a los humores sociales y pol¨ªticos de los j¨®venes -recordemos La china, que fue el filme gu¨ªa de la revuelta de 1968-, se enfrenta al tema de la virginidad y de la maternidad a trav¨¦s de una historia en la que la protagonista, visitada de nuevo hoy en la sociedad parisiense, es precisamente Mar¨ªa. Esta vuelta triunfal de la Virgen Madre fascina al cr¨ªtico, y tambi¨¦n a los espectadores, quiz¨¢ porque responde a nuevas preocupaciones, muy curiosas y actuales. Mar¨ªa ha quedado embarazada por medio del misterio del Esp¨ªritu Santo. El ¨¢ngel sopla un viento de polen fecundador casi en su cara, diciendo tan s¨®lo: "Te saludo, Mar¨ªa". En la iconograf¨ªa sacra, los mayores pintores, a trav¨¦s de los siglos, se han inspirado siempre en esta misma escena. Unas veces con mayor inspiraci¨®n, otras veces con menos, pero siempre en la misma: la maravillosa virgen de Simone Martini, envuelta en el manto, y casi asustada, que se retrae ante el mensajero celestial. Cuando estuve en Jerusal¨¦n, hace dos a?os -como he recordado en mi libro Dos mil a?os de felicidad-, en la m¨¢s azul de las tardes, tambi¨¦n mi reflexi¨®n, por primera vez, se volvi¨® con profundidad hacia el fondo de la historia, la de hace 2.000 a?os, para reconstruir mentalmente el s¨ªmbolo de Mar¨ªa virgen y madre, en aquel declinar del sol en Jerusal¨¦n, en aquel lugar donde hab¨ªa comenzado la historia de Mar¨ªa, fundadora de la familia de las Mar¨ªas: era como si el tiempo se hubiese detenido, escrib¨ªa yo entonces. Desde el vac¨ªo atemporal, durante largos a?os, 2.000, hac¨ªa el 2000, o bien desde hace 2.000 a?os despu¨¦s de Cristo hasta nosotros, el tiempo llenaba la ciencia del espacio. Y me proporcionaba la ocasi¨®n de una luz repentina, de una intuici¨®n inefable. La subjetividad femenina -pensada como si fuese necesariamente materna- se me presentaba en la imaginaci¨®n como relaci¨®n con. el tiempo, como revoluci¨®n, proyecto, desarrollo sinuoso y tiempo no prospectivo repetido y condensado por la anunciaci¨®n de la maternidad, por el viaje y, finalmente, por la muerte. Me ven¨ªa a la imaginaci¨®n el cuadro de la Virgen de Antonello de Messina, que muestra un rostro de muchacha del pueblo, de muchacha siciliana, atento y diligente, envuelta en el manto azul que cubre gran parte de la superficie del cuadro. A las mujeres las hab¨ªan situado de esa manera, bajo ese simb¨®lico manto, durante 2.000 a?os: ni?as, viejas, v¨ªrgenes, paletas, intelectuales, prostitutas, santas, guerreras e incluso brujas. Desde hace 2.000 a?os. Cito mi libro y este cap¨ªtulo porque yo misma, en este tan largo recorrer de la historia, en Jerusal¨¦n, volv¨ª a encontrarme ante el misterio de Mar¨ªa, virgen y madre. En nuestra ¨¦poca, el feminismo, en su fase m¨¢s aguda, lanz¨® este audaz eslogan: "El ¨²tero es m¨ªo y me lo administro yo". De Par¨ªs a Roma y a Londres, las mujeres escrib¨ªan esta frase en las pancartas de protesta. En aquel momento parec¨ªa una exageraci¨®n. Pero hoy, volviendo a pensar en ello, sigue siendo una fase emancipadora, respecto a la actual, en la que la mujer ya no reivindica en realidad una maternidad deseada por ella por su relaci¨®n con el hombre que ha elegido, sino una maternidad a toda costa, una especie de consumismo materno, una tendencia hacia la manipulaci¨®n gen¨¦tica. El ¨²tero alquilado, la fecundaci¨®n artificial, los nacimientos in vitro, el semen masculino soplado en el vientre femenino no por ¨¢ngeles, sino por el cirujano, las operaciones para introducir en una mujer est¨¦ril el huevo fecundado por otra..., pues bien, todos estos acontecimientos-advientos pertenecen a nuestro tiempo. Ahora parece que se disuelven el amor y el placer sexual reivindicados por el feminismo, y estas ganas de maternidad imposible se desarrollan ahora con la total complicidad entre hombres y mujeres. Parece que ha llegado ya lo que Heidegger llamaba "provocaci¨®n tecnotr¨®nica", que est¨¢ arrasando, junto a otros valores, con el valor, materno (yo, tu madre) y lo est¨¢ sometiendo tambi¨¦n a la gran machinerie sofisticada que est¨¢ permitiendo la fabricaci¨®n de vida. Los experimentos de los cient¨ªficos rozan ya fronteras fant¨¢sticas y terribles. ?Es verdad, por lo que leemos, que pronto la mujer podr¨¢ ser inseminada con esperma de papi¨®n? Por otra parte, los centauros de Tesalia, medio hombres y medio caballos, monstruos fabulosos del arte cl¨¢sico, ocultaban estas sexualidades f¨¢licas y dementes. Pero colocado todo ello bajo el signo del Olimpo, de los dioses; y tambi¨¦n la bella Europa fue raptada por el toro, que luego result¨® ser el propio J¨²piter, rey del Olimpo, y la dulce Leda fue amada por un cisne, bajo cuyas plumas se escond¨ªa de nuevo Zeus, y de ah¨ª nacieron varios hijos legendarios. La Biblia, mucho m¨¢s humana, narra la historia de Sara, mujer de Abraham, que rog¨® al marido que se uniese con la esclava para tener un hijo. Y la de Jacob, invitado por Raquel, que era est¨¦ril, a unirse con la criada, con estas palabras: "Dame hijos, pues de lo contrario morir¨¦". Y no, parece que Yahv¨¦ los haya maldecido. Creo que, en nuestros d¨ªas, Godard est¨¢ haciendo transposiciones, al introducir en el debate este filme sobre Mar¨ªa virgen y madre en la ¨¦poca del boom de embarazos que hinchan vientres sin pecado. Ya no hay dioses ni diosas que ordenen la realizaci¨®n de este tipo de relaciones, sino el genio de la ciencia, la misma que produjo la bomba at¨®mica. Pero, volviendo al feminismo y a la vieja fase de la propiedad del ¨²tero, hoy el ¨®vulo se torna f¨¦rtil gracias a las m¨¢s sofisticadas tecnolog¨ªas. El ¨®vulo universal (OU), ¨®vulo fecundado y conservado en c¨¢mara frigor¨ªfica, ¨®vulo que puede transferirse de una mujer a otra que haya entregado su petici¨®n a los m¨¦dicos. Esperma de premios Nobel y de genios, congelado en los bancos, cuyos precios aumentan como el d¨®lar en la bolsa; se pagan precios alt¨ªsimos por el semen de un genio donante y desconocido, y precios asequibles por esperma de obrero, empleado o campesino. Moda en Estados Unidos y, por tanto, moda en Italia, modaen Par¨ªs. Aqu¨ª, un escritor bastante famoso, ansioso por estar de moda a toda costa, cuenta, en un libro er¨®tico, que el hijo, parido por su mujer ocho a?os atr¨¢s, no es de ¨¦l, sino fruto de una misteriosa fecundaci¨®n artificial. La mujer, que tambi¨¦n es escritora, ha elegido sin lugar a dudas un esperma valios¨ªsimo y genial, tras relacionarse, seg¨²n el marido, con los c¨ªrculos gin¨®filos (o sea, de mujeres homosexuales) norteamericanos. Pero, ?y si no fuese verdad? ?Y si el hijo hubiese nacido de lo que anta?o se llamaba, vulgarmente, acoplamiento? ?O si fuese hijo del eterno adulterio, de la traici¨®n de la mujer, cosa que tambi¨¦n podr¨ªa ser extremadamente probable? ?Qu¨¦ padre, qu¨¦ marido, a menos que siga a la mujer las 24 horas del d¨ªa, puede estar seguro de su paternidad? Las viejas traiciones, e.incluso los incestos, ?no podr¨ªan hallar hoy una amplia cobertura, Pasa a la p¨¢gina 14 Viene de la p¨¢gina 13 incluso publicitaria, gracias a estos nuevos descubrimientos cient¨ªficos? Un caso a la italiana ha sucedido el 9 de febrero de este a?o, en Mil¨¢n, el primero en Europa, despu¨¦s del cotton baby norteamericano.Los protagonistas son tres: dos hermanas y un marido. La hermana de la mujer est¨¦ril se deja fecundar artificialmente por el semen del marido, es decir, del cu?ado. Por medio de una t¨¦cnica secreta empleada por un cirujano milan¨¦s, alrededor de la cual se hace mucha publicidad, el embri¨®n de la muchacha se pasa al ¨²tero de la hermana, que se llama Mar¨ªa, mira t¨² por d¨®nde, que as¨ª ha podido concluir su embarazo hasta el momento del parto con ces¨¢rea, convirti¨¦ndose as¨ª, seg¨²n la ley, en la verdadera madre. Fotograf¨ªas en los diarios. Los miro. El padre, de unos 30 a?os, compaginador de artes gr¨¢ficas, est¨¢ orgulloso entre la bella donante, una cu?ada triunfante, lle?a de rizos y hermosa, y una esposa fe¨²cha y triste. As¨ª, pues, el ni?o tiene dos madres y un padre. Es demasiado, ?no les parece? Pero podr¨ªa tener incluso tres padres, en el misterio de la mezcla del semen del hombre, en una nueva b¨²squeda del hombre superior o del superhombre, ideada por la ciencia. Para terminar, digamos que el ni?o de la ciencia futura corre el riesgo de no tener ya padre ni madre.
En las callejas de N¨¢poles, recuerdo, las mujeres par¨ªan como conejas, y entrando en sus tugurios ve¨ªa que hermanas y hermanos, padres e hijos, cu?ados y cu?adas, dorm¨ªan en una misma cama gigantesca. Pero nunca se dio demasiada importancia al pecado, o acto sexual, que daba origen al reci¨¦n nacido. Por el contrario, las madres, aunque sean nominales, han defendido siempre con u?as y dientes su propia maternidad, y han aireado con orgullo el nombre del padre. ?Ay del que hubiese dudado! Un asunto as¨ª era -y es todav¨ªa hoy- cosa de cuchilladas. El hijo de nadie, el NN de las inclusas, ha sido durante mucho tiempo la ¨²nica infamia que acompa?aba al ni?o y luego al adulto. En cierto modo, hoy vuelven los hijos de nadie. Esperma an¨®nimo, fecundaci¨®n in vitro. Nadie piensa en estos traumatizados ni?os que acabar¨¢n sabiendo que pertenecen a la fecundaci¨®n de un desconocido. O al ¨²tero alquilado de una mujer sin nombre. Pi¨¦nsese, por ejemplo, en lo parad¨®jico de una situaci¨®n como la siguiente: ella, la madre, tiene 40 a?os. El jovencito, 20. ?ste no sabe en absoluto que ella es su madre, y la corteja. La ama. Luego descubre que ella es la madre que alquil¨® su ¨²tero para que ¨¦l pudiera venir al mundo. ?Es el nuevo mito de Edipo? ?Yocasta se casa con su propio hijo? Pero aqu¨ª, m¨¢s que la tragedia griega, lo que suena es una risotada burlesca ante un futuro posible.
Ahora Godard, atento a los humores, trata de ennoblecer el l¨ªo sexol¨®gico de las maternidades falsas que recorre el mundo -el Parlamento brit¨¢nico se ha pronunciado ¨²ltimamente contra la inseminaci¨®n artificial- y toma a Mar¨ªa, virgen y madre por antonomasia, como s¨ªmbolo de una nueva ¨¦poca. Aun cuando se trate de una Mar¨ªa materializada y con el vientre hinchado filmado en su desnudez.
De todos modos, tengo mis dudas sobre si la operaci¨®n va a resultar o no. Se trata s¨®lo de un trampol¨ªn ofrecido al consumismo del ¨®vulo. Mientras, en la otra parte del mundo, donde los hijos abundan, la gente se muere de hambre. El nacimiento de ni?os es demasiado r¨¢pido e intenso respecto de la posibilidad de alimentarlos. Mundo loco. Por un lado, la mujer del baby cotton, el hijo que ha costado una fortuna, y por el otro, la habitual foto de la madre esquel¨¦tica, africana, asi¨¢tica, suramericana, que tiene en sus brazos a un ni?o que se muere de hambre.
?Qui¨¦n desliar¨¢ esta trama demente en la que andamos viviendo? Claro es que las mujeres tienen otros asuntos sobre los que reflexionar, distintos de los ya un poco rancios y avejentados de la ¨¦poca en la que se celebraba el 8 de marzo como victoriosa fiesta que rodeaba a las mujeres con el rayo de la mimosa.
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